TONTINA
Mujeres han recibido la misma carta, una cita. Un viaje y un destino les
espera, un lugar donde soplan fuerte los alisios. Una de ellas, arruinada, con
la tesitura de decidir qué hacer, ante ella una expectativa valiente: lo más
sensato sería asesinar para cobrar, pero también podría disfrazar un
suicidio. Sabe que con este viaje quedará desfallecida, tal vez no lo aguante; puede que cuando llegue se deje morir por inanición sin importarle fortuna
alguna.
La
tontina, peculiar nombre a un monto de monedas apiladas durante veinte años;
esa tontina por fin ha llegado a su fecha de vencimiento. Fueron cuatro las
accionistas, cuatro mujeres las que invirtieron en un solo seguro de vida; mutualistas
desconocidas entre sí que conformaron un compromiso y al parecer solo quedan
dos de esas mujeres, las dos que han sobrevivido. Una de ellas pronto cumplirá
60 años y podría cobrar por fin el capital invertido, una sustancial suma; pero
solo podría hacerlo siempre que desaparezca la otra.
*
Nunca
quiso un animal de compañía, ella cree que es un sacrificio inútil tener que
cuidar a alguien que no puede hablar, tampoco soportaría tener animales y
hacerle el más mínimo daño, tal vez porque ella ya ha estado bastante expuesta
al menosprecio. Sus manos temblorosas aseguran los cerrajes de las ventanas,
comprueba que quedan ceñidos a la madera, una se queda sobre el postigo,
escondida tras el encaje de su manga; su largo vestido de lino y su blanca piel
se confunden con las cortinas. Fuera, golondrinas cabeza azul ahogan el pico en
el barro. En esa esquina de la balconada, las cortinas de delicado hilado se
baten escurridizas, acariciadas por la brisa, mientras que las avecillas vuelan
cortando el viento como bumerans. A través de los cristales se ve el reflejo de
ella abstraída a la ilusión de esas cortinas, imagina pájaros de hilado que se
escapan al viento tras ese ventanal victoriano. Tocan y una voz se detiene tras
su puerta. –Señorita North, ¿desear cenar en la habitación? –recuperada del
sobresalto asegura su cuerpo sobre la puerta y mira a través del ojo de la
cerradura. –Sí, gracias. Ya he dejado una nota en recepción –contesta con su
acento de burguesa ilustrada. Coloca la llave de nuevo en la cerradura, una
llave con un pesado colgante en forma de ídolo, una india sedente; con una mano
aprieta los muslos de la figura y con la otra da una vuelta de cierre.
*
El
hotel-villa es propiedad de un burócrata inglés. En este paraíso del
mediterráneo se ofrecen baños de olas, una cortesía de cura, ideal para refugiados abandonados
al asma y noctámbulos del teatro; blancos níveos pegado a las carnes con problemas
circulatorios y mujeres con melancolía al abrazo de la depresión. Marianne
North tras la cena ha salido a pasear por el jardín de este insólito lugar; un
cierto recelo le embarga. Queda parada en la escalinata de piedra mirando unas
ramas péndulas mecidas por el fuerte viento; las ramas proyectan sus sombras
sobre el tronco de un extraño árbol, parecen patas de dragón que se desperezan
de su sueño. La sangre le late fuerte en las muñecas y vuelve rápida al
interior. En el salón, solo cuatro mesas ocupadas: dos mujeres solas, un
matrimonio de arrogancia caniche y algunos caballeros reunidos en torno a una
de ellas y a sus vasos de Gin, toda
la esencia de gentlemen´s clubs.
Marianne tiene pegado su camisón rosado; tira de su vestido, se siente como un
higo seco, el fruncido en mangas y escote se le pega a la piel. Suda a pesar de
haber empolvado varias veces las arrugas de su rostro, cuello y brazos. Se abandona por el
salón; se escurren sus pasos y los zapatos parecen doblarse a mitad de tobillo
haciendo equilibrio con ese armatoste de llavero. El maestro del salón la
acompaña a una mesa, oportunamente junto a una de las dos damas. Después de
presentarles, toma asiento frente a ella. Baja la mirada sobre una túnica de
seda malva que deja ver los brazos de su acompañante.
–¿No
cree que deberían confiscar tanta vanidad? –le pregunta la mujer mientras
observa a todos a su alrededor y bebé té. Su túnica deja entrever un sencillo
vestido negro de corte helénico y un brassier prominente. Su tez es morena,
perfiladas sus cejas y vaselina en sus párpados, bastante maquillada.
Marianne
mira sin mover la cabeza y afirma con la sonrisa.
–No
creo que forme usted parte de esta corte de momias sacadas de la naftalina. Me
llamo Mary Clarissa- le acerca la mano enguantada en una extravagante rejilla
negra.
–Marianne… Marianne
North
–Perdone
mi curiosidad ¿Anda sola querida? ¿Quizás una vieja rebelde viajera que se ha
atrevido a embarcar en uno de esos buques dichosos de la Yeoward Line?
–Sí…bueno…
–¿De
dónde es usted? –Marianne
no contesta. –Querida ¿está dispuesta a conspirar contra mí? No me fío
de una mujer que habla poco.
–Soy del sur de Inglaterra… de la costa de
Devon.
No.., no la comprendo…– contesta apabullada.
–Si
está dispuesta a escuchar más que hablar, puedo contarle la historia de mi
vida, pero tal vez le aburriría.
–Oh,
disculpe, no... no deseo pleitos con usted– Marianne
intercambia una risa desconfiada con su acompañante–.
–¿Ha
probado ya la receta médica de las olas de mar?
–No,
aún no, acabo de llegar… tengo… tengo la piel delicada y no me atrevo mucho a
acercarme a la playa. –En estos momentos una cantante
comienza su pieza musical y Marianne se siente incómoda en la conversación.
–Yo
quise ser cantante, sabe…
–Me
siento indispuesta, he debido cenar algo que me ha sentado mal, si me disculpa–
Sale rápido del salón, llega a su habitación y repara en la gran maleta que
trajo con sus lienzos, pinceles y tubos de pinturas aún sin usar. Ha hecho bien
en no traer las acuarelas, no aguantarían esta bochornosa humedad.
*
Marianne
de niña imaginaba que, tras la cerradura de su puerta, generalmente cerrada con
llave, corría un arroyo lleno de álamos y mimbreras temblorosas. Su ventana era
tan alta que solo escuchaba el agua. Algunas veces su olor lo sentía fétido,
imaginaba una ciénaga llena de mosquitos y raíces zambas de manglar que subían
hasta su habitación. Pintaba esos paisajes en su imaginación. Siempre ha huido del
género humano, el único que al picar deja cicatriz. Hija de un viudo político
parlamentario liberal que la confinó en su mansión creyendo que así la protegía
del mundo. Sin referencia materna, solo una vieja institutriz que dirigió su
vida hasta sus veinte años. Tras su escapada del salón de baile, Marianne se
siente vulnerable. En el baño saca el jabón de su caja roja “Lifebuoy” “salvavidas” y frota con
fuerza sus brazos y manos. Baja a desayunar, en el salón comprueba que su
acompañante de la noche pasada está de nuevo allí, sola.
–Buenos
día Clarissa…
–Buenos días señora North.
–Un
día… estupendo ¿verdad? También quise ser cantante, pero perdí la voz y comencé
a pintar…
–Oh, veo
que está con más ánimo que anoche ¿Dispuesta a compartir más información? ¿Quiere acompañarme? No me extraña que se fuera, algunos bailes son una tortura
insufrible. No se sorprenda, no congenio con los cánones victorianos.
–Es
usted muy amable, gracias. Perdone que no siguiera hablando ayer con usted. Soy
por naturaleza esquiva y desconfiada con los desconocidos... – El
camarero se acerca. –Tomaré
huevo cocido, tostada de frambuesa y café con leche. Gracias.
–Santa
Cruz es un paraíso, aquí una puede morirse feliz ¿Piensa quedarse mucho tiempo?
–le pregunta mientras juega con su extraño collar de piedras.
–Usted
vino ayer, creo que… la vi llegar.
–Sí
querida, necesito terminar mi última novela, no hay como una buena dosis de
paz, tranquilidad y un poco de inspiración, espero que no se me insubordinen
mis acompañantes –sonríe retocándose, aplasta los bucles de su pelo y comprueba
que están en su sitio– mi hija ha tenido un viaje terrorífico en ese cascarón
flotante, es delicada de salud; al menos este lugar ayudará a sus pulmones. ¿Es viuda querida?
Sí, parece viuda. El matrimonio reduce a la mujer al puesto cero; hay que
divorciarse pronto.
Marianne
escucha atentamente, ella siempre ha huido de convencionalismos e hipocresías. Su
acompañante tiene cierta patina cosmopolita para brillar en sociedad, algo de
lo que carece ella, y la piel, esa piel tan fina que la muerte ni la ve. Le
huele el aliento, mejor hablar para que calle un rato.
–Es…estuve
casada, pero prefirió a otra… ahora no me importaría desaparecer y encontrarme
viviendo en una cabaña en plena jungla, fidelidad y fecundidad naturales.
–¡Caramba
querida ha despertado! Siií, estoy segura que entraría usted en éxtasis con los
lirios. Los abandonos son capaces de envenenar a cualquiera. Yo prefiero antes
poner cianuro en el dentífrico– se sonríe y muerde la tostada con mantequilla.
–Oh, no se asuste querida, todavía no lo he hecho, pero he estado más de una
vez tentada.
–
Entonces... – Marianne se sonríe mientras come el huevo– no disimula su
curiosidad, intenta cambiar de tema traga y no espera– ¿usted es escritora?
–Es
mi cuartada para ir asesinando a la gente y después tener suficientes
argumentos para escribir mis novelas, si no fuera así, no sería tan popular. La
prevengo querida, no se fie de mí. – Mary Clarissa, le guiña.
*
Es el
tercer día en la isla, Marianne ha decidido salir y pintar. Bebe un café solo y
después con el amanecer toma el sendero que baja por el acantilado, coloca su
caballete frente a un grupo de pequeñas palmeras canarias. Hay una fragancia
especial a canela y pescado en el ambiente. Algunos pescadores locales bajan a la playa. Se ha propuesto pintar hasta llegado el mediodía. Comienza con
el verde esmeralda, le sigue el azul. Mary Clarissa viene con traje de baño y
albornoz, acompañada, suben del mar. El trazo del pincel se acelera y termina
mojado en el rojo. El cuadro cobra un toque impresionista. El sol despunta por
la cala, recoge todo y se dispone a marchar.
–Veo
que se ha animado a pintar querida. No se acerque mucho al mar. Hoy no han
dejado de llegar barquitos de pesca. Por algo no me gustan las diferencias
culturales, aunque a usted no le importará que le encuentre algún animal
salvaje… Le presento a mi hija Rosaling– una delgada muchacha con ojeras finge
sonreír.
–Buenos
días, encantada.– Marianne le saluda –A veces la gente menos civilizada
puede resultar muy interesante. – Se dispone a caminar tras de ellas hacia el
hotel.
–Si
encuentra alguno guárdemelo para mi colección de personajes, los tengo
clasificados y junto a cada uno, los finales. Sabe, cada personaje puede dar
lugar a un final previsible y si los cambias de historia, el resultado puede
ser sorprendente. Mis viajes son el salvoconducto para el éxito de mis novelas;
no puede imaginar los personajes que encuentro, incluso a veces confinada, sin
salir del hotel.
–Se
ha levantado viento, debo pensar donde dejo esta noche mis lienzos para que se
sequen, no podré dejar la ventana abierta– comenta Marianne mientras agarra fuerte con una mano el
sombrero.
–Nosotras
tenemos habitaciones que no usamos, si quiere puede dejarlos allí. No tema, mis
nervios solo rompen hojas de papel no lienzos.
Marianne
acompaña a las mujeres a su habitación les da las pinturas a Mary Clarissa, queda en la entrada. Se le acerca una mujer extraña; lleva
el pelo recogido en ondas y bucles rojizos y una tirita sobre su ceja
izquierda. Viste un traje de chaqueta gris de corte masculino.
–No
tenga miedo, aunque parece una ratita, no muerde, ya lo hizo el gato esta
mañana– mira a la pelirroja, cerrando como un chino sus dos grandes ojos
grises– ella es Carlo, mi... secretaria.
*
Marianne
está junto a la balconada de hierro francés del salón. Ya ha terminado su
desayuno. El fuerte viento ha roto sus planes. Carlo acaba de bajar, se dispone
a saludarla. Un nuevo traje de chaqueta y un arañazo destaca en su cara. Desvía
la mirada al jardín.
–Buenos
días– saluda Carlo tendiéndole la mano a Marianne sin mirarla.
–Buenos
días.
–Estos
vientos alisios enturbian el día, oscurecen el sol; no me extrañaría que
lloviese –se sirve una taza de té y enciende un cigarro.
Marianne
se encuentra incómoda, no sabe qué decir, asiente y sonríe.
–Sus
pinturas están bien. Ya están casi secas, puede subir cuando lo desee –Carlo deja la
taza sobre una mesilla y el cigarro encendido en un cenicero, colocado como si
fuera a volver; la mira e insinúa con la cabeza que le acompañe –pinta usted
con mucho detalle, casi diría que se adivinan los secretos que esconde– la mira
fijamente sin esperar una respuesta, prosigue –estuve tiempo trabajando en una
farmacia, no imagina los venenos que tienen estos lugares tropicales, están
concentrados todos aquí.
Marianne
sube al segundo piso, esta vez entra, es una suite con un amplio dormitorio con salón de estar
estilo francés y cuatro habitaciones más. Mary Clarissa escribe de espaldas
a la puerta, frente al ventanal, teclea una máquina portátil; la mesa repleta de hojas en blanco y
montones de papeles tirados por el suelo. Carlo ha entrado a una de las
habitaciones, le da sus lienzos a la vez que tapa su boca con el dedo índice
señalando que no moleste a Mary Clarissa. La acompaña a la puerta.
–No
encuentra un personaje y llevará tiempo encontrarlo. Estará todo el día
encerrada escribiendo y luego... luego yo tendré que limpiar la escena hasta que
aparezca el cadáver. Buenos días.– Carlo cierra la puerta tras ella, Marianne acomoda sus lienzos y baja pensativa.
«Si no fuera porque es escritora y es una novela se
diría que un asesinato está a punto de perpetrarse» Marianne se va a dormir con
esta idea. Lo mismo piensa de Carlo, «si no fuera por su pelo y su cara
delicada se diría que es un hombre. Tal vez un joven amante disfrazado… es absurdo.» Duerme.
*
The Canary Islands Review. Última hora. Trágica muerte de una escritora en la Villa-Hotel de Tenerife, en la Orotava. Dos cadáveres encontrados en extrañas circunstancias, uno medio enterrado en la arena en una cala cercana al hotel y otro en una de las habitaciones; uno de ellos podría ser de la conocida escritora Agatha Christie. La policía valora las causas de estas dos muertes. Se descarta asesinato.
–Señora
Fletcher hoy no podrá salir de su habitación, le traeremos su desayuno– el camarero anda
precipitado tocando todas las puertas de los huéspedes del hotel.
¿Nunca se ha hecho pasar por alguien? Es divertido, créame
¿Y ha resuelto crucigramas? es una prueba de relevos para la memoria, sobre
todo para la mía ¿Se pregunta quién soy? No recordaba lo gratificante
que era liquidar a alguien, te saca de la rutina y de la pereza. No se confunda
no soy un personaje ficticio, podría serlo; también estoy hospedada en el
hotel, he estado desde el comienzo, en la otra mesa, en otra habitación, pero
nadie ha hablado hasta ahora de mí, solo de ellas dos; esa, esa ha sido mi
ventaja. Ha sido fácil. Morir enterrada en la arena, ahogada por las olas.
Hay playas volcánicas donde el baño de mar se convierte en algo terrible. Dirán
que era una mujer solitaria, triste, abandonada y las deudas la carcomían.
Esa avenida de árboles que conducen al acantilado...Se pudo suicidar
envenenándose. Una mujer frívola de humor ligero con una vida llena de
infidelidades y en la actualidad, un fracaso rotundo como escritora. Sus
novelas ya no tenían éxito. Su hija enferma la odiaba por su control obsesivo y
su joven amante la despreciaba. Su última novela iba a ser un fraude. La cita era para las tres
y dos debían morir. He afrontado el final yo sola, sin distinciones ni
sutilezas de lenguaje, pero al final la tontina se queda conmigo.
FIN
Lo he leído a vuela ojos y he visto el hotel de la Orotava. Me lo guardo Emerencia para leerlo despacito y ya te digo ¿vale?
ResponderEliminarHola Isabel, ya me contarás, quedo impaciente. La culpa de escribir este relato lo tuvo un drago, quién lo diría ¿verdad? Un beso
EliminarNo ¿No será el drago milenario de Icod de los Vinos?, mira que tiene poderes ese drago, que ha vivido muuuchos años.
EliminarHola Isabel, claro que sí, me quedé impresionada, y sabía que algún día lo recogería en una de mis historias. Se trata de Dracaena draco, el nombre de esta especie botánica, el maravilloso Drago canario, su resina es de color sangre, sangre de dragón... por eso hablo de dragones en mi historia. Es un ejemplar magnífico, quedé impresionada cuando lo vi. Ya sabía que son especies de plantas que crecen muy lentamente, de ahí su valor, una joya viva. Es monumento nacional desde 1917. Después de descubrirlo me interesé por el parque del drago, sus jardines y luego pasé a las haciendas y.... y leyendo, leyendo más sobre la zona, Puerto de la Cruz, descubrí que personajes célebres habían estado en esta isla, y en concreto muy cerca de aquí; y bueno ahí fue cuando la imaginación se me fue para crear una historia de suspense. Te sigo contestando en los otros comentarios que me has dejado compañera.
EliminarBuen relato, largo, pero a pesar de eso, no puedes dejar de leer, porque tiene algo que a mi particularmente me gusta,suspense hasta el final.
ResponderEliminarGracias por compartirlo Emerencia.
Buen domingo.
Gracias a ti Teresa y por asomarte a esta historia. Si te ha mantenido hasta el final ya lo considero que ha cumplido su misión, espero que no muera nadie más por el camino sería mal presagio 😉 Feliz domingo!!! Besos
ResponderEliminarJa, ja, hace muuuuchosañis, mi madre y yo vimos en la tele una comedia en la que los miembros de una familia casi se mataban por una tontina. Esa palabra, que jamás antes habíamos oído, se incorporó al vocabulario familiar. No había vuelto a verla ni a oírla (fuera de nuestras bromas).
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato que, a pesar de ser largo, he leído sin darme cuenta de lo que me ha enganchado. Muy bueno,en serio.
Un beso.
Hola Rosa, Good Morning, fíjate tú que la primera vez que descubrí el término dije vaya nombre y leí sobre ella. Curiosamente se debe al nombre de un banquero napolitano Lorenzo de Tonti; al comienzo era un sistema de préstamos, después se convirtió en un seguro de vida; se ponía un capital inicial para constituir la mutua (se reservaban datos de los participantes) y luego repartir el dinero entre los sobrevivientes. Hubo buena acogida en Francia e Inglaterra, incluso en España (que despelotes y asesinatos tuvieron que llevarse a cabo). El caso es que la Tontina se convirtió en un modo de seguro de vida y jubilación. Lo de la longitud del texto, te cuento que me ha enganchado tanto que no terminaba y después los personajes y la trama no me han dejado meterle tijera, hasta algunos se me han quejado como la señora Flecher, menos mal que al final la he dejado manifestarse. Solo nosotros creemos que ha podido ocurrir pero, ¿te imaginas que después diga que ha sido en legítima defensa? jaja. Gracias compañera. Feliz domingo, besos
EliminarAy qué intriga y suspense. He tardado un ratito pero como dice Tere no puedes dejar de leer.
ResponderEliminarBesos y el final es lo más.
Hola Gemma, como me alegro que te haya enganchado la historia, he estado liada con el relato durante casi un mes (por falta de tiempo sobre todo) las vueltas que le he dado. Son de esos relatos que tienes muchas ideas en la cabeza y una trama y al principio no sabes como hilarla, después va saliendo. El final ha sido los más fácil, ya lo tenía antes de comenzar. Gracias. Un beso de domingo.
EliminarLo primero, ni idea de lo que era la “tontina”, la primera vez que escucho hablar, o de leer, sobre ella, lo más que conozco de esa época es "la colchina", y sease, meter los duros dentro de un colchón, cosas de nuestras abuelas, que no se fiaban de los bancos y hacían bien.
ResponderEliminarUn gran trabajo Emerencia, lo digo en serio, has creado un clima de gran expectativa en torno a ella (la tontina) y como eje central del relato. También has sabido imprimir de sabor inglés el entorno de la Orotava, donde los británicos, grandes viajantes, dejaron una profunda huella de la época Victoriana, la arquitectura entre otras premisas.
Los diálogos, ¡tan educados!, con la típica flema británica de las series inglesas. Se distinguen las voces diferenciadas de las dos mujeres, el carácter más… cosmopolita (tú lo has dicho), y algo cínico de la una, el más hermético de la otra. Casi que no hace falta indicar quien es Mary Clarisa, y quien Marianne.
¡Cómo me ha gustado este leve toque rojo que vuelve al cuadro casi impresionista y acelerado!
Me sorprende el punto de vista de la escritora sobre “los locales”, vamos que nos ven como bichos raros y atrasados a los canarios, aunque podamos ser fruto de algo de inspiración para sus libros ;)
Dos nuevos personajes entran en escena, la apocada hija (no hay que perderla de vista, que los tímidos a veces son los criminales), y Carlo, la secretaria, ambigua, poco femenina, no se si a causa del nombre o de su vestimenta de chaqueta gris.
Que ingeniosa eres al meter a Agatha Christie en la trama, te “has aprovechado” de que estuvo de turisteo con su hija en el Puerto de la Orotava que es como llamaban antes al Puerto de la Cruz ¡Que lista eres Emerencia!, y hasta a la señora esa Flecher... y todo por una tontina más bien “listilla” que supongo cuantiosa.
¡Vaya pedazo de imaginación que tienes compañera!
Que me ha encantao, que lo sepas, ya sabes porque te lo dicho algunas veces, que tengo querencia por tu forma de escribir, tan personal, única e intransferible.
Hola Isabel, y hablando de simbolismo (es que he contestado el siguiente comentario antes jeje) el relato tiene muchos elementos: El drago, el jabón, las protagonistas (son dos personajes muy conocidos, la novelista no precisa presentación y Marianne fue una pintora célebre viajera que visitó Canarias al igual que la reina del suspense). Me inventé la historia en la que la novelista del crimen moría asesinada y a la pintora le salpicaba también, pobre. Con ellas he creado el hilo conductor de la tontina. Tengo que reconocer que se me ha ido la "olla" con esta historia. He tenido que leerme las dos biografías de cabo a rabo para imaginarme como podrían ser estas dos mujeres y que podría rondar en sus cabezas; si ya sé que es retorcido, pero me fascina crear estas historias. Carlo era el nombre real de la fiel secretaria de la escritora, le escribía todo, al parecer Agatha (Mary Clarisa su verdadero nombre) solo que yo la he convertido en su amante, por algo la escritora era mujer de mundo, jeje. Bueno querida, podría contarle la historia de mi vida pero estoy segura que le aburriría profundamente... Me ha encantado la interpretación de este personaje un poco frívolo y cínico de Mary Clarisa (es mi vena de teatro sabes. Me ha llevado tiempo pero no me hubiera importado seguir describiendo escenas, pero entonces nadie lo leería jeje, ya este ha resultado largo y mira que he intentado tirar tijera pero chica cuando no se puede, no se puede. Como siempre, me dejas comentarios que te agradezco, son un aliciente, de veras. Y este relato en particular sabía que te iba a tocar de lleno, un pequeño homenaje a esa maravillosa tierra. Un beso
EliminarA mi me encanta tu loca imaginación, ni se te ocurra ponerles tijeras ¿vale?
EliminarUna pregunta que no tiene ná que ver con tu relato Emerencia. ¿Una imagen que tienes en la cabecera de tu blog de unas esculturas de piedras... es de la playa de Santiago en La Gomera?
ResponderEliminarNo conozco la Gomera, de las islas Canarias, solo conozco Tenerife, ya me gustaría. Me han dicho que la Gomera y la isla de Hierro son una maravilla. La foto la hice en la playa del Puerto de la Cruz, Tenerife, para ser más específica, frente al castillo de San Felipe. Quedé extasiada con ese oleaje y esas figuras de columnas de rocas, puro simbolismo zen de armonía y equilibrio.
EliminarPor cierto, acabo de leer en un blog que esta práctica se ha prohibido en las Islas Baleares por considerarse "egos petrificados" una forma de dejar tu huella...bueno pues a mi me encantaron en este rincón del Puerto de la Orotava ;))
EliminarPor aquí también está prohibidas.
EliminarBueno, Eme, hoy sí he llegado hasta el final de mi lista, jajaja. Y también he concluido la lectura de esta larga (jeje) historia de suspense clásico. La has narrado de forma que se visualiza perfectamente a medida que avanzan las secuencias. Ha sido como ver una serie por televisión.
ResponderEliminarMitra por dónde, este verano visitaré Tenerife. A ver si vuelvo con alguna otra historia de suspense que contar, jeje.
Un abrazo.
Hola Josep Mª ay has llegado al final de la lista, jeje, gracias. Bueno, bueno pues que me hayas dicho que has visualizado el relato ya es un regalo. Estoy poniendo mucha atención a los diálogos, después de lo que nos contó David y es verdad que se consigue contar mucho con poco, también hay que trabajar mucho con la personalidad de cada uno. Estoy en ello. Bueno, bueno Tenerife tiene muuucho que ofrecer. Un cochecito y a darle vueltas a la isla porque no hay un rincón parecido. Desde el volcán hasta la orilla del mar en cuestión de horas, el paisaje se transforma. No dejes de comer en un Guachinche en el Tenerife norte y perder la vista en el desierto negro de lava o en la costa volcánica, los bosques de pino canario, los cultivos de plátano...hay mucho que descubrir como te digo. Un abrazo
Eliminar¡Todo un homenaje a la novela enigma! Una de esas historias de crímenes a la hora del té. Se nota todo el trabajo de documentación que hay detrás, el conocimiento de la figura de Agatha Christie (por un momento pensé que el relato iba de esos días en los que estuvo desaparecida) y un delicioso reconocimiento al personaje de la serie "Se ha escrito un crimen". Adoraba a Jessica Fletcher.
ResponderEliminarUn juego de pistas y despistes para descubrir finalmente a la responsable. Desconocía esto de la tontina, y solo de pensar que hoy día estuviera vigente... vamos, que la policía solo tendría que llamar al superviviente, je, je, je...
Me he gustado la ambientación, no solo del lugar en el que se desarrollan los hechos, sino en las maneras de los personajes, el tono de lenguaje utilizado y ese educado amaneramiento de los diálogos.
¡Te lo has currao pero bien! Un fuerte abrazo!
Hola David, no sabes como lo he disfrutado este relato, los personajes me han poseído literalmente, me he sentido con doble personalidad jeje. Y como no, la inspectora Fletcher tenía que aparecer para resolver el caso. Mi intención, como bien dices, ha sido no dejar claro quién iba a matar a quién, hasta la sorpresa final. La tontina, fíjate el seguro de vida o la sentencia de muerte, según el caso. Gracias por dejar tus impresiones tan apreciadas bien lo sabes. Un abrazo David.
EliminarHola Eme,
ResponderEliminarUn escrito muy visual, fíjate que mientras leía me iba poniendo más erguida en la silla; todo sean las formas, como los de tus personajes, y eso que nunca falte, :)
La ambientación, caracterización y diálogo te trasladan a una representación de teatro, el suspense con sus fabulosos guiños no hacen más que elevar a esta extraordinaria historia.
Lo he disfrutado mucho, mucho.
Un beso.
Bueno Irene. De eso se trataba, recrear el ambiente lo más inglés posible. Los personajes se han regocijado de ser lo más snobs, o al menos lo han imitado a la perfección como bien dices ¿no crees? hasta se te ha corregido la espalda jeeje. La percepción de la obra teatral es por los diálogos, es ahí que me sale mis inclinaciones hacia este arte, y tal vez por eso te ha dado esa sensación de estar viendo una obra de suspense. Gracias por tu comentario. Un beso
EliminarMe he introducido en esta historia donde el suspense me ha tenido enganchada sin dejar de leer a pesar de ser largo. eres única contando historias e hilando la trama con tu particular modo de escribir que por si sólo sabes contar historias y mantenernos enganchado en ellas. Nre ha encantado "tontita". Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mamen, oye como me alegra que te haya enganchado, bueno, bueno, qué bien, todo un halago. Me pensaré en escribir historias de suspense, jeje. Un abrazo compañera.
EliminarCualquiera que haya leído a Agatha Christie habrá reconocido al instante ese ambiente que impregnaba sus novelas. Los diálogos los clavas a la perfección, además de estar bien escritos y naturales nos llevan hasta las clases altas británicas de principios del siglo pasado. Novela negra, cuento en este caso aunque bien podría haber dado para más, en su mejor estilo e intriga bien conseguida. Felicidades, Eme!
ResponderEliminarHola Jorge, gracias por destacar los diálogos, realmente llevan su tiempo, ha sido como una obra de teatro con dos personajes principales, me ha gustado mucho esta experiencia. Me alegra leer que podría dar para más, sií es verdad, de hecho es así, yo hubiera seguido; lo tengo en cuenta. Un abrazo compañero.
Eliminarhola! tienen razon eel ambiente es tal cual una de sus novelas, fantastico y nos gusta conocer terminos nuevos como tontina, en Argentina se le dice a las personas un poco lelas, o muy sencilla, de poca luces y sobre la planto draco, pues que hemos investigado tambien!! nuestra curiosidad es grande y se magnifica con tus relatos, tendras infaltables seguidoras, abrazosbuhos!!
ResponderEliminarHola chicas aladas!!! aquí también, algo parecido, tontica, pocas luces. Y con respecto al Draco canario es una especie autóctona de estas islas, belleza única, silvestre por las laderas. Hay una especie muy longeva "El drago milenario" a pesar de ello, es una especie muy amenazada. Su savia, la que corre por su tronco desde las raíces, es anaranjada, la gente le dice que es sangre de dragón. Me alegro que os haya abierto la curiosidad. Un abrazo grande.
Eliminarque bello que escribes
ResponderEliminarGracias MuCha, qué alegría verte por aquí. Por cierto, leí tu último post "Hoy tengo ganas de vivir" brindemos por el hoy, claro que sí. Un abrazo
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