MITIA
Mi tía era una isla
dentro de mi casa y estaba situada en el piso bajo junto al sótano. Se rodeaba
del mar de lágrimas de mi madre y por las noches, del sudor agrio
de mi padre que la carcomía por su costado derecho. A mi tía le colgaba el
brazo de ese lado y cuando andaba le iba de un lado para otro como un péndulo.
Un día la vi flotar y supe que ella dejaría de estar anclada al suelo de aquella
casa.
Yo tenía cinco años cuando llegó, luego ocho cuando su enfermedad se acordó de ella, daba grima, y tenía ya diez cuando ella se marchó. A mis quince fue cuando supe de nuevo de ella, pero antes, en mi primer periodo, ella ya estaba a la deriva, flotando por el mundo.
Esa tía mía ¡Ah! Mi tía. Dijo que se iba porque no hacía nada, que se marchaba a donde encontrara el tiempo para dormir y soñar porque no se ponía de acuerdo con su cuerpo. Una tarada mental. Ella era capaz de escuchar el goteo de la cisterna durante horas mientras que a mí me martilleaba la sangre en las sienes; y en días de lluvia ella encontraba relax en aquel golpeteo del canalón, decía que la lluvia era una esperanza. Como yo no la entendía le llamé también loca como lo hacía mi madre, como lo hacía también mi padre.
Un día la encontré, por casualidad, en el metro, y no supe que decirle, ella tampoco, solo me guiñó. Esa semana pensé en ella. Y no sé porqué, pero volví a tomar esa misma línea cinco convencida que la encontraría de nuevo. Me paseé por todos los vagones oteando su pelo blanco corto y ondulado entre la bolera de cabezas, pero nada. Pasó el tiempo y… Esta vez me sonrió poniendo cara de mono macaco.
La fui conociendo en su silencio. Me acoplé en su casa. El rito de visitas era de una hora, a partir de las seis de la tarde. Tenía que ser puntual «para que me dé tiempo en todo el día a preparar mi corazón a la alegría» decía. Raro en mí, raro en ella, pero fuimos conectando. Ella decía que para tener una amiga se necesita paciencia y tiempo. Mi tía era una rematada ¡Y poeta! A ratos me largaba «pues te jodes, como dijo Herodes» o super feliz me soplaba «esto es chachi piruli». Además le gustaba la crema de acelgas y tenía cajas de cartón llenas de libros. Metía la mano y cogía un libro de una de ellas, al azar, y me leía unas páginas; luego lo volvía a guardar en otra caja. A continuación lo hacía yo, y ella volvía a leer, y vuelta a la otra caja. Dentro de mi cabeza se fue instalando una biblioteca muy particular. Y comenzó mi curiosidad. Y para continuar con las historias debía de conseguir encontrar el libro en cuestión en aquellas cajas. Nos reíamos. Mi tía de esta manera me fue enseñando a escuchar la vida en ellos y a mí, de forma extraña, me hacía sentir libre. ¡A la mierda a todos mis bajones!.
Se alegraba que yo estuviera allí. Aquello debía de ser lo que ella buscaba años atrás, cuando se fue: soñar con otra vida.
Con aquellas visitas yo aprendí a acallar los run-run del tiempo, aquellos que fustigaron mi niñez. Palabras de odio, palabras malentendidas. No trajo mal fario a nuestra casa como decían ellos. Ella era más genial que mucha gente. La consideraron deforme y luego se enamoró de su primo. La barrieron por años. Ella era auténtica y alegremente lista.
«Sobrina, tienes que buscar la manera de hacer divertidas las cosas que te ocurren, no te sometas a la estupidez del mundo. Utiliza tu ingenio para vivir, no eres una planta atada a la tierra». Me escribió una vez.
Ahora que sé donde mi
cerebro tiene metidas las amígdalas, ahora que sé lo más increíble: que hay más
estrellas que granos de arena y que para mi sorpresa a aquellos egipcios que
existieron por el Nilo se le daban muy bien el patchwork. Ahora que sé que no
se puede retener el agua entre mis dedos y es más fácil disolver un átomo que
un prejuicio, ahora es cuando me doy cuenta que ella, mi tía, nunca debió de
ser una isla ni nada parecido.
Bendita locura. Cuánta sabiduría hay en ella.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato.
Un abrazo.
Gracias Chema
EliminarQué es la locura, si no la percepción de la realidad a un nivel superior.;)
ResponderEliminarSaludos Cabrónidas. Gracias
EliminarUna locura que no es loca, tal vez esa tía era la guía a seguir. Pero por supuesto, convivir con esos seres libres, sensibles, inabarcables, es muy complicado.
ResponderEliminarUn relato muy tierno. Un abrazo
Hola Mari Pau, quedó tu comentario en spam, menos mal que lo he recuperado. Muchas gracias corazón. Un abrazo
Eliminar¡Qué belleza de relato, Emerencia! Qué bien armado el personaje y cuánta poesía hay en él. Una historia preciosa y muy metafórica que desmonta prejuicios y reivindica lo diferente. Una maravilla de cuento. Me ha encantado.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado. Abrazote Marta
EliminarMagnífico y bellísimo relato. Lamento que no participe en el concurso, pero por qué sacrificar belleza a un concurso para lograr las 900 justas? Agradezco la posibilidad de leerlo. Un abrazo conmovido
ResponderEliminarJuana, soy yo la agradecida por la lectura. Va otro abrazo
EliminarHola Emerencia.
ResponderEliminar"La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca." Lo dijo Heinrich Heine en el siglo XVIII y todavía hay gente que no lo entiende.
Muy bello relato. Un abrazo. Marlen.
Hola Marlen, interesante reflexión la que dejas. Agradecida. Un abrazo
EliminarQue bonito Emerencia. Que bien expresaste las emociones. Te aplaudo. Un texto magnífico. Un placer leerte. Abrazos
ResponderEliminarHola Nuria, muchas gracias por tu tiempo. Un abrazote
EliminarComo es habitual en ti Eme, tienes una manera de contar y escribir los relatos que aportan muchísimo a nivel literario y de sabiduría como es en este caso. Bendita locura la que nos dejas aquí plasmada. Un abrazo cálido y que sigas con tus éxitos amiga. Viva la literatura !!! Viva la filosofía de nuestros ancestros!!! Vivamos todos !!! para poder leer estos relatos tuyos amiga.
ResponderEliminarEstimado amigo Quino siempre es un regalo contar con tu lectura. Gracias siempre. Un abrazo
EliminarPrecioso relato, me ha gustado mucho, te felicito.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Me alegra que te haya gustado, Patricia. Gracias. Un abrazo
EliminarMaravilloso!!!!
ResponderEliminar¡¡Gracias Luigi!!
EliminarHola Emerencia que tierno me encanto la historia de la tia. Ojala nos encontremos en el camino a personas como ella. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarGracias Ainhoa. Un abrazote
Eliminar"No te sometas a la estupidez del mundo"... qué maravilla, Emerencia. Un relato lleno de ternura y cargado de emociones que nos has hecho llegar. Gracias! Un abrazo.
ResponderEliminarHola M.T. Gracias a ti. Un abrazo
EliminarA estas personas tan especiales y tan poco comprendidas como tu tía, (o la tía de tu cuento), a quiénes los seres vulgares llaman locas, yo los llamo “extraños seres del paraíso”. Has sabido contarlo, Eme, de un modo especial ( a mi también me da que tú eres uno de esos seres camuflados de personas normales y anodinas), tienes que serlo para mezclar acelgas y libros, y a los pasajeros del metro llamarlo bolas de cabezas, y afirmar que es más fácil disolver un átomo que un prejuicio, y reconocer que el flotar y desanclarse del suelo se puede hacer de muchas maneras, no solo leyendo, también escribiendo como tú lo haces, que lo sepas.
ResponderEliminarLástima que no participaras, aunque ele Oro ya lo tienes en tus pupilas, en tu modo de observar la vida y distinguir a los “tíos y tías” que habitan en ella.
Gracias Isabel por tu minuciosa lectura. Por contar con ella desde antes, ahora y siempre. Un abrazote
EliminarUna delicia, Emerencia. Un personajazo que esconde dentro mucho más de lo que enseña. Como casi todos los que son tachados de locos por una sociedad llena de prejuicios. Un placer leerte. Un abrazo!!
ResponderEliminar¡Agradecida Pedro!. Un abrazo
EliminarHola Emerencia. A veces pienso que para soportar la existencia con dignidad, o hay que ser muy tonto o hay que estar muy loco. Tu personaje nos da un ejemplo de vida y de locura, haciendo de cada dia algo original y diferente y mirando al mundo sin miedo, desde esos ojos que lo deforman todo para que no se parezca demasiado a lo que en realidad es y pueda, de ese modo, ser más soportable. Un personaje entrañable el que has creado, retratado por la mirada de su sobrina que, creo, va por el mismo camino. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge por tu lectura. Abrazos mil
EliminarMagnífico relato y lleno de sabiduría y consejos prácticos para aplicar en la vida.
ResponderEliminarUn abrazo!
Soy lady_p
Gracias Lady_p
Eliminarimpresionante.
ResponderEliminarUn tono genial el de la protagonista, reflejando una forma de narrar a medio evolucionar , a medio camino de la evolución de la tía, pero sin slcznzsr la maestría de ella, que tiene que escribirle a su sobrina las cosas que le interesa mucho que no se pierdan ni malinterprete.
Lo del átomo genial; como resumir un texto que supongo que pasa de 900 ( y por eso no concursa, no veo otra explicacion), en solo 5 o 6.
enhorabuena, Emerencia.
Si tengo que decir algo menos positivo, creo que el titulo es demasiado claro, no está al nivel del texto. Parece que la tía lo haya escrito, en vez de hacerlo o decirlo, para que todo el mundo lo entienda.
Ya he mandado las votaciones, sino te hubiera puesto un 9 ( fuera de concurso)
Abrazo
¡Hola Gabi! Gracias por tu tiempo y todas las apreciaciones al corazón de la historia. Por cierto, tuve en cuenta el cambio de título. Muy oportuna la observación. Tampoco me convencía mucho. Lo cambié. Gracias por tu puntuación (En confidencia, la historia ni roza las ochocientas palabras, sssh) Un abrazote
EliminarHola.. Hermoso relato con una enseñanza frontal y clara como una casa.. me ha encantado, hermoso de verdad. ¡Saludos!
ResponderEliminar¡Gracias Octavio! Abrazo
EliminarQué bonito relato y cuanta ternura desprende. A mí también me relaja oír el agua de la lluvia bajando por el canalón que hay junto a mi ventana. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias. Abrazos Zarzamora
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