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Mostrando entradas de septiembre, 2019

EL TRAJE DE LUCES

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Ras, ras. Se acabó el traje. ¡Mira como me veo, hinchada hasta el estribo! Sensores intuitivos ¡¡al carajo!! Y encima los fantasmas se niegan a abandonar totalmente mis vísceras. Mil euros a la mierda. No se cómo me dejé convencer en aquel dichoso  simposio .  « Conseguirás volar, planear como una grulla, es un traje mágico, lo cura todo », pero ¡si yo solo pretendía  echarlos! Fuera de mis intestinos, hígado, estómago, páncreas, pulmones ah, y por no hablar de mi corazón, éste sí que se queja últimamente. Estos fantasmas recorren mi cuerpo como un edificio de oficinas vacías. No hay forma de pillarlos. Me dijeron que con este traje de luces ya no tendrían escapatoria. Todos estos ocupas de mi cuerpo se irían, saldrían como globos sondas por el ano, en una ventosidad, y si no por la boca, disfrazados de eructo. El caso es que al principio si respondía bien el invento. Me vestía el traje, cremallera cerrada, listo; esperaba unos segundos y se iban encendiendo

MÁS ALLÁ DEL MAL DE LA PIEDRA

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Me han dicho que es el mejor sitio para suicidarme. Por fin acabarán todos mis males y éste parece ser el lugar ideal,  inhóspito, no hay nada, lo propio; el final de un corto viaje. Nunca había caminado por un lecho de piedras fuera de lo que es una orilla… Para empezar, me parece que es un paisaje dudoso de entrar. No, tengo que hacerlo. Adelante. Tenerle miedo a las piedras, qué tontería; además, aquí no hay camino trazado, ni tampoco camino correcto. Es ideal para perderse y que no te encuentren. Lo malo es esa nube que sube de la costa; no me va a dar tiempo, me va a atrapar en segundos y entonces, no veré donde pisar, perderé el equilibrio y no encontraré el nicho adecuado para mi despedida. No puedo enfrentarme así a este momento, no es el final que quiero. Respira. Debo tranquilizarme, tengo que hacerlo con buena energía y optimismo ¿no es la piedra filosofal de toda existencia? ¿he dicho piedra? Solo intento poner orden en mi ciclo de vida ¿y si cojo u

VENECIA Y SU IMAGEN PRESTADA

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Era una imagen prestada y la acaricié como si aguardara un legado.  Mientras la reproducía, creí navegar tantas veces por ese canal derramando sus reflejos; veía entonces como las raciones de color subían brillantes por las fachadas y la brocha se dirigía esbozando líneas tortuosas y definiendo sus formas orientales; las chimeneas saltaban, se escapaban de la blancura del lienzo. Y así, esa imagen quedaría prendida en la pared de mi habitación. Han pasado siete años y la imagen se ha hecho real. *** La fórcola del gondolero guiaba su maniobra por el canal, ahora vira, ahora rota en la estrechez y mientras, el delfín de ese invertida asomaba bajo el puente. Por intrusa e inclinada me permití trocarla por otra embarcación y ya no sería negra, ni se guiaría por ese peine rayando el lienzo. Llevaré todavía incrustadas en mis suelas una pequeña porción de sal de las muchas que se derramaron aquella primera mañana por los puentes. Una y dos v