VIVARIUM



    Mientras que aquella otra estuvo viva el cielo no paró de amenazarle tormenta. Antes del primer rayo ya se escuchaba el trino metálico que la despertaba de su ensimismamiento. La mujer a la que ella llamó Comadre estaba a su lado. Y así para siempre con los ojos vacíos e indiferentes.

    La criatura apareció en el silencio cruzándose con María Gori. Fatalidad, ventura o azar. Las dos vivían en la misma calle, en la misma dirección. La una en el hueco adaptado del primer piso aledaño al semisótano y la otra, en el tercero; un espacio luminoso abierto a la urbe. Aquel agujero de la una era lo más parecido a una madriguera de garduña con los huesos y despojos de sus víctimas descomponiéndose al amparo de una mirada astuta. La otra, en una cuadrícula de color manzana ordenada con recuerdos y fetiches; devanándose los sesos por alcanzar una plenitud noble y solidaria con las personas. A pesar de sus diferencias naturales, la una y la otra vivían en el centro de la soledad que las volvía frágiles y dependientes.

    En ese primer encuentro María Gori se disponía a salir a la calle con la fe de que la noche la librase de su desvelo. Ni supo como apareció. Lo que se manifestó como un gato más largo que un día sin pan se le escabullía en las sombras dejando atrás un rastro a sudor de calcetín. María dejó pasar aquel curioso contratiempo sin darle la menor importancia.

    Tardó una semana en verla de nuevo. Esta vez se le cruzaría entre las piernas rozándole con su pelaje y a punto estuvo de caerse si no fuera porque le salvó el pasamano. Aquella sombra fue siguiendo el recodo de la escalera y se esfumó justo detrás de la portería. Al día siguiente, con la luz del mediodía, María encontró el agujero por donde escapaba la criatura. La curiosidad se convirtió en una obsesión. Estaba decidida a vigilar esa diminuta entrada el tiempo que fuera necesario con la intención de acorralarla. Aquella no se dejaría ver durante el día y, al fin y al cabo, ella tampoco dormía mucho, así que esperó. Lo primero que vio María le puso los vellos de pie: el largo cuello blanco de la criatura seguido de un resoplido y un fuerte gorjeo. Y no hizo ningún amago de huida. Su menuda cabeza la desafiaba con la boca abierta; conforme se le acercaba, aquellos trinos se fueron convirtiendo en gruñidos y pudo ver sus afilados dientes. Un gélido frío sacudió todos los huesos de María. Aquella criatura de vientre panzudo se le abalanzó y por la boca se le metió toda lo larga que era.

    María Gori amaneció con fiebre al día siguiente. Embutida en su bata de andar por casa escuchaba el aria de Bach. Daba vueltas sobre sí misma dirigiendo con la batuta de sus manos el aire de sus ajustados límites. Subió los decibelios y se sonrió maliciosamente. Cada vez más floribunda y despótica, fue censurada por la comunidad pensando que su vecina del tercero había perdido el centro. Conforme pasaban los días era más descarada, enjuiciaba y lo criticaba todo. Su falsa sonrisa despedía un aliento rojo y entrecortado. María comenzó a hablar sola con su otra parte a la que llamó Comadre. Ella se fue dejando llevar. Y poco a poco Comadre fue apoderándose de la materia luminosa que María tenía en su interior. Sus hermosos rasgos mulatos café tostado se le fueron ensombreciendo hasta perder la chispa inocente de la mujer que fue. Se afilaba las uñas y las dejó crecer.  Deshumanizada se contagió de un sentimiento hostil que la inducía a la violencia y a la sed de sangre. Deshumanizaba también a quienes la consideraban su rival, mordisqueándoles en la nuca hasta entrar en shock. Comenzó a matar por dinero. Y el dinero despertó en ella la ambición de poseer y acumular riqueza.

    Lo poco que quedaba de la mujer que fue permanecía al acecho, observándolo todo y en ratos de debilidad que tenía Comadre, dejaba salir pensamientos buenos para que sus intenciones fueran cordiales. Pero estas buenas intenciones chocaban con la realidad que vivía. Esta doble naturaleza hacía que anduvieran confusas la una junto y dentro de la otra. Hostil la una con la otra.

    Miquel Angelo llegó por vía aérea de otro país con auriculares en sus orejas y con ambiciones de altos vuelos. María lo conoció un jueves santo en una exposición de pintura. Un par de ojos negros sobre una barba hirsuta le robaron el alma a María Gori. Lo cambió todo. La mujer que era bebía la vida por sus labios y sintió por él una pasión arrebatadora; sació el hambre acumulada de años rodando por la cama y gimiendo como una desesperada. Estaba dispuesta a amarlo siempre. María olvidó por completo aquella dislocación interior que sufría mientras que aquel amor la fuera llenando por dentro. Esta vez era Comadre la que permanecía agazapada con los ojos crueles de roedor y con la soberbia endemoniada. A María Gori, de forma inesperada, se le comenzó a estrechar la cintura, lloraba del dolor mientras Comadre le sorbía la vida. María no paró de llorar procurando ahogar aquella criatura. Ahora las dos por igual quedarían paradas al borde de un abismo.

    Tal era el aborrecimiento de la una para con la otra que la parte mujer dejó de comer, de rascarse, de moverse, todo lo que hiciera falta si con ello conseguía deshacerse de Comadre. María se revolvía en sus entrañas. Y no lo pensó. Se desnudó frente al espejo. Y sin apartar la vista de aquel reflejo que tenía frente a ella comenzó a rasgarse desde la base del pubis hasta el límite de la frente; la uña se paró allí donde el cabello le crecía. Igual hizo con sus brazos; hincó la punta del dedo índice en la carne y no lo sacó hasta llegar a los  hombros. Luego fue abriéndose en canal hasta separar todo el cuero de la carne. Consiguió desollarse por entera y deshacerse de aquella otra por los pies. La vio allí, tirada en el suelo de mármol, convertida en una masa despellejada de pelo verde. Le provocó arcadas. Vomitó el miedo, la ambición, las trazas de muerte y las ascuas de un verdadero infierno. Fueron cayendo uno a uno sobre aquella montaña que María luego tapó con la bata de andar por casa que de inmediato se ensopó de sangre. Allí, de pie, temblando como un buque perdido en el naufragio, María no terminaba de librarse del peso de Comadre. Las frustraciones se resistían a caer. Las llevaba enganchadas como pulgas a su carne viva. Libre de ella ya no le importaba la forma que tendría a partir de entonces.

    Un trino bajo como un silbido sobresaltó lo que parecía un ritual romano. María dio un respingo, saltó sobre esa montaña procurando no resbalar y revolvió un cajón tras otro hasta dar con una aguja de colchonero. Regresó con ella sobre aquella masa deforme e intentó cosérsela de nuevo y recuperar a Comadre, pero a cada puntada se le deshacía, ya había comenzado a descomponerse. Un grito punzante salió desde el fondo de la tierra.

    Tras aquella desgracia irreparable María Gori entró de golpe en la vejez. Atrás quedaba ese resquemor pringoso e ingrato que arrastró durante diez años. Se juró que en lo que le quedara de vida no se dejaría arrastrar por nadie. María, cada día más ligera, cada día más alada. María, cada vez más transparente.

    En su cuaderno de vida dejó escrito: «No desprecio las aberraciones que pude llegar a ser. Solo me expuse a ese contagio maligno, como cualquier otra persona, quizás con la intención de completar mi facie humana. Me arriesgué a equivocarme, a no diferenciar la luz de la oscuridad, lo bueno de lo malo. Fui la víctima de Comadre, pero Comadre también fue víctima. Ella, respiró, comió, cagó igual que lo hice yo».






Comentarios

  1. ¡Hola, Nuria! Un inquietante relato que muestra la dualidad del personaje de una forma bastante sobrecogedora. Me ha parecido que el relato puede abarcar tanto la división psicológica como física del personaje, pues al principio se puede leer como un tema psicológico o imaginario hasta cierto punto, pero luego encontramos una perturbadora escena que nos muestra que definitivamente sí que había algo tangible.
    Gracias por incluir tu relato en el homenaje a Italo Calvino y el El vizconde demediado.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Maria Auxi por la lectura y yo encantada de participar en tu propuesta. Un abrazo

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  2. Impresionante, Eme.
    Un abrazo.

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  3. Qué maravilla de relato, Emerencia. Una historia que deja sin aliento. Tremenda la desazón de la protagonista y cómo has logrado transmitirla. Envuelves su desconcierto en misterio y en un tono de cuento oscuro con un ritmo y una sucesión de escenas que va creciendo en intensidad hasta una conclusión que abre al fin una ventanita de esperanza. Me ha gustado muchísimo la forma de contar las sensaciones y mostrar la dualidad que la acecha. Un relato genial.

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    1. ¡Hola Marta! Muchas gracias por el comentario. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo

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  4. ¡Qué gran escritora eres, Eme! Me asombras. No buscas el camino fácil, hiciste que te leyera con los ojos muy abierto y la piel erizada. Un escrito desconcertante por lo original y maravilloso por lo bien escrito. Abrazo... sin acercarme mucho no sea que me comas :)

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    1. ¡Hola, Isabel! Muchas gracias por tu lectura amiga mía. Abrazos mil

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    2. Hola, Emerencia. Un relato que a mí me ha trasladado a los relatos de Poe, con ese ambiente entre mágico y terrible, escenario de una historia que deja sin aliento en cuyo final parece vislumbrarse un atisbo de esperanza.
      Genial.

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    3. ¡Gracias, Bruno! Nada menos que Poe, tendré que leerle más. Un abrazote

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  5. Fantástico e impactante (y terrorífico). Tu imaginación al servicio de tu destreza con las palabras en un cuento perfecto. Es un ejemplo drástico de los dos extremos. Es una maravilla en la exposición que te atrapa sin remedio en cada palabra (y el realismo mágico que despliegas con total dominio tiene parte de culpa). El contenido tiene mucha, mucha miga, porque el engendro maligno vive, respira, "caga" por ella desde la visión de la poseída, lo que le aporta una mirada compasiva, bondadosa (incluso en el acto de volverla a "componer", y es que estamos pasando de nuevo a la luz, al otro extremo, el de la bondad pura, a la que la protagonista llega a través de su enamoramiento.
    Me trasmite la idea de que la protagonista, que busca y espera a su opuesto frente al agujero, necesita experimentar ese otro lado oscuro, quizá para conocer, para comprenderse a sí misma. Al fin y al cabo, sólo puedes "vomitar" todo el mal si antes te haces consciente de él. La parte de las frustaciones pegadas como parásitos que se resisten a caer es una metáfora genial. Eso también sugiere la idea de que el mal surge de la frustación, del miedo, de la culpa, del rencor...
    Toda las descripciones, metáforas, comparaciones son fantásticas. Merece una segunda lectura, porque dices mucho en poco espacio.
    Felicidades! Qué bien que nos lo hayas compartido.
    Un abrazo!

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    1. ¡Hola Maite! Sin palabras. Has hecho una reseña en toda regla del relato y con buena caligrafía. Agradecida siempre. Un abrazo

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  6. Hola Emerencia menudo relato muy bien escrito y revuelve por dentro. Gracias por compartirlo. Un abrazo.

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  7. Entre la revulsión, el terror y el sobrecogimiento, te saludo como la escritora que eres. No se puede dejar de leer, no se puede dejar de aprender, no se puede dejar de reconocer todo lo verdadero de la historia. Muy buen final. Gracias, un abrazo

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  8. Hola Emerencia. Interpreto este relato como la pugna interior entre el bien y el mal, entre lo que la sociedad nos demanda y lo que se esconde en lo más intimo de nuestros sentimientos, entre la persona civilizada y el animal que todos llevamos dentro. Una metáfora de nosotros mismos y del discurrir de la vida. Un abrazo.

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    1. ¡Gracias Jorge por dejar tu interpretación! Y no vas mal encaminado. Un abrazo

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  9. Emerencia, la Bosca, haciendo magia con un minusculo trocito del jardín de las delicias. Un trocito del infierno, por supuesto. Que es donde estaban antes la bicha y la humana y donde están despues. Ni con la una ni sin la otra tienen sus msles remedio. Solo al final , con la paz de la falta de las ganas de soltar los i stintos, se atisba un poco de luz sl final del tunel.
    No se si lo he leido 3 o 4 veces hasta que me he fijado en la imagen. Me quedo con las ganas de interpretar el título.
    Me encantó el detalle de la aguja de colchonero.
    No concursas porque pasa de 900?
    Besosss

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    1. ¡Hola, Gabi! La Bosca, valiente cumplido. Me hechiza el Bosco y su ingenio. Era el único en el que podía encontrar una imagen para encabezar el relato. Buen observador. El título `Vivarium´ es un lugar de vida, cerrado, para criar animales. Ya lo dice todo ¿no crees? Qué bueno que te hayas fijado en ese detalle de la aguja, cómo si no se lo ibas a coser ¿no crees? Disfruto mucho con tus comentarios. Muchas gracias tres o cuatro veces. Besossss mil

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