LOS COLORES DE CICLO

Hay espátulas y pinceles dispersos en la arena mientras unas manos delgadas abren una ventana con la empuñadura de una brocha. La arena escurridiza cobra vida. Algunas historias comienzan por el principio, pero esta comienza aquí, en un castillo de arena construido por un mago que no tiene poderes, y junto a él, hay un niño que sí los tiene, pero aún no lo sabe. Un niño con un flequillo al revés que fabrica xilófonos con los tubos de las cortinas. Siete años tiene este corazón de músico, y sabe que su arte no es heredado, aunque todos crean que sí. También le han hecho creer que nació con un premio caducado porque no nació niña, y su madre, no lo ha superado, ni lo uno ni lo otro. Por mucho que insista su padre, este niño no quiere ser bombero porque él no lo sea y se conforme con ser tramoyista; lo más parecido a un apaga fuegos, aunque a su hijo pequeño le cause más de una herida ardiente. Ciclo se llama, y no es de Ciclón, es de Cíclope. A pesar de ser un nombre horripilante...