SOMBRA AMARILLA Y ALICIA

Pactar con el Tiempo no es nada fácil y solo ella puede hacerlo. Es Sombra amarilla. Para muchos desconocida e incluso ignorada, humanos la mayoría. Tal vez sea porque es solo cuerpo, con una capacidad de deslizarse, volar o quedarse quieta, asombrosa. Pues bien, Sombra es una gran aliada del Tiempo y ayer le pidió que avanzara rápido porque la dichosa monotonía se le estaba colgando a Sombra en las ojeras. Pero el Tiempo siempre pide algo a cambio: un reloj.

Desde que Sombra se enteró que el Big Ben es el reloj más alto que existe, anda tras sus pasos. A Sombra le gusta verse grande y alta y con un poco de suerte, este reloj campanario lo consigue para el Tiempo. Pero en el mismo instante de comenzar esta aventura, ha ocurrido algo super, superextraño.  Cuando Sombra creía que ya estaba en Londres, de pronto, ¡Dong! ha aparecido en el País de las maravillas bajo un árbol Tamtám del revés y dentro del bolsillo de una niña que recita versos. Y no se parece a la Alicia que conocemos de los cuentos, más bien, una mendiga rabizilla.

—«¿Qué es la vida? Un frenesí, una ilusión, una sombra, una ficción… ¿Quién anda ahí? Tirirí ¿Quién anda allá? Tarará

—Mira en tu bolsillo, y me verás.

—¿De cuál bolsillo hablas?

Sombra no aparece de pronto, lo hace poco a poco para no asustar. Pero en este caso, no sé quién se va a asustar de quién.

—¡Gualavin, qué grande eres?

—No soy así realmente, me he comido un trozo de ga..., pero ¿quién eres tú, Tururú?

—Pues, no sé… si decírtelo, Tororó.

—Emmm, después de conocer al sombrereroloco y la orugacachinbera ya nada me va a sorprender. Anda, dime, ¿eres algo así como una flor y yo tenía dentro tus raíces?

—Puedo ser lo que tú quieras o lo que tú creas ser. Ahora soy tu sombra y me gusta florecer.

—¿Tú eres yo?

—Nnno. Creo que los versos te han grillado un poco.

—Pues, prueba a estar aquí un tiempo,  un solo día, en este inframundo de las maravillas, descubrirás las cosas más extrañas. Y ahora, apareces tú, tan, tan, tan…

—¿Maravillosa?

—No, extrañamente rara. Algo así, amarillo, no puede ser mi reverso.

¡Dong! La niña empieza a hacer pipiradas en círculo intentando pillar a Sombra. Y no para de reírse ¡Jujurujú! ¡Jujurujú! Sombra, que no brilla por tener mucha paciencia, se enfada muchísimo.

—¡Quieres dejar de pollardear! 

—Eres un cuerpo que no tienes nada dentro, ¿escuchas lo que dices? y ¿cómo dices lo que sientes?, ¿dónde tienes la cabeza?

—Pues, para ser una niña de fantasía poca imaginación tienes. Si te lo cuento creo que no lo entenderás.

—Yo creo que sí, prueba a ver.

—Yo estoy en mitad del sueño y la cavilación. No tengo edad. Humana soy solo cuando alguien recita poesía. Y el Tiempo es mi aliado.

—Ummm, ¿algo así como leer el pensamiento o ser invisible?

—Mira Alicia, te contaré un secreto. Cuando naces vienes ya con un número limitado de palabras, y cuando se pasa el Tiempo de las palabras, te vuelves muda. Por eso, no debes preguntar tanto, tienes que ahorrártelas.

¡Dong! Sombra amarilla ha conseguido callarla por un rato. Una niña inquieta y curiosa esta Alicia, eh. Lo que no sabe Sombra es que antes de llegar a este país de las maravillas, Alicia se acababa de zampar una ración de setas. Así que, anda bastante alucinada. Además, lleva unas cuántas de esas y un empacho insultante de dulces que la hacen ser pequeña y grande, grande y pequeña. Así anda la pobre niña, harta, más que harta, de ver caballeros blancos hablando del revés y una reina de corazones que se empeña en cortarle la cabeza.

Alicia rompe el silencio y se lanza a preguntar de nuevo. Cuidado a ver que dice ahora.

—¿Qu…que has dicho del tiempo?

—No te lo he dicho, bueno sí. Soy amiga del Tiempo y justo ahora tenía un pacto con él. Le había pedido que fuera rápido y..., y no te cuento más.

—Ahora lo comprendo, por eso al conejo blanco se le escapa tanto el tiempo y siempre llega tarde. Pues, si eres tan amiga del tiempo podrías detenerlo. Y yo podría volver al jardín donde jugaba con mi amigo el profesor e incluso, convertirme en tu sombra.

—¡Para, para, Alicia! Yo soy la sombra. Tú no puedes ser yo, y yo no puedo ser tú, digo, sí, sí lo soy, pero no. ¡Me estás volviendo loca...! Por cierto…, tu tamaño ahora… ¡es pequeño!, ¡menos que un huevo!, ¡menos que una mariquita! No me gustan las cosas rechonchas,  aplastadas, como mínimo un insecto palo; y además, si tú pasas a ser yo, tú perderías tu identidad. Ya no serías Alicia, dejarías de existir y... Alicia,  no tiene gracia ¿dónde estás Alicia?

  

¡Dong!-¡Dong! Alicia ha desaparecido. Y Sombra es la primera vez que se queda sola. Ella era la sombra de Alicia, era la única sombra de Alicia y ahora, ¿dónde está Alicia sin su sombra? Sombra amarilla se convence que el tiempo se ha vuelto loco. Es el único que puede provocar estas locuras. Cuando vas tras del tiempo pasan estas cosas super, superextrañas.

¡Dong!- ¡Dong!- ¡Dong! Son las tres. Y ¡sorpresa! hay un conejo blanco bajo la torre del Big Ben. Está esperando, a que le devuelvan su reloj.   

FIN