COMME CI, COMME ÇA

No quiero café, no, la cafeína se me adhiere a lo más cercano que tengo: la razón. (Siempre me he preguntado por qué este alcaloide no está entre las drogas prohibidas, existe una adicción y un síndrome de abstinencia del café más que probados; tal vez sea un olvido o solo falta de lógica. Bueno qué más da, una más del repertorio de conductas incongruentes…) El café es el aroma del recuerdo, el mío es el de estudiante. Lo tomaba para mantenerme despierta y amarrar mi memoria en tiempos de exámenes. Tengo que reconocer que aún me encanta su olor ¡uhm! esa agua evaporada que atravesaba la molienda en la pequeña cafetera italiana de rosca. Se impregnaba toda la habitación… esa cafeína que se bebía a sorbos largos y se iba sintiendo a cada trago…Sí, claro, que me quedaba despierta y hasta las tantas, pero llevaba muy mal esa taquicardia que me acompasaba la memoria; se me nublaba un poco la mente (me imagino que por la dosis) y mucho peor era cuando me iba de vareta. Aument...