LA MÁS BELLA MENTIRA

Taciturno, sus pies le llevaron en volandas hasta la orilla. Cogió el volante de su desesperación y salió de allí corriendo. Ni reparó en la suerte que había tenido. Se dirigió apresurado donde rompía la primera ola; los pescadores le esperaban mar adentro. Antes de subir a cubierta, se volvió y clavó la mirada en la isla y a gritos pregonó a los cuatro vientos que no volvería más, ni se acercaría a aquel lugar maldito. “La Prímula” llaman a ese pedazo de tierra flotante del Mediterráneo. Una isla relegada al olvido. Es un lugar inhóspito, sin ningún vestigio de aliento de vida, solo la que ahora se marchaba para no volver. Una playa cubierta de plásticos, aceites y un sinfín de desperdicios humanos. El ecosistema marino había muerto por completo. Lejos de considerar su superficie arenales paradisíacos era un completo basurero. Toneladas de residuos, millones de plásticos acampaban por todos los rincones; arrastrados unos por las corrientes marinas y otros, la gran may...