PUNTO FINAL Y CINCO ACTOS




1º.
Sobre el tablero de la mesa redonda, cerca del borde quemado por la plancha, y junto a un plato con restos de huevo frito, ahí, queda un trozo de papel rasgado. Parece una nota. Y hay un bolígrafo roto junto a ella. Parte del tubo y la bola de tungsteno de esa punta del boli, han salido disparados hacia la estantería, chocando con una estatuilla de gato chino, para terminar, ahogados, en el desagüe del fregadero. Un fregadero colmado de sartenes y platos mugrientos. En ese trozo ajado de papel hay manchas de gasolina configurando un grabado. Las letras son zurdas, algunas impresas sobre pequeñas transparencias redondas de aceite frito, y sólo, y únicamente, pueden ser de ELLA .
Un individuo en estos momentos sale colérico de esa vivienda al leer la nota. Su prisa le hace dar un portazo. Y una ráfaga de aire empuja la nota al suelo. La última frase escrita en ella se vuelca por gravidez y el punto final que está reventado, aplastado con rabia, se despega. Disparado sale de ese papel. Y va a rodar por el suelo dejando atrás, una frase final casi ilegible:  «Ne vedem în iad»  «Nos vemos en el infierno»

2.
Un suelo de baldosas grises que apenas reconocen la cara del agua. Una superficie llena de migas de pan, polvo, pelos ensortijados, cascarillas de cacahuetes, colillas y virutas de metal. El punto, ese punto degollado de la pieza de papel sortea al caer todos estos obstáculos hasta chocar en ese suelo sombrío con la pantalla partida de un móvil que está encendido. Se visualizan detalles quebrados del fondo de pantalla: hay una moto, una“Jarli Davison” de metal, impecable, y posando junto a ella, un hombre en camiseta blanca de tirantes con tatuajes en el pecho y brazos.  El hombre, fofo de vientre, va embutido en un pantalón de cuero escay; lleva colgada en su hombro una mujer morena, afro, con grandes globos oculares y una nariz garfio. Un posado de dimensiones indefinidas, entre llevar un trofeo o portar una carabina de caza colgada a la espalda. Una pose ambigua, simplona, de un ser vil y corrupto. No queda apenas aire respirable en ese lugar. Un tercer piso. Una vivienda realquilada con un solo hilo de aire estrangulado que entra como ventilación por la rejilla del gas. Le resta luz natural. Apenas unos tenues rayos de polvo trazados por las rendijas de la ventana. Una lámpara se ha quedado encendida balanceándose del techo tras salir corriendo el individuo.

3.
Fuera, en la calle, un tropel de pisadas y golpes se escucha. Gente que corre, va y viene; se cruzan creando un logaritmo viandante sobre la calzada y en el centro de la misma, el círculo dilatado de una tapadera de alcantarilla es víctima de un atropello continuo «clin, clon, clin, clon». Un barrio obrero, considerado pacífico, parece que acaba de despertar de un mal sueño.
Hay un torno de alfarero que gira en el hueco oscuro de un foso a ras de acera. Unas manos dan vueltas sobre la arcilla y una cruz tau se balancea sobre ella. En estos momentos se va a producir una inesperada llamada. La arcilla queda dando vueltas en el plato y termina deformándose en una correosa moñiga.
Otra puerta que se cierra precipitada. Hay un cambio de luces, un semáforo imprevisto. Llamada y semáforo han roto el escenario de ese mísero taller donde una mujer evade sus horas. 
El pensamiento que le giraba acaba de chocar con un autobús. Media cara de su cabeza afro y su nariz de garfio salen despedidos, y uno de los prominentes globos oculares salta a la vía como una pelota de golf. El resto del cuerpo cae al asfalto. No hay señales de tráfico para alguien que cree en un mundo redondo. Y no hay tiempo de espera para un autobús de línea que está a punto de finalizar su servicio. Allí se quedan todos: los que comienzan el turno y los que finalizan, y esa mujer, que se divide.
4.
Un incendio en esa misma calle ha paralizado la circulación. Un hombre sale prendido en llamas. Arde su ropa. Restos de escay quedan impresos junto a sus tatuajes. Al correr ha ido dejando jirones de fuego. Cae y se levanta, y otra vez, al suelo. Abrasado despide pavesas encendidas en el asfalto. Le hierve su sangre. La presión de la manguera de agua revienta ahora sobre él y sobre la fachada de ese edificio en llamas. Una ambulancia arranca y el olor a carne chamuscada inunda su interior blanco impoluto. Al individuo ya no le queda nada para cauterizar. Sus venas apenas pueden enfriar sus entrañas y el oxígeno solo ayuda a apagar el poco aliento que le queda. Un frenazo brusco despierta esa línea quebrada de la conciencia, quebrada como aquel móvil, como esa arcilla sobre el torno.
Nada queda de él, solo una moto “Jarli” aparcada. En su brillante carrocería se reflejan las llamas de lo que puede haber sido un garaje subterráneo.
5.
Una mujer rubia con ojeras y huellas dactilares zurdas impresas en sus gafas espera en la puerta de embarque. Una mirada azul ensombrecida. Un cutis encerado al arco de la sonrisa de veinte tres años. Meses sobre la barra en un local lúgubre, camuflado a la vista, en ese barrio obrero. ELLA ha vivido escondida en el segundo nivel. Una rampa que baja a varios garajes, y junto a uno de ellos, un antro donde un hombre de camiseta blanca y tatuajes le ha ido colocando miseros billetes al hilo de su braguita mientras la explotaba. Ha sido engañada. Esclavizada. De cuatro a ocho clientes diarios atendiéndolos en el reservado de un taller mecánico. Apenas trescientos euros al mes para una hija que ha dejado en su país.
Anca, camarera, nacida en Braila, al este de Rumanía, está a punto de ser deportada. Sentada, espera. Lleva una blusa rosada de nylon con botones dorados. En el suelo, una maleta repleta de ropa revuelta y un fajo de billetes escondido en el medallón del filtro de una moto “Jarli”. En su mano, un bolso con remaches y hebillas. Dentro, lleva una libreta con palabras y anotaciones en español y rumano, ilegibles, que tiene una página medio arrancada con olor a gasolina y sin el punto final, que la culpabiliza.





Comentarios

  1. Maravilloso relato, Eme. esa forma de contarlo como piezas sueltas de un puzzle que terminan por encajar, me encanta. Y tan bien escrito como siempre.
    Un beso.

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    1. Gracias Rosa, es una estructura que me ha gustado mucho crearla, pero no siempre estoy tan inspirada para repetirla en otro relato. Es complicado, lleva mucho trabajo para una amateur como yo, sudo, y sudo, será la carlor, jeje. Pero me motiva mucho que me lo digas. Acabo de grabar el video y estoy muy contenta como ha salido, eso es porque el relato es bueno. Un abrazo veraniego, amiga.

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  2. Grandísimo relato. Me ha encantado.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Chema, uy qué bien cómo me alegro. Me lo apunto como premio. Un abrazo compañero

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  3. Hola.
    Qué buen relato, me ha encantado esa manera de contarlo e ir encajando.
    Enhorabuena y muy feliz finde.

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    1. Gracias Gemma!!! gracias, un abrazo amiga y buen finde por esos paseos nocturnos por la playa tan estupendos!!!!

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  4. La venganza o el desahogo pueden tomar formas muy diversas e igualmente brutales.
    Cinco actos que enganchan y un punto final más que notable, Más bien diría de sobresaliente.
    Un abrazo.

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    1. Hola Josep Mª uy qué bien que te haya gustado ese punto rodante que pone fin a una historia cruel y trágica, injusta. La esclavitud del siglo veintiuno, no muy diferente a la que ha sido siempre: explotación laboral y sexual. Un abrazo y feliz sábado.

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  5. Una pasada, cada fragmento es un joya, no lo dudes. Cinco actos, donde los sentimientos se desgranan al desnudo.

    Un abrazo, y feliz día

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    1. Graciaaaaas, Albada!!! Ya te echaba de menos. Tengo que pasar a leerte. Ahora con el canal de YouTube tengo trabajo doble: subir el relato aquí y narrarlo allá. Y entre medias preparación todo. Pero me fascina!!! Feliz domingo!!!!

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  6. Tremendo, Eme.

    La narrativa en cinco actos y cerrando el círculo de una manera prodigiosa han dado lugar a uno de los mejores relatos qué leído en este año. En el cine, el cineasta mexicano Alejandro González Iñarritu suele hacer narrativas por actos, otorgándoles unidad en la parte final juntando personajes ehe cruzadas. El tema de la trata parece que ha pasado a un segundo plano con el tema de la pandemia. Y hablamos de uno de los colectivos que ya sea de manera esclavizada o voluntaria han quedado fuera de cualquier tipo de ayuda social si exceptuamos los comedores sociales que cada vez está más llenos a causa del maldito bicho ha invadido al mundo.

    Un fuerte abrazo y enhorabuena!

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    1. Gracias compañero!!! Me apunto este director. El relato me salió así, sin tener conciencia de cinco actos, pero me gusta mucho esta estructura. No había leído nada al respecto. Gracias de nuevo Miguel!!!

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