LA INESPERADA VIRTUD DE MARCHARSE

Emigrar : Es La inesperada virtud de marcharse. Donde termina un país y comienza una familia. Mi bisabuelo, Bisa, y yo somos como los polígonos regulares, tenemos dos lados iguales. Por eso nunca le faltaron junto a su foto el cirio verde y la estampilla de San José de Cupertino que con devota veneración velaba mi abuela. Un día, mirándome al espejo, él apareció. Estaba anclado en mi otra mitad. —¿Hablaran de nosotros? —le pregunté. —No somos importantes, Bieto. —me respondió él. —Pero, dime Bisa ¿Hablaran de nosotros? —Entonces, sabrán que no hemos vuelto ninguno de los dos. Los años comienzan a atropellarme. Los imperios exteriores se desmoronan. Al principio tuve mis dudas para marcharme. Y en esos momen...