EL SILENCIO DE DOS TRAZOS
Está en juego una existencia, la mía, y no escucho
argumentos para que la sentencia pueda tener algún atisbo de decencia. El
pronóstico es ya un naufragio sin supervivientes. Van a condenarme a la
trinchera de los caídos relegados al olvido. Pesa el tiempo, siento los minutos
como granos de sal humedecidos y no aguanto más a este albacea. Valiente
defensor… un jurista con voz mortecina, con esos sonidos guturales que salen
quebrados en cascada, arrojados por noches abrazadas a ansiolíticos. Qué
desolación tener la vida exhibida en estas manos que las únicas huellas que
dejan son su sudor a cada cadencia de argumento. La mesa se estampa de marcas
digitales en una constreñida graduación. Mi final: papeles sin presentación, ni
nudo, solo un desenlace. Escucho en mi lejanía a un confiado fiscal que ha
renunciado a buscar justicia, con su rostro hierático y un discurso fiel a la
alianza de los magistrados. A mi derecha, ese jurado, aquellos que realmente
van a decidir sobre mi vida, ahí quedan, ignorados e ignorándome. No existe un
ápice de apelación a motivaciones, solo banalidades e impulsos vagos que
alientan mi destierro. Desde el comienzo me han sepultado, me han consagrado a
una escafandra de hierro cromado que se oxidará en poco tiempo, y a través de
las rendijas estoy escupiendo dados de la suerte sin caras numeradas. Esta sala lacrada me está ahogando ¡Bastardos, hipócritas! Sospecháis, y
confirmáis, con vuestro silencio. Siento el regocijo de mi drama en el aire
y las miradas clavadas en mi cabeza como esas flechas del Bosco que aparecen en
el infierno. Siento que por mis orificios ensangrentados salen voces
entrecruzadas desgarrándome la masa encefálica. Las heridas abiertas de mis
cavernas reducen mi nivel de consciencia. La decepción finita, ¿dónde hay
un gramo de esperanza? Hasta el día tiene su noche y su luz, una aurora. Ahora
que se para el proceso, si consiguiera traspasar el infinito y ahogarme en una petaca
de sedación terminal.
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Entro, me arrastran al segundo acto de esta obra épica donde el tiempo no
parece rematar. Miro a ese espectador silencioso. Desde el comienzo le he rehusado
la mirada; ahí en su rincón, solo, pendiente de mí como un irritante agente
policial; uno de esos inspectores pertinaces al que se rehúye en vano una y
otra vez. Ahí sentado, carga su gesto en mi cara, en mi cuerpo, como si pretendiera
escudriñar mis adentros, hurgar en mis expresiones. Lo percibo tan ajeno a todo,
pero a la vez, hay algo cercano. …Lo observo de reojo mientras simula desplazar
su mano sobre hojas de papel, hace cabriolas con un pincel, ¡qué pasamanería te traes conmigo! Tal
vez sea mi “Jim Gordom”, mi aliado en esta cruzada, el que conoce mi identidad
secreta y, como a Batman, quiera eternizar mi vida. Siento unos trazos. El pincel en mi hombro se desliza sobre mi cuello y redondea la línea del lóbulo, entra en
mi pabellón auditivo pero, ¡espera! ¡No! ¡No
fuerces la comisura de mi boca, ni intentes enarcar mi entrecejo! ¡No!, ¡aún no
estoy dispuesto a sentir! Mis emociones se congelaron y mis sentimientos se
derriten en el suelo que piso, traspasan las losetas y se hunden poco a poco. ¡Oye! ¡sí tú!, no es lo que
percibes, ni te imaginas, no es ni por asomo lo que ves. Una esfera de
cristal imaginaria nos separa, yo estoy dentro y tú fuera. Eres un mudo a mi realidad, te engañan esos trazos, esas sombras
en el papel; quieres dibujar lo que nadie será capaz jamás de expresar con
palabras. Si quieres, hay apuntes de mi vida en un cajón olvidado de un mueble,
dios sabe dónde. Son bocetos enmarcados en una habitación ensombrecida por los
recuerdos y en una casa que desterré hace tiempo. Tal vez ellos te den la señal
que buscas ¿Qué encuadre de mi
vida me robas, ahora que todo está acabando? De sobra sabes que está en tu mano
darle la vuelta a mi existencia; tú eres el único que puedes cambiar la
perspectiva de mi historia. Deja con ese otro trazo mi mirada perdida, que no
la encuadren, aléjala de falsas interpretaciones. Es un trazo en un plano, un
giro y todo puede cambiar en un segundo. Soy
un espíritu deficiente y he tardado demasiado tiempo en reconciliarme con mi
naturaleza. He reñido con mi propia psicoesfera y hasta con el cielo por su
tono de azul. Dibujante, sí mírame, de esto es de lo único que soy culpable.
“In dubio pro reo” escribió el artista debajo de su
firma y en el pecho del prisionero “Fear”: Miedo.
Hay verdades que viven y verdades que mueren. La
historia se cuenta con hechos y mentiras. Hay instantes con potestad para que
la verdad sobreviva, tal vez en un trazo, tal vez en dos.
Me has dejado boquiabierta con este relato, querida Eme, ¡impresionante!
ResponderEliminarTus descripciones son fantásticas, me ha encantado lo de "consagrado a una escafandra de hierro cromado que se oxidará en poco tiempo".
Ojalá fuera tan fácil hacer justicia como realizar un boceto...
Y me voy antes de que me echen de la sala por desacato a la autoridad ;-)
Un beso, y feliz findeee
Gracias Chelo. Me imagino que será muy difícil determinar la inocencia o la culpabilidad, pero si te cuento que el relato está basado, en parte, en esas evidencias de dibujantes que observan la escena, los participantes, y sobre todo, al preso. Sus dibujos son la única prueba gráfica evidente de lo que ha sucedido en la sala (cuando no permitían ni fotógrafos ni grabaciones) captan las imágenes y analizan segundo a segundo las expresiones faciales y corporales del reo. Son imágenes que se guardan, que permanecen. El dibujante siente las emociones y las interpreta en su blog de dibujo. Es el único amigo o enemigo que tiene el preso en su sala. Un abrazo grande
EliminarDa miedo ese tener la vida en manos de otros, la justicia ni siempre es justa ni igual para todos ni siempre acierta.
ResponderEliminar"Hay instantes con potestad para que la verdad sobreviva, tal vez en un trazo, tal vez en dos", ojalá fuera tan fácil.
Feliz finde
Hola Conxita, si es justo lo que acabo de contarle a Chelo. Los dibujos que realiza ese artista, son más que bocetos de una realidad, pueden ser la última expresión que quede de esa persona, robada en un instante o en dos. Lo que perciba el artista es también un "juicio en silencio". Un abrazo
EliminarPor cierto, gracias Conxita por tu aporte, dos abrazos
EliminarUfff,... un juez no es más que un ser humano en el que influyen, eso sí, factores internos pero también de su entorno, y también aspectos económicos, políticos y sociales, de los medios de comunicación e incluso ideológicos,... y es que administrar justicia es muy difícil. Imagino que es lo menos menos malo. Enhorabuena Emerencia por el cambio de registro!
ResponderEliminarGracias Norte por tu comentario. Es un tema espinoso y que puede resultar polémico, pero está la vida de una persona en juego, y no siempre es culpable del delito, pero tal vez sí lo sea de la existencia que ha tenido, que ha vivido. Buscar cómplices, aunque solo sea a través de un trazo, o dos, un atisbo de confidencialidad, una declaración en silencio, un momento de sinceridad, convertir tu monólogo interior en un diálogo, llenar el vacío de la soledad por un instante. Hay emociones y sentimientos que un buen dibujante, un buen pintor, solo puede conseguir, puede llegar a desnudar a una persona sin hablar con ella, a conocerla más que nadie solo con observarla.
EliminarPor cierto, el cambio de registro es momentáneo, estas inspiraciones no son frecuentes. Gracias. Un abrazo
Has descrito en este relato los sentimientos de una persona que van a juzgar y se deja ver a través de los trazos de un dibujo su semblante. Cuando tu vida está en manos de la justicia, los pensamientos son confusos. Un relato muy sorprendente. Un abrazo
ResponderEliminarHola Mamen, es justo lo que acabo de contar a Norte. Tú mejor que nadie conoces esto, eres artista del pincel. La fuerza interior, la energía que se puede trasmitir a través de un pincel, un lapicero y que se plasma en un papel, es algo sorprendente y que solo el artista comprende, porque son sus emociones, porque es lo que le conmueve del momento, de las personas, del ambiente de la sala, del preso. Es capaz de captarlo todo y poder expresar; captar el instante, captar la expresión, captar el alma a través de su mirada y el pulso de su mano. Gracias Mamen. Un abrazo
EliminarUn relato que me resulta muy inquietante porque creo que esconde mucho más de lo que manifiesta, y ya manifiesta bastante.
ResponderEliminarMuy bueno, de veras.
Un beso.
Por cierto, "in dubio pro reo", creo que es una de las frases más falsas que existen. Como la presunción de inocencia, por cierto.
EliminarHola Rosa, gracias por tu comentario, es una valoración muy generosa. Sí realmente el relato esconde mucho más. No sólo es un juicio a un reo, es el juicio que se hace a sí mismo y el juicio que hace el lector. No hay un solo juez, hay varios y uno de ellos (el dibujante) está en silencio, ignorado, pero es el único que puede trasmitir con una imagen la emoción del momento, el único capaz de llegar más lejos que el escrito de un taquígrafo, puede llegar a trasmitir la verdad solo con observar las expresiones faciales y corporales de un reo. "In dubio pro reo", es un refuerzo de principio de inocencia en caso de duda, cuando el juez no está seguro, hasta que se demuestre la culpabilidad. Las pruebas no son suficientes para convencer al juez para condenar. Ante esta duda el juez se pronuncia a favor del acusado, en este caso es el dibujante el que intenta introducir en la cabeza del juez esa duda razonable que pueda destruir la certeza que éste pudiera albergar. Un abrazo grande Rosa
EliminarPero fíjate que yo siempre tengo la sensación de que una vez eres sospechoso de un crimen, el que sea (salvo que seas rico y poderoso, claro), más te vale poder demostrar tu inocencia, porque si no, lo tienes claro. Por eso digo que me parecen frases falsas en la práctica.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, no soy muy ducha en temas judiciales pero tu comentario me ha despertado curiosidad y he consultado una guía jurídica (la que usan los abogados). En cuanto a la diferencia entre las dos expresiones: "Mientras que la presunción de inocencia se aplica cuando hay un vacío probatorio (sin prueba de cargo hay que absolver siempre), el principio in dubio pro reo implica que si existe una prueba de cargo, pero su valoración hace dudar al juzgador, el juzgador debe absolver".
Eliminar"La sentencia del Alto Tribunal de 31 de enero de 2005, recuerda que no puede equipararse la duda externamente derivada de existir dos versiones contrapuestas, como ocurre en casi todos los procesos de cualquier índole, a la que nazca en el ánimo del Juez, cuando oídas por el directamente las personas que, respectivamente, las sostienen, llega la hora de acoger una u otra, ya que solo y exclusivamente en ese momento decisivo debe atenderse al principio pro reo, inoperante cuando el Juez, graduando la credibilidad de los distintos testimonios y contrastando el material probatorio, ha quedado convencido de la mayor veracidad de una de las versiones contradictorias que puedan existir.
¿Dicho principio podría aplicarse en materia de prueba indiciaria, es decir, cuando no existe una prueba directa de la autoría del acusado, sino únicamente indicios? Efectivamente, cuando entre los diversos indicios existentes, exista divergencia entre ellos, la prueba indiciaria pierde eficacia y puede hacer aplicable el principio “in dubio pro reo”. Y se aplica en todos los casos incluso de asesinato.
Un besote
Originalísimo relato de una técnica narrativa impecable, Eme!!! Todo un tema el de la justicia, la inocencia y la culpabilidad, y el mero hecho de pensar que nuestra libertad puede llegar a caer en ciertas manos ya me asusta. ¡Excelente trabajo!
ResponderEliminarUn beso enorme!
Fer
Uf!!! gracias por el comentario. Sí, es así, es un tema complejo de tratar. Se duda bastante del servicio de justicia para la ciudadanía y del respeto de los derechos humanos. Un abrazo grande
EliminarMuy buen relato. Demuestras una fina capacidad de observación. El amargo monólogo del encausado evidencia las dos realidades a la hora del enjuiciamiento. Por un lado, la simplificadora, que es la visión del juez o del dibujante. Juzgan y concluyen por los actos, sin más. Por otro, la compleja realidad interior del ser humano, los infinitos porqués que nos llevan a actuar para bien o para mal. Eso es el pesar del reo, del individuo que debe vivir en sociedad, de acuerdo a sus reglas. Todo ello narrado con unas metáforas muy acertadas. Saludos!
ResponderEliminarGracias por tus palabras David,"la compleja realidad interior del ser humano" al leerlas, y no me preguntes porqué, pero me ha venido otra frase que he leído en algún sitio "Los seres humanos no piensan con palabras, las palabras simplemente acompañan el pensar"
EliminarMe alegro de este intercambio de pensamientos.
Un abrazo
¿Qué pasa por la mente de un reo a quien pueden privarle su libertad de por vida? Como quien está al borde de la muerte y ve desfilar ante sí toda su vida. Debe de ser una sensación similar. Solo alguien que lo ha vivido en sus carnes sabe lo que se siente en esos momentos de angustia y, posiblemente, de impotencia y rebeldía.
ResponderEliminarUn relato éste con un estilo narrativo complejo y barroco, propio de escritores con muchas tablas y recursos literarios. Admirable.
Un abrazo.
Hola Josep Mª Gracias por dejar tu comentario. Es muy difícil describir lo que pasa por la mente de un reo, tienes toda la razón, como él nadie. Solo intentas imaginar esos momentos de miedo, de soledad y de confidencialidad con la única persona que le observa y que con sus trazos intenta desnudar su interior, llegar a lo más íntimo, como si pudiera llegar a descubrir su inocencia o culpabilidad. Hay artistas que lo consiguen, llegan a ver mucho más que cualquier otra persona.
ResponderEliminarGracias también por tus palabras de halago,!! Uy!! aún me quedan muchas tablas que ponerle al puente para llegar a la orilla. Reconozco que los comentarios que se quedan con los relatos son un verdadero estímulo para seguir escribiendo. Un abrazo compañero
Un relato impactante, Eme, lleno de frases que despiden fogonazos al pasar nuestro entendimiento sobre ellas. La angustia del reo forma parte de nosotros mismos al terminar de leer y solo puedo esperar que los trazos del juez mudo, el dibujante, hagan justicia...
ResponderEliminarMuy bueno, me ha encantado. ¡Tus musas están que se salen! :)
Besos de martes.
Hola Julia, gracias por dejarme tus palabras, me alegro que te haya gustado, pero espero que sean fogonazos inocentes y la angustia acabe con ese dibujo. Un abrazo
EliminarComentario de Estrella Resurrección: "Está escrito de un modo excelente, hasta el punto de adentrarte y sentir empatía por el sujeto ante la vulnerabilidad de todos ante un sistema injusto establecido por una mayoría, que para nada pierde el tiempo en buscar la verdad en lugar de al culpable. Creo que no saber de qué se le acusa, acorta intensidad. A mi me falta saber por qué ocurre esto.Tu personaje no es un pscópata. No es un delito de sangre".
ResponderEliminarGracias Estrella Resurrección. Me ha parecido genial tu aportación. Soy muy partidaria de las críticas constructivas porque creo que el texto tiene que ir más allá de sí mismo. Esa intensidad que crees que le falta, es interesante. Te cuento un poco sobre el texto y mi inspiración. Este relato está abierto a la interpretación, el hecho, la causa de estar preso, no he querido decirla, para que el lector no le juzgue también. He querido trasmitir el interior quebrantado de un reo ante la indiferencia de la justicia. Pero las pruebas no son suficientes, no están claras para culparle y solo aquel que es testigo, (más objetivo, ajeno a escuchar el delito del que se le acusa) y el único que puede trascender con su imagen fuera de la sala (no hay fotógrafos que captan una imagen que puede tergiversar la realidad) el que puede "escuchar el sentimiento con sus trazos", el que puede ser capaz de dibujar las emociones del reo con los trazos en el papel. El dibujante va a ser el que manifieste con su dibujo la "posible" inocencia. El relato no trata de abordar una causa, sino de atravesar con la sinceridad, con la honestidad absoluta del sentimiento del preso. Se pretende emocionar, tocar, inquietar y traspasar al lector, y que al leer las palabras del reo dejen libre el pensamiento, que solo toque el preso sin juzgarlo. Gracias de nuevo. Un abrazo
EliminarEl ser humano es subjetivo sea pintor, dibujante, juez o cirujano plástico por lo tanto la justicia no existe, ni existirá, a lo sumo puede haber un intento de hacer justicia. Pero la peor injusticia, siempre, es la nuestra.
ResponderEliminarMe gusta tu texto, tu expresiones.
Un abrazo.
Gracias José por pasarte a visitar a este reo. Si ha conmovido en alguna medida su existencia el relato ha cumplido su objetivo. El principio moral que juzga, que respeta la verdad, esa, efectivamente, esa es la que es difícil de conocer. La verdad está amarrada con tantas sogas a un reo... ¿quién eres para juzgar? ¿quién? tú, yo, él, nosotros, vosotros, ellos. Comparto tus palabras. Tienes razón, nos pasamos el día juzgando a los demás. Un abrazo
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