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Mostrando entradas de 2018

FELICITA, CORNELIA Y EMERITA

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Momento de felicitaciones , para los que somos y estamos, para los que quedan y siguen. Felicitación por describir y enseñar, porque nos hace más humildes y más pacientes. Felicitación no por lo que acaba sino por lo que empieza. Felicitaciones para ese mundo que nos entra por los ojos y al que todavía no me acostumbro porque es tanto lo que me asombra cada día. Amigos, amigas, compañeros y compañeras que estáis por aquí, conmigo, no se me ocurre otra cosa que mandaros esta particular felicitación acompañada de un relato y un viaje donde deseo expresar varias emociones: la mutabilidad de las cosas con el paso del tiempo, porque cambia la luz, el ángulo y la percepción, porque cambiamos con ellas, porque también se alteran por lo que sucede a su alrededor. El mismo mármol de la columna cambia, se desgasta, se desmorona, pero algo acontece, alguien lo hace levantarse, lo conserva para que pueda ser contemplado durante años, siglos. Al igual la palabra también queda. Sigamos

FOTO-GRAFÍAS

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¡Cómo han cambiado los tiempos! ¿Qué sería de un viaje sin fotos? ¿Y qué sería del fotógrafo sin el espectador? Tú por ejemplo. Las fotos son nuestros recuerdos. Esas imágenes maravillosas que puedes volver a ver. Esas fotos que le añaden más tiempo al viaje, ese que a lo mejor hiciste tan rápido, casi sin quitar el ojo de la cámara. Alfred stieglitz1905 Y son esas fotos las que también te hacen descubrir cosas nuevas que probablemente tu objetivo en ese momento ni reparó. Desde pequeña me han gustado las fotos. Recuerdo mi primera cámara comprada en la feria con un payaso que salía al dispararla. De esto han pasado 50 años y la evolución tecnológica va que vuela. Ahora hago fotos con una cámara digital y con el teléfono móvil. También recuerdo las viejas películas en blanco y negro en el que el fotógrafo escondido bajo un trapo negro enfocaba la cámara que era una caja sobre un trípode y un  soporte que se prendía con un detonador produciendo un destello de luz

LA MUJER DE UN SOLO OJO

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La criatura olvidada en la torreta cierra el portalón de madera, tira fuerte de la aldaba de cisne, ajusta el bronce y la comisura. La criatura baja con los pies doblegados al húmedo brocado de la calle, despacio, ha tomado las escaleras esculpidas en la roca, las que zigzaguean sobre las palomillas de los muros, las linarias lilas, inapreciables. La criatura parece que se escabulle en las sombras del barrio alto, va en silencio, solo el sutil roce del faldón roza en sus adolescentes piernas. Cuando su trazo oscuro baja por el musgoso arco de la Puerta cerrada son las ocho de la mañana. Sigilosa toda ella evita dejar huella en esa calzada empedrada aún con el fresco rocío de la noche llena. foto archivo Es una cautiva de su atavío, pero lícito a su voluntad. Ella es esa prisionera eximida de un tiempo pasado con sus grilletes adornados de falso tafetán; inocente de las circunstancias aciagas, porque no tapa desgracias, no hay viruela en su

LA HABITACIÓN FLOTANTE

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Siempre pasaba frente a este edificio de camino a casa. Volvía de la oficina con el ronroneo diario de lo que había sido la agotadora jornada laboral y acercándome al número 4 de la calle Sister, el impulso de mi cuerpo se empezaba a ralentizar. Y aquí, justo aquí, se paraba. Esta inercia ¡paf! me hacía olvidar todo cuanto traía en mi mente. Admiraba las balconadas corridas en el frontal y las contraventanas de madera blanca, su filigrana en las barandillas y ese portal de entrada. Una entrada con un viejo escalón de mármol gastado en su parte central. Era la nota principal del tiempo: miles de pisadas de acceso y salida, de espera en días lluviosos o de fuerte viento de terral. Y un día, ya no pude evitar mirar adentro. Traspasé la enorme puerta de madera y entré en el zaguán. Había unos dibujos infantiles en ambas paredes que me recordaban los de la pastelería que solía frecuentar con mi madre y una puerta acristalada con esquinas caladas y detalles grabad