ES LA HORA

Subidme a la sierra en una de esas noches tercamente estrelladas. Allí donde delimita la frontera de lo invisible. Allí, en lo más alto, donde el silencio apague voces, gritos y semanas blancas. Subidme, que quiero lanzarme por la cumbre en una silla vacía y con las nalgas al viento. Trotar en el aire. Que no haya más huellas, solo mis pisadas en los caminos abiertos de esas montañas. Subidme, pero hacedlo cuándo las nieves ya no resbalen, y las lagunas comiencen a ausentarse. Que entre la nieve y la piedra hay establecida una perpetua alianza. Se derrite la una y la otra se resquebraja. Subidme donde la refracción sea solo la de la propia pizarra. Allí, seré capaz de tasar las joyas de vida más diminutas y admirar sus detalles. Allí, donde la perfección se afana tozuda en sacar fuera la verdadera primavera. Subidme que ya se acerca la hora. Que quiero ver como la intimidad pétrea guarda celosa sus Arenarias. En los rastros del agua veré brillar las Estrellas. Q...