AMORES PARA DOS RUEDAS Y UNA CHAQUETA AZUL

Mi condición de vida tiene una fecha de caducidad. La veo cada día de lleno, cara a cara, como si estuviera dentro de las paredes de un envase de leche. Siento que habito en una especie de funda que me aprieta, tanto que a veces me ahoga. Solo los flashes de sensualidad de algunos de mis amores me reviven. Los considero mis balizas de obra, que mientras trabajan, ponen el cartel: “prohibido pasar, algo se recupera”. Rodar con ellos es como subirme a una noria de chocolate y no parar de comérmela a bocados. Y no siempre me puedo subir a ella; solo Elma y Javier han conseguido hacerme girar. *** Rodar con Elma fue fugaz, pero consiguió lo impensable. Mi corazón latía junto a ella siempre con un pulso acelerado, con ganas de gastar las cubiertas y que el roce del tiempo apremiara la ocasión para abrazarla. Éramos fieles en todo lo que venía rodado. Elma hizo que todos los estímulos me rozaran en la piel y se me fijaran a ella como parches. La conocí sobre una bicicleta ...