LA ESFINGE

Nació prematura. En la medianoche de una habitación miserable con papel amarillo despegado a trozos. Nació esmirriada. Envuelta en trapos con aroma de alcanfor. Viéndola, el temor se apoderó de su familia. Su delicada salud presagiaba que no sobreviviría. Su madre, se levantó vacilante, arrastrando aún la placenta entre las piernas. Quedó espantada al ver aquel pedazo de su carne, casi helado, muriéndose a espasmos. Y llenó su boca de blasfemia. Crispó sus puños en alto para que la suprema divinidad, fuera la que fuese, se apiadara de ella. Era tal el dolor que sentía, que sangraba por dentro y por fuera. Amamantar a su hija. Ese había sido siempre su único deseo. La desesperación se le fue convirtiendo en rabia. Mientras, las manos pulidas de la comadrona ataban el cordón umbilical al muslo de la recién parida para que la placenta terminara de desprenderse. La madre, blasfemaba aporreándose el vientre, creyéndose culpable por haber concebido a tal engendro en una noche de placeres e...