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Mostrando las entradas etiquetadas como el tintero de oro

LA VENTANA

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Era con un oso y hablaban. No recordaba de qué pero hubo un momento en el que ya no se reconocía. No era él. Y el pulso se le aceleró. Gritó para sus adentros como nadie antes lo había hecho. Se levantó, cogió un taburete, abrió la ventana y se sentó dejando caer las piernas.   Aquella red social le había vaciado de la razón. Ya no veía la diferencia de las cosas. Y así seguía enganchado mientras se amarilleaba y llenaba de agujeros. Fue una de aquellas noches cuando soñó con Tramp. Era aquel oso con el que hablaba aunque más bien era el animal el que lo hacía, él solo le escuchaba ladeando su cabeza y además asentía a sus palabras. ¿Acaso se estaba convirtiendo en un idiota? Se despertó nervioso. No dejaría que ese oso ni ningún otro oso le domesticaran. En aquella ventana miró a un punto fijo y sin mover los ojos dejó de pensar y ante él apareció un hermoso amanecer. Ahora todo tenía su razón de ser. Rio hasta llorar.

CON LA DUDA

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El rojo tiene poder en mi mujer. Tiene una cinta roja rodeándole el vientre y la muñeca, con nuditos, dice que es su halo de energía. Caperucita, Pater Nostrum. No sé que le mueve por dentro desde que asiste a esas reuniones. Antes era más, no sé, más sosa. Quizá tenga su magia ese cordón. Es discreto y sexi. Ahí, a la altura del ombligo. No, me equivoco, es solo en la muñeca. No sé porque gasto energía en esto. Pero me viene a la cabeza, al hilo de esto, que para nuestra boda ella quiso casarse con un traje de chaqueta roja. De hecho, estuvo buscándolo, pero no tuvo manera de encontrarlo. Últimamente anda muy enganchada por esa serie de romanas,  La domina. La cosa vendrá por ahí. Ella no es de estar en la luna, es más de planeta rojo. No tiene miedo a llamar la atención. Y el caso es que no se pinta mucho, los labios, de rojo, de vez en cuando, sobre todo cuando vamos a visitar a mi hermano. Para mí que es un ente incorpóreo, ¿qué puede ver en él? Y a él, que nunca le gustó la ...

MITIA

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  Mi tía era una isla dentro de mi casa y estaba situada en el piso bajo junto al sótano. Se rodeaba del mar de lágrimas de mi madre y por las noches, del sudor agrio de mi padre que la carcomía por su costado derecho. A mi tía le colgaba el brazo de ese lado y cuando andaba le iba de un lado para otro como un péndulo. Un día la vi flotar y supe que ella dejaría de estar anclada al suelo de aquella casa. Yo tenía cinco años cuando llegó, luego ocho cuando su enfermedad se acordó de ella, daba grima, y tenía ya diez cuando ella se marchó. A mis quince fue cuando supe de nuevo de ella, pero antes, en mi primer periodo, ella ya estaba a la deriva, flotando por el mundo. Esa tía mía ¡Ah! Mi tía. Dijo que se iba porque no hacía nada, que se marchaba a donde encontrara el tiempo para dormir y soñar porque no se ponía de acuerdo con su cuerpo. Una tarada mental. Ella era capaz de escuchar el goteo de la cisterna durante horas mientras que a mí me martilleaba la sangre en las sienes; y...

COMO AUSTIN Y SHELLY

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  Se podría decir que como escritora nació estrellada o  que nunca tuvo buena ventura. Da miedo pensar que hay cosas que se escapan de control. Lo que parecía un simple tintero se tambaleaba en la esquina de una lápida de mármol a apenas un codazo de caerse y abrir un enorme agujero en alguna de aquellas nubes que la rodeaban. Limia estaba sentada en su silla de felpa verde y flotaba con sus pies descalzos sobre aquellos nimbos. Era una vieja escritora nariguda que andaba envuelta en una bata con las mangas raídas y de donde sobresalían unos dedos carcomidos en tinta. Mantenía la boca abierta atrapando entre sus descascarillados dientes la pluma con la que horas antes había estado escribiendo. Llevaba décadas con una entrega feroz por llenar de letras aquel caos blanco que le rodeaba incluso rompió la pluma de aquel tintero que le acompañaba y temiendo lo peor comenzó a escribir con sus uñas de porcelana. Limia sumergía una uña tras otra en aquel enorme tintero no siendo c...

FELICE EN PANDERETA

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Me había pasado la vida mal acostumbrada.  Casi la mitad de ella revolcada en el suelo entre cosas minúsculas. Y la otra mitad estirando mi menguado cuello para intentar salir por los agujeros que encontraba a mi paso.  No veía modo de que algún día pudiera subir a lomos de elefante. Deslizarme como una ameba en un mundo que no era mío, al menos así lo creía yo.  Pero me encontré con ella. Y todo cambió.  Ahora somos como un par de siamesas. Yo le llamo Gentilona porque hace gente donde esté, o está ella donde no queda gente que la vea hacer de las suyas.  Aún no siendo mayor le gusta que le llamen abuela.  Como cada mes yo le traigo una cría.  La verdad, es que me divierte la escena. La felpa rosa enmoñada siempre se le cae cuando atrapa la rosquilla en el aire con el dedo corazón. Al destaparse parte de su cabezota calva, la niña se parte de la risa.  — ¡Abuela, ahora te lanzo las dos! Antes de decir amén Gentilona cierra sus dos ojos salto...

DIVINO

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Quien iba a decir que estar interesado desde pequeño en las mujeres me traería tantas satisfacciones.  Corretear tras todo lo que se meneara se convertiría en mi mayor afición.  De niño me llamaban Juanito, de mayor, Juan, y según quien, Tenorio. Pero todos me conocen por Don Juan. Nunca me rebelé contra el destino de conquistador a pesar de que me colgaran unos cuantos sambenitos. Me han atribuido tantos amoríos que ya perdí la cuenta. Condes, duques y caballeros que se pasaron por ser yo adquirieron una venerada fama de conquistadores y mujeriegos. Lo más tremendo es que, supuestamente arrepentidos, se hicieran después monjes. Aunque también los había monjes que desearon ser donjuanes cometiendo las peores travesuras con plebeyas, nobles y monjas. ¡Ay, desventurado de mí! De demasiadas deshonras y ultrajes me cargan los tiempos. De Burlador pasé a ser Místico. Y es que hasta ando consagrado,  pues divino  me hizo  el músico Mozart  rebautizándome como Don...

LA MALA MUERTE

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                                                           Un minuto y todo acaba con la última respiración. Ni uno más ni uno menos. El estado de ánimo no da. La pupila deja de responder y el párpado deja abierta una ventana. Y si no le obligan nunca la cerrará del todo. El daño ya está hecho. Alguien y algo decidieron. Por mucho que se le frote el esternón no dolerá. Pasa ese minuto y sigue un empeño enajenado para que sienta dolor. Con destino al frío es la última parada. Hay quien habla de que no está en sus cabales cuando ya la sangre se le coagula. Como dos y dos son cuatro. No está fuera de juicio. Cuentan de su  competente vida. Y va una tanda de calificativos de manos de la envidia. Ya pasan un puñado de minutos. Y la impotencia se marca en una mandíbula cada vez más encajada y un cuello cada vez más ...

PRUDEN POL

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Cuando Arcadio y Prudencio se encontraron, cada uno, y a su manera, interpusieron sus reglas de fe. De Prudencio se dijo que era un detective a trasmano,  el caso de Arcadio, fue una revelación   Dos meses después de comenzar la investigación.    —¿Y dónde nos lleva? Es una prueba sui generis, lo único a demostrar es que Arcadio no es parapléjico.  —La prueba de ADN podría revelar una enfermedad congénita, o una mutación genética que le ha llevado a postrarse en la silla de ruedas. —¿De qué lado está usted?, ¿acaso a favor de demostrar que no es un sinvergüenza? Le recuerdo, Prudencio, que soy yo quien le paga. De nada me sirve conocer su genética para saber que es un farsante; y todo por una baja laboral.   Un mes antes Prudencio tenía una corazonada. Las evidencias descubiertas en el polideportivo fueron el principio de todo.   “Tengo las fotos donde Arcadio corre por las pistas y nada en la piscina mientras ...

EL ÁNGEL GUARDA UN SECRETO

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  Siempre pasaba frente a él de camino a casa, el número 19 de la calle Sister.   Pero aquel día entré. Entonces,  mi pulso se paró. Y ya no volví a salir de allí. Admiraba las balconadas corridas del frontal y las contraventanas de madera blanca. Esa entrada con el viejo escalón de mármol gastado en su parte central. En el zaguán, la puerta acristalada con esquinas caladas y los detalles grabados frente al viejo ascensor; y la escalera de mármol blanco con un pasamano de hierro. Y ahí, el angelote sonriente dispuesto a contarte el secreto. Este cajón tiene un no sé qué que consigue encandilar. Su madera es parecida a los féretros antiguos y con un olor peculiar a medicamento. Sus molduras, la lámpara en su interior y su silloncito son piezas de arte que conservan toda su pátina original y, aunque se eche en falta una pasada de lija, cumple con su función de pequeño recibidor. Y no depende de fluido eléctrico, por suerte. Cada día se dan situaciones inesperadas. Se f...

MASTURBACLI

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Pippa nunca ocultaba secretos aunque siempre tenía alguna que otra sorpresa escondida. Ahora con este juguete habrá pensado que es el milagro para curar todas las dolencias a nuestra edad. No sé porque me extraña encontrar su nombre en un paquete erótico. Solo a ella se le podría ocurrir algo así. Cuando éramos niñas y nos empachábamos de dulces siempre tomaba Madicin que curaba cualquier enfermedad. Por aquel entonces Pippa Mediaslargas era mi mejor amiga aunque mi hermano Tommy presumía que era él. Yo tenía nueve años cuando la conocí, un año menos que ella. Era increíble. Una aventurera y valiente. Algo hiperkinética. Ella iba dos pasos por delante. Cuando yo creía que algo era blanco, ella decía que tenía lunares; llegó a contarme que sus trenzas iban en contra de la gravitación. Tenía que ser esos zapatos que usaba, dos veces más grandes de lo normal. Pippa Gordon. La he buscado por internet. No sé de dónde habrá sacado este apellido porque ella es soltera, sabes. Tal vez sea s...

LOS COLORES DE CICLO

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Hay espátulas y pinceles dispersos en la arena mientras unas manos delgadas abren una ventana con la empuñadura de una brocha. La arena escurridiza cobra vida. Algunas historias comienzan por el principio, pero esta comienza aquí, en un castillo de arena construido por un mago que no tiene poderes, y junto a él, hay un niño que sí los tiene, pero aún no lo sabe. Un niño con un flequillo al revés que fabrica xilófonos con los tubos de las cortinas. Siete años tiene este corazón de músico, y sabe que su arte no es heredado, aunque todos crean que sí. También le han hecho creer que nació con un premio caducado porque no nació niña, y su madre, no lo ha superado, ni lo uno ni lo otro. Por mucho que insista su padre, este niño no quiere ser bombero porque él no lo sea y se conforme con ser tramoyista; lo más parecido a un apaga fuegos, aunque a su hijo pequeño le cause más de una herida ardiente. Ciclo se llama, y no es de Ciclón, es de Cíclope. A pesar de ser un nombre horripilante...

EL RETO

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  Quedaban siempre los tres primeros días de cada mes. “ Es cuestión de numerología. Los primeros números afianzan las uniones ”, decía ella. Él no insistiría más y mucho menos con Jana. De la que solo le interesaba su encuentro del mes. Conversaciones en superficie y sexo sádico. Esas escapadas eran la manera de huir de su monotonía diaria y de los vínculos familiares. Alejarse tres días de todo. Ilocalizables en aquella guarida que tenía Jana en el monte. Una vieja casa de piedra tapada por una viña roja con todas sus vigas corroídas, excepto una habitación. Un lecho con rastros de tierra y hojas como la cueva habitada de un cazador. El viaje les duraba tres horas de coche con una inmersión obligada en el bosque de Montleó. Apenas cruzaban palabra alguna. Tomás se recostaba en el asiento y se adormilaba con el traqueteo del todoterreno. A mitad de la ruta se desviaban por un camino forestal, el Paso del Torrente. Unos veinte kilómetros de polvareda de caliza en direcció...

AL OTRO LADO DEL ESPEJO

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  Una fiebre fría bañó mi cuerpo. Comencé a engullir miles de peces. Me agarré la garganta. Me atragantaba. Entonces escuché el eco en el fondo de la cámara oscura. Se cumplió de nuevo el pronóstico ¡Bravo! ¡Bravo!  La cascada de aplausos me ensordecía. Y el zumbido se metió de nuevo en mi cabeza. Ese extraño rumor entre el público… Tras la reverencia, salí corriendo, abrazada al tul, dejando atrás el escenario. Hacía poco que, al final de cada baile, me ocurría algo extraño. Las primeras veces fue el fuego. Me quemaba. Ardía por dentro. Luego fue aquella tierra. Estaba bajo ella y brotaba como una de esas semillas. El jueves pasado terminé flotando, elevándome en el aire. Una sensación de patinar, pero sin suelo. Y ahora, agua. Hay razones más que sospechosas para pensar que no soy una bailarina como las demás. Quiero convencerme que no es ningún mal. Pero en la noche, tras acostarme, descubro las curvaturas extrañas que mis piernas están adoptando. Miles de gotas se derr...