EL TRAJE DE LUCES

Ras, ras. Se acabó el traje. ¡Mira como me veo, hinchada hasta el estribo! Sensores intuitivos ¡¡al carajo!! Y encima los fantasmas se niegan a abandonar totalmente mis vísceras. Mil euros a la mierda. No se cómo me dejé convencer en aquel dichoso simposio . « Conseguirás volar, planear como una grulla, es un traje mágico, lo cura todo », pero ¡si yo solo pretendía echarlos! Fuera de mis intestinos, hígado, estómago, páncreas, pulmones ah, y por no hablar de mi corazón, éste sí que se queja últimamente. Estos fantasmas recorren mi cuerpo como un edificio de oficinas vacías. No hay forma de pillarlos. Me dijeron que con este traje de luces ya no tendrían escapatoria. Todos estos ocupas de mi cuerpo se irían, saldrían como globos sondas por el ano, en una ventosidad, y si no por la boca, disfrazados de eructo. El caso es que al principio si respondía bien el invento. Me vestía el traje, cremallera cerrada, listo; esperaba unos segundos y se ib...