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LA MIRILLA. OFERTA DE TRABAJO ATEMPORAL

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  LA MIRILLA OFERTA DE TRABAJO ATEMPORAL Ante la inquietud de un periodo dilatado, insaciable y agotable en lluvias donde cabe un ciclo interminable con un sol doliente, Se busca un carpintero que corte, pula y encole, que se desviva desaforadamente y que ansíe lo insaciable, y por un casual, que tenga la voz pausada, resentida y nasal. Indispensable que haya pasado de la etapa de coquetería de mal gusto, de las redundancias y de los gritos a deshoras. Debe ser capaz de mantener el orgullo ante una puerta cerrada puesto que trabajará en un conjunto de calles y edificios durante las horas desiertas de la noche. Esto no puede provocarle desasosiego, le debe provocar excitación. El ambiente laboral es de quietud; serán transitorios los murmullos y los pálidos escalofríos, por eso, Se valorará una experiencia a intervalos: ·        Viajar con todo el cuerpo, con su total organismo, mientras sea efímera la ráfaga de caballo que deje al pasar. ·  ...

MITIA

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  Mi tía era una isla dentro de mi casa y estaba situada en el piso bajo junto al sótano. Se rodeaba del mar de lágrimas de mi madre y por las noches, del sudor agrio de mi padre que la carcomía por su costado derecho. A mi tía le colgaba el brazo de ese lado y cuando andaba le iba de un lado para otro como un péndulo. Un día la vi flotar y supe que ella dejaría de estar anclada al suelo de aquella casa. Yo tenía cinco años cuando llegó, luego ocho cuando su enfermedad se acordó de ella, daba grima, y tenía ya diez cuando ella se marchó. A mis quince fue cuando supe de nuevo de ella, pero antes, en mi primer periodo, ella ya estaba a la deriva, flotando por el mundo. Esa tía mía ¡Ah! Mi tía. Dijo que se iba porque no hacía nada, que se marchaba a donde encontrara el tiempo para dormir y soñar porque no se ponía de acuerdo con su cuerpo. Una tarada mental. Ella era capaz de escuchar el goteo de la cisterna durante horas mientras que a mí me martilleaba la sangre en las sienes; y...

COMO AUSTIN Y SHELLY

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  Se podría decir que como escritora nació estrellada o  que nunca tuvo buena ventura. Da miedo pensar que hay cosas que se escapan de control. Lo que parecía un simple tintero se tambaleaba en la esquina de una lápida de mármol a apenas un codazo de caerse y abrir un enorme agujero en alguna de aquellas nubes que la rodeaban. Limia estaba sentada en su silla de felpa verde y flotaba con sus pies descalzos sobre aquellos nimbos. Era una vieja escritora nariguda que andaba envuelta en una bata con las mangas raídas y de donde sobresalían unos dedos carcomidos en tinta. Mantenía la boca abierta atrapando entre sus descascarillados dientes la pluma con la que horas antes había estado escribiendo. Llevaba décadas con una entrega feroz por llenar de letras aquel caos blanco que le rodeaba incluso rompió la pluma de aquel tintero que le acompañaba y temiendo lo peor comenzó a escribir con sus uñas de porcelana. Limia sumergía una uña tras otra en aquel enorme tintero no siendo c...

LOS AUTOS

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Rodri no sabe desde cuando le viene esta manía. En algún momento de su vida tuvo que darse cuenta que necesitaba a los tres. Ahora los considera una extensión de sí mismo. Hizo construir un salón a medida de los cuatro para estar siempre juntos. Todos los días Rodri dedica una hora a revisarlos y comprobar sus niveles; cada mes les hace una puesta a punto para mantenerse lejos del miedo y dos veces al año, en mayo y en noviembre, sale para no caer en la rutina y el aislamiento. Cada vez que emprende un viaje se los lleva a los tres. Pone por delante la carretera y ahí que se marchan tan lejos como le den rueda; decididos a hacer miles de kilómetros. Rodri los conduce en hilera, uno tras otro, a remolque.  Por lo general, el auto afirmación suele llevarlo el primero. Es el auto que tira de los demás; habilitado para el desempeño de sobrevivir en todo momento. Atracción total. Rodri siempre ha puesto en él toda su confianza. Le sigue el auto engaño que, aunque parezca sofisticado, no...

LICENCIA PARA AMAR

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Es la consulta 307. Anestesia. Junto a esta, la 308. Unidad del dolor. Siempre sentados frente a las puertas, nunca detrás de nosotros. Alargo mi mano y aprieto la suya. La miro y sonrío tras la mascarilla: Voy a casarme con ella. No lo sabe. Ni se lo imagina. Ya son cinco años y un año durmiendo juntos todos los días. Quizá no tenga sentido. O quizá sí. Pero la quiero y cada vez más. A pesar de que finjamos saber todo el uno del otro. La vuelvo a mirar cuando ella pone su otra mano sobre la mía. Me guiña. Sé que sonríe. Sé más de su vida que ella misma. A Carmen se le exigió demasiado. Tal vez por ser quién es, por ser cómo es. Yo era uno de los instructores, el cabronazo que siguió todas sus pruebas. El cabronazo que aún hoy todavía la sigue. Ella estuvo a punto de superar el “curso maldito” del CNI. De hecho, por mucho menos otros pasan y se convierten en agentes del servicio de inteligencia español. Se le pidió hacer de todo, cosas increíbles; dejó de dormir durante una semana ...

HOY POEMA

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Hoy me justifico a la par del sueño, en concordancia, con imprevisible ira, como si los aullidos del lobo fueran fingidos esta noche   Al igual que la iguana atravieso el foso de la cordura   Hoy me digo como presagio que el avatar del tiempo no es el hijo del ternero Es la grulla imprecisa Es la bisagra del suegro Es la tortuga tranquila Es el pozo del ciego   Cuántas imprecisiones tiene el uno como los otros Cuántos aciertos el tiro cuando el fondo es negro   Hoy hablo dentro del embudo de lo que creo cierto   Que deambulo en los tiempos del indeciso, del que no blasfema   Y ando puesta la pata larga, la de esa grulla, la de la bisagra viendo de lejos y de cerca.

TEMPORADA ALTA

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“ Ocupadas. Solo libre una habitación para menores de treinta años”.  Lo mismo en Jaén y en Córdoba. Llamaré a Lugo. Más lejos, da igual sur que norte, a ver la suerte. Tanta gente con esa edad; chalados, no trabajan, yo a sus años... Los mayores de setenta deberíamos ser clase preferente. Si no fuera por el dineral iría a Suiza; no hay problemas de cupo mientras tengas el bolsillo lleno. Bastantes años he regalado al mundo. ¿Qué recibo a cambio? Convertirme en viejo. La mitad de mi vida puliendo suelos; la otra, pringado en el foso del taller. Así están los huesos, descoyuntados, como aquellos hierros; y las tripas, sucias, viniéndome ese amargor al gaznate. Ya no se estiran las paredes del hígado por mucho que arañe. Será defecto de fábrica. He sido un tacaño y me estoy quedando ciego. Manías. Mi hija me dice que tengo ojos de moscardón; sabrá ella como tienen los ojos. Me aborrece. Descuida, ya me llevará mi amigo Juan el Viudo, al que le robé la cartera con las fotos de su...