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Mostrando entradas de mayo, 2020

LA JAULA DEL CALCETÍN

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A veces me atraen las dudas y con esas dudas, veo rodar mi cabeza calle abajo. Ni me atrevo a decirte mi nombre. Porque, cuando ya otro en mi lugar venga tú, ya ni me recuerdes. Cautivado de ti yo ando desde algunos meses pasados. Y perdería mi aliento si pudiera quitarte ese mal que pienso, que tú llevas dentro. Ay, si robarte me dejaras. Y sin darte ni cuenta. Robarte ese preciso momento cuando alguien le dio a tu vida, ese amargor de berenjena. ¿Por qué encierras un calcetín de rayas, dime? ¿Perdiste acaso un pie o naciste con uno solo? ¿O simplemente, un mal pie diste con alguien que se interpuso entre ambos, quedando ese tal vez, solo? No creas que me siento afortunado porque tenga mis dos pies aquí, conmigo, colgando. Está el uno que manda y el otro que le sigue. El primero es el que tira de mí y el otro, el que me trocea lo andado. Mis pasos van y vuelven así. A veces se adelantan a mí porque, yo solo soy. Soy solo un cartero. Si no fuera por tu calcet

SOMBRA AMARILLA Y ALICIA

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Pactar con el Tiempo no es nada fácil y solo ella puede hacerlo. Es Sombra amarilla. Para muchos desconocida e incluso ignorada, humanos la mayoría. Tal vez sea porque es solo cuerpo, con una capacidad de deslizarse, volar o quedarse quieta, asombrosa. Pues bien, Sombra es una gran aliada del Tiempo y ayer le pidió que avanzara rápido porque la dichosa monotonía se le estaba colgando a Sombra en las ojeras. Pero el Tiempo siempre pide algo a cambio: un reloj. Desde que Sombra se enteró que el Big Ben es el reloj más alto que existe, anda tras sus pasos. A Sombra le gusta verse grande y alta y con un poco de suerte, este reloj campanario lo consigue para el Tiempo. Pero en el mismo instante de comenzar esta aventura, ha ocurrido algo super, superextraño.   Cuando Sombra creía que ya estaba en Londres, de pronto, ¡Dong! ha aparecido en el País de las maravillas bajo un árbol Tamtám del revés y dentro del bolsillo de una niña que recita versos. Y no se parece a la Alicia

HISOTRIAS DE MAYO

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ACUSE DE DERRIBO La casa estaba escasa en buenas costumbres. P ara que se habituara a nosotros t uvimos que vivir,  sin salir de ella, ¡ dos meses! Con sus habitaciones cada uno conformamos una guarida. Y solo le abríamos las puertas para salir a comer o cuando a cada uno le venía en gana, sobre todo, para lavarnos y gruñirnos saludos entre nosotros. También para aplaudir. Echados en las ventanas y balcones, puntuales a las ocho. En sus paredes, un día si y otro, le rebotábamos los ecos de nuestras discusiones. Ya harta de nosotros, la casa decidió agrietarse y simular agonía de derrumbe. Nos tuvimos que salir rápido a la calle.  « Desahucio forzoso » . Y ella fue la que aplaudió entonces.   BRILLAR CON LUZ PROPIA A Julieta le rueda el corazón, se le va a los pies. Lo hace todos los días desde que comenzó mayo. Allí queda él, varado en la punta de los dedos de rosa satén. Cuando sus manos empiezan a tener la lírica expresión de salir volando, el hueco