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Mostrando entradas de febrero, 2018

CABO DE GATA ES DE PELÍCULA

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Hola amigos y compañeros y seguidores de viajeyfotos. Hoy os invito a un viaje maravilloso en velero. Un viaje que solo durará un día. De Sol a Sol.  Atracaremos en playas paradisíacas y caminaremos por senderos y roquedos para descubrir calas de ensueño. Vamos, que el sol ya despierta, montemos en el “Dulce amanecer” que las velas nos lleven navegando por esta franja costera que se encuentra en Almería, entre Cabo de Gata y Níjar. Muchas son las veces que la he recorrido y nunca serán las suficientes. No os preocupéis conozco bien la comarca, pero lo de navegar, uhm, pues el velero lo lleva otro. La aventura comienza y los escenarios de película saldrán a nuestro encuentro. Soy una enamorada de esta tierra árida, de desierto y roca; donde se puede ver más, si se quiere ahondar en ella, si se adentra uno por sus costados, entre sus pliegues y te asomas por sus ventanas. Rebolonda, veteada, aristada y enharinada. Vamos rumbo a

LA CHICA DE LAS GAFAS AZULES (SEGUNDO BOLSILLO DE BOLODUY)

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Boloduy hoy mira por la ventana con más empeño que nunca. En su silla está sentada y por más que estira su cabecita no ve a nadie. Nieva. En esa esquina preferente de su cuarto juguetea con sus bolsillos, tiene ganas de contar alguna de sus historias. Esa blanca nevada, inesperada, imprevisible, y su brillo transparente le recuerda a alguien… rebusca y la encuentra. Solo puede ser ella, la única que está en-el-bol-si-llo-a—zuul. Sonriente, haciendo muecas con la boca y sus ojos, comienza a contar su historia. * La chica de las gafas azules se encuentra sentada en el parque, apoyada sobre el tronco del árbol como cada mañana sobre las diez, y media de las diez. Quieta, mira sus rodillas, como una muñeca abandonada en el parque. No se mueve, pero en menos de dos horas ya está tentetiesa. Camina y toma la calle de la izquierda. Hoy trae camiseta rosada de tirantes, una chaqueta de lunares rojos y verdes en su brazo, y en el otro acierto a ver un reloj grande con corre

LA HUIDA EN CUATRO NOCHES

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La llamaban la ciudad roja. Fue la ciudad que durante un tiempo despertó a la clase obrera.  En ella su gente pudo romper la frontera, la que siempre había existido, la que separaba ricos y pobres. En tiempos pasados la mayoría de sus pobladores se levantaban en una orilla y vendían su fuerza de trabajo en la otra. Gente, la mayoría analfabeta, que conoció la educación, la que se ceñía con aparejos de inquietudes e hilos de creatividad. Pero poco tiempo duró este sueño agarrado a las entrañas, poco serían los ateneos libertarios. Tuvieron que huir porque se les empezaban a descolgar los hombros por abrazarse al miedo y por taparse la cara ante el pánico. A esta ciudad se le acalló el bullicio de sus calles con la huida de esta gente, su gente. Salieron a prisa como bandadas de pájaros migratorios, como estorninos despavoridos por los cartuchos de un cazador. Desde aquel día fueron desapareciendo estas aves de color. Pasarían semanas, meses, años y algunos volverían de nuevo. Fu