MIRAR UN CUADRO EL JUEVES CON MI GURÚ

Estar sola se sobrelleva, sin embargo a esa tirana que me acompaña le estoy tomando tirria. Me refiero a la habitación vacía. Me ve sentada y me hace repasarle una y otra vez la pulcritud de su suelo. Y así semanas. Hace unos días saqué el abrecartas dorado de mi abuela y con ayuda de la lupa me dispuse a leerme la mano y ver todas las veredas que me han salido nuevas en la línea de la vida. Voy siguiendo las finas rayas con la punta hasta que desaparecen. ¡Valiente discurrir que llevo! Me veo un mundo de atajos sin fin. Han quedado tan marcados que anda mi mano en vía de convertirse en un mapa de pergamino. Miro y remiro la línea del amor y ahí sigue. He consultado con mi vecino. Es un gurú de estas cosas. Si no fuera por esa blusa azul aburrida y temporal que gasta, resultaría un hombre de estimulantes atractivos. Su ritual me divierte: balbucea palabras ininteligibles y me roza las palmas de las manos con sus dedos; algo que me excita, y no sé el motivo, ta...