VENECIA Y SU IMAGEN PRESTADA






Era una imagen prestada y la acaricié como si aguardara un legado. Mientras la reproducía, creí navegar tantas veces por ese canal derramando sus reflejos; veía entonces como las raciones de color subían brillantes por las fachadas y la brocha se dirigía esbozando líneas tortuosas y definiendo sus formas orientales; las chimeneas saltaban, se escapaban de la blancura del lienzo. Y así, esa imagen quedaría prendida en la pared de mi habitación. Han pasado siete años y la imagen se ha hecho real.

***





La fórcola del gondolero guiaba su maniobra por el canal, ahora vira, ahora rota en la estrechez y mientras, el delfín de ese invertida asomaba bajo el puente. Por intrusa e inclinada me permití trocarla por otra embarcación y ya no sería negra, ni se guiaría por ese peine rayando el lienzo.








Llevaré todavía incrustadas en mis suelas una pequeña porción de sal de las muchas que se derramaron aquella primera mañana por los puentes. Una y dos veces atravesé algunos canales. Ninguno era él. Aún así, seguiría buscándolo mientras los granos permanecieran ocultos en las esquinas de los escalones de piedra.






A medio gastar por el cansancio me cargaba el embutido gris del abrigo hasta una palma del suelo, sentía las fuerzas encerradas en sus bolsillos, fue entonces cuando me agarré a los guantes y dejé caer mis pasos hasta que mis pies me soportaran. Ese desnivel de adoquines no perdonaba; ni tampoco esas bajadas y subidas de la calzada sorteando arcos. Aun así, me dejé deslizar como una serpiente por las formas que adquiere la piedra blanca de Istria, por los ladrillos y estucos sin remozar, por esos balcones de Oriente.








La urbe polinésica permanecía como un cálice labrado en su tabernáculo. Su escenografía es tan hermosa como la naturalidad de una diosa a la que todo le fuera debido. Ella no puede abandonar la convicción de constituir el centro del universo a pesar de que se sostiene descolocada sobre sus prótesis de madera dejando sus rodillas doblegadas a las caprichosas subidas y bajadas de las mareas. 







Cuán frágil y perecedera es Sereníssima; una creída inquebrantable, engreída, presumiendo de tener suelo firme, pero nunca hubo ciudad más leal al tiempo y que haya recibido el prodigio de tan bella estampa. Las fachadas le fueron cinceladas con juegos de perspectiva y las aldabas de sus puertas fueron entonces y serán siempre juguetonas en brazos de angelotes.










Pinté sus casas de colores en mi lienzo de entonces, algunas estaban descascarilladas y casi todas adosadas con esa postura desajustada; cruzadas a lado y lado por el pequeño río callado donde las barcas enmudecían tapadas. Y los fondamentos, esas aceras junto a los canales, penumbrosos donde se les adhiere el silencio. ¿Qué intriga y misterio tienen? tal vez sean esos exudados de sus descarnadas y adustas fachadas que se ahogan y hablar no pueden.







Y ahora que estoy en Venecia lo siento todo fugitivo y cambiante, renovable por las mareas. Aunque Sereníssima se crea inalterable a los millones de pasos por sus adoquines y pasarelas; ella es perecedera, te lo confirman todas esas caras de piedra que se asoman a su contorno frente a los canales: unas bizantinas, otras romanas, las llamadas palladianas.


 





También lo dicen las casas desconchadas con las puertas tapiadas; muchas decrépitas, en desuso, mostrando sus toscos ladrillos con sus balcones orientales raídos, despedazados; casas con los traseros abultados, insinuando el relieve de su chimenea acampanada. Muchas otras fueron las que tuvieron suerte y les sobreviven sus pilastras y páteras, sus arcos venetos; sus puentes aledaños de madera que antaño fueron quemados o se agrietaron o se hundieron hoy les lucen de nuevo alzados por manos artistas de albañiles y canteros.






En un leve sueño escucho a la muchedumbre que navega por el Gran Canal; cientos de embarcaciones vuelven a sus rincones. ¿Acaso hay lugar con más marinos, más ríos y más meandros? 






Pintura de Giovanni Canaletto siglo XVI


Es aquí donde los tintoreros y duques pasean por la misma agua, el mismo lodo. Y ahora oigo como se cierran las verjas del gueto judaico; los askenazies y sefardíes se recogen en sus sinagogas y en las scolas. Con el toque de queda del ocaso, los sabios, médicos, tipógrafos y banqueros permanecerán encerrados hasta la salida del sol de mañana. Se guardan a buen recaudo los cuadernos de los préstamos; se acalla el mercadeo y el estraperlo.





El magnetismo de Venecia transfigura, te hace proclive al pecado y avarienta de tiempo. Veo esas torres inclinadas con sus ojos puestos allí donde la calle se ensancha, mientras que los pozos abandonados de piedra blanca con ese hermético brocal, ven y callan todo lo que acontece a su alrededor.








He descubierto las esquinas donde se esculpen las esculturas de los usureros; los restos petrificados de esos jactanciosos y deshonestos mercaderes. Algunos de ellos fueron ahogados, hundidos en esa agua gris, opaca, y ahora son sus esqueletos los que aullan en la gran laguna. Ahí se escucha el espíritu de Vivaldi que se suspende a media altura sobre la corriente, él, que sigue reescribiendo las notas de esa vaga melodía una y otra vez. ¡Mercaderes y marinos! ¡Casanovas y poceros! ¡Campaneros y fantasmas! ¡¿Dónde están los rubíes de los caballos de San Marcos?!







Hay páginas invisibles y maldiciones calladas, ocultas por sus espíritus. Parece como si la historia de esta ciudad fuese escrita en las páginas invisibles que dejaron sus espectros y sus maldiciones se hubiesen callado o se ocultaran, aquí, donde la peste no tuvo lugar y acierto. 











¡Cuidado! en esa esquina, una larga nariz emerge de la laguna; un rostro blanquecino, siniestro, atufando a hierbas; sus anteojos se pierden en esa faz impía y su cuerpo languidece en la bruma en una larga y oscura capa. La larga y corva nariz lleva un viejo maletín que apenas se aprecia en detalle, va tapado por el filo de la ca…








      Mientras buscaba el canal del cuadro un día sí y otro, la ciudad también fue mostrándome su cara gris; cuando ya no se dejaba ver y solo se olía. Sonaba un susurro hueco en el callejón mientras la tardía luz del ocaso seguía oscureciendo Venecia. Las callejuelas se iban llenando de sombras, aparecían siniestras las esquinas y ese fondo de los canales dejaba un rastro de olor a ese cieno fétido. La marea se quedaba sin aliento. El viaje a tempo de la Sereníssima, con abrumadora belleza de mariposa, la sometía al ostracismo
.








      La Sereníssima es oscura en la noche, casi críptica, silenciosa. 









   Las farolas se encienden en el muelle, desde donde zarparían las embarcaciones rumbo a los mares lejanos. Los castellos en Canararegio, los conventos, los palazzos se rinden a sus reflejos. El rápido crepúsculo apaga la ciudad. Esa poética luz difusa, sin dejarse caer las sombras de los pocos transeúntes que vagan en las calles solitarias, oscuras al abrigo del mes de enero, con un frío que cala los huesos.








Y entonces, sin parar de caminar y transvasando vaporettos, en los sombríos pasadizos de Dorsoduro, aparece ella. La imagen surge como un milagro que deja atrás la abnegación del gran puzzle venetano. Ahí, el canalón bajando por la fachada, los muros de ladrillos y los escalones de entrada. Allá los reflejos apagados en el canal de las coloridas y tortuosas casas. Estoy en el puente de la calle de la  Pazienzia, desde aquí lo veo. «Lo encontré por fin». Indescriptible la emoción que me embarga, tiemblo. Mañana volveré para ver sus colores. 






    Al fondo es la plaza de Barnabá donde se ve que finaliza el muro del muelle con sus cimientos de pilotes de madera con los bloques de piedra de Istria donde se anillan las ataduras de las barcas. Ahí están esas naves silenciadas, tapadas. Bajo mis pies el río con el mismo nombre. Camino hacia delante y hacia atrás por esa fondamenta Gherardini y descubro esas casas que un día pinté; algunos son palazetos convertidos en galerías de arte, otros son edificios más sencillos, con sus bajos que acogen hosterías o talleres de máscaras o esos museos de cristal de Murano.






 El puente, el que de veía allí lejano, es el de los Puños con una leyenda de luchas rivales entre convecinos que dicen que llegaron antaño a pelear hasta la muerte, pero ahora, junto a él, está varada la Barca frutería de Fabio Caregnato. Pasa la barcaza recogiendo basura, pasa la góndola que imaginé entonces. Ya no es mudo el canal, ahora se llena de personajes, de momentos, de leyendas.






La fascinación me perdió entonces y me perderá siempre. Venecia tiene las entrañas llenas de barrios. Sé que lo he dicho antes, pero insisto por que es enigmático ese laberinto parido en canales, cada uno con su imagen robada en pintura o en fotografía. Y no hay sentido de la orientación que pueda discernir una fachada de la otra, ni pintada, ni eclipsada por la cámara, porque no hay un color destacado o rincón único.







Ahora, de nuevo, se acalla el día y mañana ya será el último. Es el momento cuando todos los detalles desaparecen y en la oscuridad de los pasajes no llega señal solo silencio. Mi móvil se pierde, nos perdemos los dos. Solo queda esa flecha en la pared. Ese rehilete negro en fondo amarillo, ella será mi único norte hacia la Ferrovía; ora a la izquierda, canal, ora derecha, puente; vuelta a la izquierda, canal. Por fin, el último callejón, el que me abría camino hacia la estación de Santa Lucía. Ahí, por fin, está el Puente de los Descalzos, sumiso a la espera de los viajeros. Aquí despido el Gran Canal por hoy desde la altura de su arco.









Soy feliz de descubrir mi puente y toda esta ciudad fantástica, más interesante no puede ser la creída. Y hoy, tal vez me decida para repetir un paseo tranquilo por el barrio de Cannaregio o quizás Castello. Veré pasar las góndolas con un Spritz en la terraza de Santa María de Miracoli rebujada en una manta con ese sabor final de la rodaja de naranja empapada en Aperol. Tal vez hoy pruebe el pulpo en salsa roja y ese toque cáustico del peperoncino, aunque no sé, nunca me gustó ese llorar por dentro que produce el picante. O quizás vea esos gondoleros esperando y descubra con ellos los detalles de sus naves en las que nunca subí, pero vi tantas... desde los puentes.








Y no dudo en el sentir, ahora que ya me inclino al final, que la ciudad de los venecianos sea acorazada en cuanto afecto. Tal vez estas restricciones les venga de los tiempos de la peste o con seguridad, sea cosa de los canales; algún efecto debe tener en la testa ese olor entre col rehogada y bomba fétida para agriarles tanto el carácter. Aún así los pocos habitantes que quedan y todos los prestados, que son muchos, no dudan en proclamar a los cuatro vientos la gran dosis de apariencia que levita sobre su ciudad. Pero a Venecia se le permite todo ¿no crees? hasta el repetir.






Comentarios

  1. Si Serenissima pudiera leerte se sentiría muy halagada. Qué precioso texto le has dedicado y qué fotos tan geniales. La verdad es que todo en la ciudad invita al arte.
    No sabe una si está en Oriente o en Occidente, en la Edad Media o en un futuro poco halagüeño. Das la vuelta a una esquina y el mundo desaparece tú apareces en otro planeta. Nunca en ningún otro sitio he tenido la sensación de que podría perderme y no volver a encontrarme nunca más. Me fascina Venecia, pero no los lugares que recorren los turistas, sino los muchísimos que jamás han sido pisado por sus zapatillas deportivas o por sus chancletas.
    Un beso.

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    1. Hola Rosa, muchísima gracias por tu lectura, se de corazón, que la has disfrutado. Comparto contigo ese perderse por los canales, por esos barrios desconocidos como Dorsoduro,donde encontré mi cuadro. No descubres a Sereníssima si no la pateas hasta el agotamiento; cada rincón, canal, puente, fachada es único, única; de día, de noche, desde el agua, desde las alturas. Pude, en realidad pudimos, Jose y yo, vivirla intensamente. Los dos hicimos fotos, pero las más bonitas, esas nocturnas son suyas, disfrutamos la noche, la oscuridad, pero he de decirte que también nos costó una gripe que la trajimos guardada en los bolsillos de los abrigos y que nos duró una semana, estuvimos malísimos, pero mereció la pena. Sí que mereció, ahora que escribo sobre esa experiencia, esas sensaciones y emociones que me embargaron entonces y que aún persisten después de 9 meses. Pasamos el fin de año a nuestra manera como dos apasionados, y en Venecia, un sueño. Un abrazo

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  2. hola! hermoso, magistral, ecelente! no tengo palabras , es magico ver y leer, y quieres leer y ver y ambas cosas a la vez!abrazosbuhos

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    1. Hola amigas aladas, muchas gracias por volar hasta aquí, las palabras y la imagen qué mejor conjugación de unir sentimiento y pasión, para que puedas, podáis también vosotros disfrutar de estos viajes. Un abrazo

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  3. "Su escenografía es tan hermosa como la naturalidad de una diosa a la que todo le fuera debido". -Emerencia.

    ¡Hola Eme!

    Eres una artista con las palabras. Supongo que el sueño de todo viajero es conocer esta increíble ciudad. Es fantástico como has unido pasado y presente a través del poético texto. Es una ciudad, además, perfecta para la escenografía en el cine. Hay películas maravillosas con Venecia como escenario de fondo... pero no te voy a dar la paliza ahora con el cine, ja,ja,ja.

    Las fotografías son preciosas también. Auténticos lienzos pintados.
    Muchos besos y muchas gracias por este regalazo de entrada.

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    1. Hola Miguel, muchas gracias, ya me imaginaba que pasaría por tu cabeza todas esas películas rodadas allí como "Muerte en Venecia" (es la primera que se me ocurre) o tantas escenas que forman parte de otras pelis. Y es que es de película, ¡tiene tantos escenarios! Me alegro que esta entrada la hayas disfrutado tanto. Ya pasaré a ver que novedades nos traes compañero. Muchos besos.

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  4. Ayyyyy, qué recuerdos me has despertado, Eme!!!
    Esas fotos con los rincones que yo misma visité el año pasado.
    Has reflejado.muy bien y de manera hermosa el espíritu de Venecia, esa ciudad entrañable que despierta tantas emociones.
    Y las fotos han sido un estupendo complemento al bello texto.
    Qué gozada ver San Marcos, de noche y sin gente ¿a que es muy distinto al bullicioso que se ve durante el día? Qué contraste, verdad?
    Yo el spritz me lo tomaba en la plaza de Santa Margherita.
    Qué bien que cumplieras tu sueño.
    Y sí, a Venecia se vuelve, por lo menos yo tengo pensado hacerlo.
    Un besote.

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    1. Hola Paloma, ya me imagino, para ti fue muy especial ¡tu viaje de aniversario de bodas! del que además salió ese relato del gondolero que presentaste al Tintero de oro con tu humor particular. De la plaza Santa Margherita decirte que la recuerdo bien, como no, con sus puestos de fruta y pescado en la mañana y la noche llena de gente tomando y comiendo en los restaurantes y bares. Espero ir de nuevo a Venecia, claro, repetiremos. Un beso

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  5. Me gusta más leída en tus líneas, y vista en tus fotos, que la propia experiencia en directo. Cosas de los tiempos y de tu buen hacer. Gracias Emerencia

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    1. Bueno, bueno, Javier qué halago, qué piropo al relato. Siempre pretendo con estas entradas mostrar otras caras de las ciudades, hay mucho de las emociones y experiencias que he vivido; contar todo lo que he aprendido del viaje y parte de la historia sobre todo. Me fascinó como se creó Venecia, de hecho, me compré un libro muy didáctico y gráfico de su evolución a la actualidad, me parece increíble como se le ganó terreno a la laguna y crearon ese pedestal de troncos y piedras para sostener las construcciones, esos palacios, esas basílicas; es formidable, como lo es que todavía pueda sostenerse en pie sobre ese fondo de lodo y agua. Me resulta de los lugares más interesantes que he visitado. Gracias compañero por la visita. Un abrazo

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  6. "Hay páginas invisibles y maldiciones calladas, ocultas por sus espíritus. Parece como si la historia de esta ciudad fuese escrita en las páginas invisibles que dejaron sus espectros y sus maldiciones se hubiesen callado o se ocultaran, aquí, donde la peste no tuvo lugar y acierto."
    ¡Hola, Eme! Me ha gustado tanto este párrafo que no he podido evitar que fuera él quien iniciara mi comentario.
    Se nota cuando algo emociona al escritor. En este caso, consigues una narración de viajes muy bien hilada con esa conexión cuadro foto real. Consigues que Venecia sea un personaje literario y ello es algo que valoro mucho dado que las descripciones de lugares siempre se me han dado fatal. Este texto me lo tomo como una clase avanzada para aprender ese aspecto de la Narrativa.
    Un fuerte abrazo!!

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    1. Hola David, como me gusta que me hayas destacado este párrafo del relato, un texto con nombre de mujer. Describir esta ciudad es como describir una diosa que se trasmuta en esa laguna. Me alegra que destaques esta particular forma mía de contar viajes que de vez en cuando me sale, pero te cuento que me ha llevado tiempo; no sabía cuando iba a ver la luz, y sobre todo, no me decidía por las fotos, todas son estupendas y la selección ha costado unos cuantos meses al igual que pulir el texto. Un abrazo y muchísimas gracias.

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  7. Que bonita es Venecia.
    Contigo la he recorrido, y he descubierto una ciudad maravillosa, ojalá pudiera volver para pasear y perderme por esas callejuelas tanto de día como de noche, porque estoy segura que Venecia de noche es especial, estoy segura.
    Y el texto junto a las fotos han quedado precioso también.
    Enhorabuena y gracias por compartir emoción de un viaje a un lugar maravilloso.
    Besos
    TERE

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    1. Gracias a ti Tere. Yo siempre digo que es solo poner la intención y "Carpe Díem" que ya llegará el momento. Al menos ahora disfrutaste, para mi ya es un regalo. Besos

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  8. Hola Eme, celebro tu viaje y la hermosa entrada que le has derrochado. Venecia está entre uno de mis destinos antes de partir, ojalá y logre llegar allá.

    Gracias por el adelanto, tienes magia al contar y narrar y haces fotos deliciosas, que hablan por sí solas de la magia y belleza del país y sus rincones imperdibles.

    Buen hacer querida. Te envio un calido abrazo amiga.

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    1. Hola Idalia, seguro que la verás Venecia tarde o temprano, yo pinté uno de sus canales sin saber que algún día la iba a conocer. El cuadro me descubrió detalles que después tuve la oportunidad de ver y emocionarme con ellos. Y las fotos, algunas son mías,pero sobre todo las más espectaculares, las nocturnas, son de Jose, mi pareja; compartimos esa afición que nos hace ver la ciudad de otra manera y podemos conseguir que ella se nos descubra en su intimidad. Me alegra que la hayas disfrutado, la hice con mucho gusto y cariño para vosotros. Un abrazo amiga

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  9. Señorita Emerencia, qué decirle; pues lo primero: enhorabuena. Gracias a tu entrada he pasado unos días geniales, :) Logras que uno se adentre tanto por este fascinante paseo que termina por acompañarte. Maravilloso prisma el que tienes, tan minucioso que no se deja detalle que mostrarnos.
    Besos.

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    1. Bienvenida de nuevo Irene, siempre es un gusto tenerte Quimera. Y ya veo que has disfrutado con esos días regalados en Venecia, se te olvida todo ¿verdad? hay que desconectar de una forma u de otra para volver con la mente renovada. Me quedo con tus palabras y ese "prisma" que me otorgas; ya se de donde me vienen los "colores" jeeje. Gracias linda. Un beso

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  10. Siempre he dicho que volvería a Venecia una y otra vez. De momento, me has ahorrado un viaje, pues contigo he viajado a esa hermosísima ciudad que tantos buenos recuerdos me trae.
    Un abrazo.

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    1. Hola compañero, gracias por tu visita, guau, eso quiere decir que lo has hecho unas cuántas veces ¿eh? me alegro que te hayas animado a volver conmigo. Un abrazo

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  11. ¡Hola Eme!
    En mi famiia somos unos enamorados de Itaia(con un hijo cuyos estudios han tirado por ahí) y leer este texto ha sido magia, enhorauena.
    Muy feliz semana.

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    1. Hola Gemma, bueno, bueno entonces te conoces muy bien Venecia jeje. Muchísimas gracias compañera. Un abrazo

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  12. Una maravillosa entrada Eme. He estado tres veces en Venecia. La primera una desilusión completa (un pleno agosto lleno de turistas), la segunda mucho mejor, y la tercera y en invierno inolvidable.
    Lo has contado casi cantado tan bien que dan ganas de volver.

    Aprovecho para dejarte este enlace por aquí, puede que te interese Emerencia, desde luego material tienes de sobra.

    Besosssss
    https://www.zendalibros.com/concurso-de-historias-de-viajes-sostenibles/

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    1. Hola Isabel, ¡tres veces! pues si que la ha disfrutado. Ni me imagino lo que debe ser en verano, pero en invierno ya ves, inspiradora y muuuucho frío jeje, valiente gripe pillamos los dos, ni te cuento. Sobre el enlace, gracias, ya estoy en ello, me hace ilusión participar por el simple hecho de compartir, luego no soy seleccionada, pero no me importa. Un beso grande.

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