VERDE EN DIA ROJO

La Casa Verde con torreón de plata. Allí se le aprieta a Rosita su espíritu al puño y a la palabra. A veces tararea, a veces canta. Allí le salen escritas las notas de música buscando inspiración en la añoranza. Allí fueron sus primeros juegos de niña, sus correrías y travesuras, entre jardines y fuentes. Rosita con su batuta y una partitura emborronada; sentada queda en un banco, mirando frente a la casa. La Casa Verde de silueta grande es ahora inmueble de anticuario. Tiene sus ventanas despiertas y una puerta cerrada. Deshabitada y desconocida en dueños. Se habla de un oficial del ejército nacional español, escondido bajo falsa apariencia como empresario de una fábrica de ron. Otros dicen que no, que el propietario fue un escritor que escapó a Nueva York. Alguien o algo hay dentro de la casa que no la deja envejecer. Hay una mano, o dos, que la convierte en arcana, invulnerable a la eternidad. Que encierra en sus espejos los reflejos de una memoria. Y solo Rosita, daría la...