Hay un símbolo de protesta en la pared, lo dejé con mi saliva. También dejé una flor con pétalos azules y naranjas. Si alguien despega mi símbolo y mi flor encontrarán mi ADN, despejará la incógnita: Sí, existo. Es mi callejón exclusivo, por donde pasé tantos años dejando mi aliento y mi pesar, donde también forniqué la primera vez. Te lo preguntarás ¿qué valor puede tener un lugar tan poco transitado, de paredes húmedas, hediondo, humeante, por donde los caldos salen pringándolo todo y luego se evaporan? Mucho. Es mi día a día, mi tránsito, mi discurrir. Ahí, mis dulces petrificados forman flores y símbolos de paz. Nadie me pega encima. Desde el primero que fijé, hoy ya existen miles cubriendo ambos lados del callejón; cada uno de forma sostenida e insostenida, pegados a conciencia o colgando como moco de velas. Allí esperé a que él viniera, hasta que dejó de hacerlo. Dejé de besarlo y comí más chicle. Gasté mi saliva. La gasté por impulso sexual, por ham...
Esperas bien. Me gustan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias amigo Chema, genial. Abrazos mil.
EliminarPues muy bien, buenas reflexiones.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola amiga mía, otro formato a la vida jeje. Gracias por estar. Un abrazote.
EliminarGenuinas reflexiones, Eme.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Hola amigo Joaquín, qué bueno tener tus impresiones. Gracias, una abrazo de verano.
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