EL ISOCARRO DE MATÍAS. CUENTO
Grandilocuente y cuasiforme era la trasera del isocarro de Matías. Una
caja de madera donde metía todos sus críos, gallinas y guarros; también la
alcancía y un saco de pan. Todo esto, después de armar una zapatiesta de
guantazos y mamporrazos para que todo el mundo, encajase bien adentro del
motocarro.
Luego, se tiraba por la cuesta de los pinos
arrastrando las alpargatas. Iba blandiendo un palo de acebuche por si alguno se
descarriaba: niño, pollo o cerdo.
No era la primera vez que tomaba esta senda y
andaba bien seguro por ella, pero un día, se encontró al hombre lobo con sus colmillos
bien visibles y el lomo alzado. Estaba en mitad del camino. Tremenduco
bestiajo, maltrecho agazapado en la cuesta de los pinos. Allí estaba el dichoso
animal doblado aparentando más de lo que era.
Matías sabía que no podría escapar ni para
atrás ni para adelante con el isocarro tan cargado.
Así que, decidió darle algo a la bestia para
paliarle el hambre.
El pan se lo guardó Matías para el camino, y del resto dio buen provecho
al malvado intruso.
Por la cuesta abajo corría bien ligero ahora el isocarro. Y el hombre lobo allí quedó, bien hinchado, dejando un rastro de cáscaras de huevos por el camino.
Qué entrañable la palabra "isocarro" y lo que representa. El de Matías me ha recordado al 600 de mi padre, en el que llegamos a meternos 13, en este caso todas personas, 2 mayores y 11 niños. Entonces no paraba la benemérita por esas minucias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Chema, jeje siiii el isocarro lo decíamos de chicos, me chifla esta palabra, rueda con muchas historias. La anécdota del seillas y esa familia numerosa de lso años 60. Eres de mi época colega. Gracias por tu comentario, siempre, gracias. Un abrazo.
EliminarEres una cuentista de tomo y lomo, ja,ja,ja.
ResponderEliminarAsí que Matías prefirió quedarse con el pan, sacrificando al resto de inquilinos del isocarro. No sabría decir si fue prudente o necio, je,je.
Un abrazo.
Hola Josep Mª qué alegría, jaja ¿cuentista yo? nooo. Y lo bien que lo pasamos. Gracias amigo mío. Un abrazo.
EliminarCaray con Matías (por cierto, así se llamaba mi abuelo). Le soltó al hombre lobo críos, gallinas y guarros. Contenta quedaría la fiera.
ResponderEliminarMuy buen relato y muy bien escrito. me encantan las palabras y expresiones que usas.
Un beso.
Hola Rosa!! mira que casualidad, nada menos que tu abuelo. Gracias amiga mía. Un abrazo.
EliminarLenguaje precioso. Un cuento cuya moraleja es pagar peaje, creo :-)
ResponderEliminarMe encantó. Un abrazo
Gracias corazón, me alegra que te haya gustado. Un abrazo grande.
EliminarMe encantó
ResponderEliminarHola Sara, muchas gracias por tu comentario. Yo encantada también. Un abrazo.
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