EL BESO

Sintiéndome cansado, exhausto, es mi boca la que aún vive. Y quiere contar para que sienta mi alma. Nuestra trinchera. La hago nuestra a pesar del terror. Nuestra trinchera del campo dieciocho. Apenas comida. Y la única agua, esa amarillenta de lluvia, pestilente. El cariño en una zanja barrosa y angosta es un sueño que me mantiene despierto. Mientras las pupilas se contraen de dolor y gritan los ojos en sangre aún queda aliento para seguir amando. Tu beso al darme de beber. Se me dilató el corazón entonces y me diste una esperanza de vida en ese cenagal de ratas. Deja que hable. No habrá más gallo de amanecer que cante para mí, ni perro que ladre. Mi paisaje ya no se llenará más de ruina. Esa ruina destripada de carbones ardientes que te queman por dentro. Estoy tan mutilado como esas torres y tejados. He volado y me he partido. No aguanto más este frío que baja conforme avanza la oscuridad. Pero te tengo abrazado a mí. Abrazado para que no sienta más allá, solo tu calor alejánd...