DIORAMA

“Las cosas pequeñas, las más importantes”. Repite Frances mientras le echa al cadáver una y otra vez la cuerda al cuello. Examina el nudo con detenimiento y vuelve a colocarlo en el centro justo de la garganta. A continuación quita uno de los botines negros descalzando el pie izquierdo con sumo cuidado y deja, a medio sacar, el botín derecho con los cordones desatados. Por último, le sube los calcetines marrones de punto inglés; los ha confeccionado a medida para la difunta. No muy convencida, Frances agarra el cuerpo y lo vuelve a observar en su conjunto con una actitud expectante, como si esperase un renacimiento y ese rostro comenzara a hablar. No le convence la colocación de la silla de anea que está volcada, la mueve levemente hacia el pié descalzo. Esparce y desordena de nuevo los montones de papeles escritos a mano. Solo Frances sabe si lo que parecen cartas son simples hojas con anotaciones, y si esconden alguna pista. Solo Frances conoce esa anciana difunta...