EL NIÑO QUE QUERÍA SER MAYOR
Cuando el paisaje le abrazó el niño se quedó quieto
sobre su bicicleta roja. Ya no pedaleaba, quería oírlo. Sintió por primera vez
el susurro del viento entre las blancas espigas del cañizo e intentó escuchar el azul de
unas ráfagas de nubes que avanzaban. Volaba. Las lomas se le iban acercando
conforme bajaba inmóvil, montado en su bicicleta roja. Le gustaba rodar rápido,
creía que así el paisaje cambiaba más deprisa y podía sentirlo más de cerca,
pensaba, estaba convencido de ello, que así él se haría mayor mucho antes.
Su bicicleta acompañaba este empeño cada día. Se había
pegado a ella, como un pulpo de una sola pata. Cuando quería paraba el paisaje,
y con su pata adherida al suelo podía diferenciar el único árbol de las flores
rosas entre los abetos verdes. Podía pescar con su caña anclado en la cima y
ver el reflejo plateado del pez en el lago.
Se sentía más mayor en cada aventura. Entonces el niño
soñaba que su bicicleta y su caña viajaban hasta las estrellas en el cohete
rojo lanzando corazones por la cola hasta que llegaba la noche; era cuando la
calabaza de vientre dorado se abría y el niño se despertaba.
Otro día el niño metió todo en su mochila y subió de
nuevo a la montaña dejando tronco tras tronco hasta llegar al paso del tren.
Allí esperaba y cuando el tren rojo dividía el paisaje por la mitad creía que
ya había pasado un año más.Estaba muy feliz, se sentía que crecía rápido. Y si era así, pensó que entonces
montando en moto o en coche se haría mucho más viejo antes.
En su moto roja el niño marchó hacia un surtidor de
gasolina en la curva de la montaña. Iría lo más lejos que pudiera hasta llegar a
un claro del bosque donde junto a un fuego dormiría en su tienda. Al despertar
ya no vio los árboles de color verde, estaban vestidos de amarillo, todos, como
su calabaza y las luces de su tren en el atardecer.
¿Y desde el cielo? seguro que si llegaba allí sería más viejo antes. Corrió
y se montó en una telecabina roja, entonces el paisaje ya no era verde, ni
amarillo, era de muchos colores. Cuanto más alto subía más colores podía ver,
entonces pensó «esto es ser
mayor: ver todos los colores del paisaje».
Esta vez se despertó de un salto sonriendo, había
descubierto el secreto de ser mayor. Abrió la ventana, respiró contento,
manteniendo el aire en sus jóvenes pulmones. Pudo ver el cielo gris y casas de paredes grises. Corrió a desayunar y se montó en el autobús para ir a la
escuela. Y al pasar por una curva vio a una mujer que llevaba un paraguas rojo
y pensó:
«A
ella ya no le hace falta ninguna bicicleta roja, ni moto roja, ni tren rojo,
tampoco una telecabina roja, solo con un paraguas rojo vería más colores que él»
pinturas de Dima Dimitriev
Precioso el texto y preciosas las pinturas. Me encantan tus relatos Eme, porque confías en la inteligencia del lector.
ResponderEliminarLa última pintura me ha recordado la portada de "Patria" a primer golpe de vista, aunque luego, más despacio, se ve que no tienen nada que ver.
Un beso.
Hola Rosa, eres mi primera lectora del cuento, también el primero que escribo, qué ilusión. Y me confías un precioso regalo. Gracias de corazón. He visto la portada del libro "Patria", una silueta con paraguas rojo tras una ventana, el niño pensaría lo mismo, qué fácil para los mayores. Un abrazo
EliminarEs surrealista y esa interpretación de los colores es puro arte, digno de Franz Marc.
ResponderEliminarMuchos besos.
Hola Sol, jaja gracias, has dado con el pintor en la diana, me encantan sus caballos azules, amarillos, morados. Un beso
EliminarImaginación y maestría en la redacción de este hermoso cuento.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Suni, me alegra que te haya gustado. Que gusto de seguidoras, qué regalo me anima un montón a seguir contando mis fantasías. Un abrazo
EliminarRealmente bonito.
ResponderEliminarSer mayor es ver todos los colores del paisaje. Nunca lo había pensado así, pero tienes mucha razón: la experiencia suele dar perspectiva de las cosas y nos permite reconocer matices.
Por cierto, yo siempre pensé que tendría un coche rojo cuando fuera mayor, jajajaja.
Jajaja y yo también pero después me lo compré blanco. Dicen que el rojo representa rapidez, a mi me encanta. Sí es así, la perspectiva se va aprendiendo con la edad y con el desarrollo de la sensibilidad y los sentidos. Aprender a mirar unos los descubren antes que otros. En tu caso, lo tienes fácil María, vives inmersa en mil colores y percibes esas sensaciones continuamente; un regalo para disfrutarlo día a día. Un abrazo
EliminarHermoso relato Emerencia, lleno de inocencia y sabiduría a la vez, no se si por esto o por el color rojo y tratarse de un niño me hiciste recordar al "Principito".
ResponderEliminarNo creo que amerites elogios literarios, sabes escribir bien de sobra y le pones tanto sentimiento a tus reflexiones y relatos que deberías dedicarte a escribir mas seguido estos cuentos.
Dicen que viajar nos hace sabios, y creo que es así sin importar si esos viajes son reales o imaginarios, experimentados y vividos desde el interior del ser, como en tu caso, hay muchos que viajan y solo ven lo superficial, otros se adentran en cada piedra, árbol, mar y se integran tanto que se convierten en el viaje y al leerlos nos llevan con ellos también a ese viaje.
Me encantó tu imaginacion o debo decir la del niño y por primera vez ame el color rojo.
Gracias Emerencia, eres una mas de las personas que han dado sentido y reafirmado mi objetividad, a acercarme a este espacio virtual.
¿Uf, Idalia, y ahora que digo yo? Me siento agradecida por todo lo que he podido hoy leer. Con respecto a tus palabras decirte que suponen un gran aliciente para seguir escribiendo, de hecho estoy con otro cuento. Tengo muchas cosas en la cabeza que me gustaría contar, pero las empiezo todas y debo centrarme en acabarlas. Si debo confesarte que estoy en fase de depuración y aprendizaje como una avecilla que empieza con sus primeros vuelos, que no sabe cuanto debe de saltar para volar. Ser novel es un privilegio y estoy intentando convertirlo en una virtud, que ya es mucho. Gracias por tenerme presente en tus círculos, es correspondido, ya lo sabes. Un abrazo
EliminarQué bien escribes Eme, de verdad. Me ha gustado todo pero especialmente el final, muy muy bueno.
ResponderEliminarBesos y mi bici era rojo y mi color preferido es el rojo.
Qué bueno, esa niña Gema con su bici roja, te imagino, no estás muy lejos de este niño, te veo con él rodando. Gracias. Un abrazo
EliminarPrecioso cuento, continua por que esos colores bañan el universo. Besos muchos!!
ResponderEliminarGracias Maríjose, así lo haré, besos mil
EliminarMe ha encantado Emerencia, es precioso.
ResponderEliminarMi color favorito el rojo.
Un beso. TERE. Feliz domingo.
Gracias Teresa, me alegro que te haya gustado y con ese color, que es maravilloso, un beso
EliminarDesde luego no se podría explicar mejor a un niño qué significa ser mayor. Cuando eres un bebé todo es blanco o negro, luego vienen los colores alegres, apasionados; más tarde los tristes y melancólicos. Y a partir de ahí todos distintos e infinitos tonos que se pueden distinguir en cada color. Sin duda, hacerse mayor es comprobar que nuestra paleta de emociones, o de colores, crece cada día. Preciosa historia, Eme. Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias David, qué bueno tu comentario, y además con ojos de mayor. No lo has podido resumir mejor. Un abrazo
EliminarQué rápido queremos crecer y luego a la primera sacudida, miramos hacia atrás con nostalgia y pena de que esos tiempos duraran tan poco.
ResponderEliminarEmociones convertidas en color, es un texto muy bonito Eme.
Conocer esa paleta que se expande y contraer dependiendo de nuestras circunstancias nos hacen únicos, pero sobre todo no perder la esperanza de ese color, fuerte y lleno de vida.
Un besazo.
Hola Irene, gracias, sí el rojo está tan lleno de luz ¿verdad? creo que a todos los niños nos ha gustado el rojo, de mayores tal vez nos apastelamos, pareciera que los colores vivos son muy fuertes para nosotros o vemos demasiados colores ya en el universo. Un abrazo
EliminarHermoso cuento Eme. Nadie diría que es el primero... Cuando somos niños siempre queremos ser mayores, y es verdad que cuando lo somos es como ver la vida con plenitud, con todas las muestras de "colores" tanto buenas como malas. Qué pena que nos dejemos un poco de inocencia en el camino...
ResponderEliminarMe ha encantado, Eme, un cuento vital y lleno de alegría. ¡Enhorabuena!
Un besazo.
Gracias Ziorza, qué ilusión, de verdad. Me alegro mucho que te haya gustado tanto. Un abrazo
EliminarHermoso cuento, sigue dejándonos boquiabiertos con cada texto.
ResponderEliminarDejo aquí mi blogg por si queréis echarle un vistazo, espero que os guste.
https://m-annita.blogspot.com/
Saludos,
Mannita