CAOS

Se levantó con un caos en la cabeza, no encontraba su propio norte. Miró de nuevo lo que había escrito y rehecho la noche anterior e hizo un intento gutural de risa. Una sonrisa alzada entre la pesadumbre y el desconsuelo. Estaba solo. Sentado en su sillón de felpa verde, en aquel rincón, arropado en el vacío de una bata roja deshilachada y arrugada; con los dedos abrasados por la nicotina, al igual que su labio inferior y el esmalte de sus descascarillados dientes. Las manos cruzadas, temblorosas. Los dedos cosidos, estaban abrasados y cosidos. Pensó como había podido llegar a escribir aquello. "Comienzo a escribir y no me conozco" - lo expresó en voz alta-. "Siempre he dicho que la literatura no debe ser agredida. La palabra debe seducir y no aducir. Me siento que he atropellado mis propias letras, las siento como si resbalaran del papel por simple inercia de lo impropio. Me doy de bruces contra mi propia plática de años”. Este escritor tal vez pensó que s...