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Mostrando entradas de noviembre, 2020

STORYTIME. ENTRE AMOR Y AMOR

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« Te he querido siempre » , aquello fue lo último que me dijo y que puso fin a nuestra relación. Frente a lo más bello de Lisboa, la torre de Belén, en un viaje de estudios de bachiller que hicimos en el instituto. Según él, se declaró valiente, según yo, se expresó como un cobarde. Era prisionero de la fantasía prodiga de nuestra edad quinceañera, y había demasiados mandamientos consentidos por los padres de antaño. Él, para quitarle hierro al asunto, me dijo que se dedicaría a ser un aventurero, un viajero; decía que el viento lo arrancaría de nuestro pueblo e iría a parar bien lejos. Luego me enteré de que una codicia bien grande se apoderó de él. Y estas cosas, cuanto más se bebe, más sed tienes; tal es asi, que por lo visto, se ha hecho de una gran empresa y ahora es director de banco. Al final, resulté yo ser más aventurera que él.  Un día lo encontré por casualidad, con la cabeza canosa y monda.  E n segundos me dio a entender que se había labrado a sí mismo en un lugar donde

SEMILLA DE TAMARINDO

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Era de día. Nadie la iba a engañar.  El intenso calor la despertó. A pesar de estar acostumbrada a ver ese paisaje estéril y azafranado  frente a ella , sabía que era irreal. Le querían hacer creer que vivía aún en la sabana, pero en aquel lugar los atardeceres desaparecían sin pájaros. No había cebras, ni ñúes que huyesen de ella. La vida le transcurría a cámara lenta y estaba sola. Indefensa ante la perplejidad de aquella enorme caja. Kaly se levantó sobre sus dos patas delanteras. La leona movió su enorme cabeza sacudiéndose el enjambre nocturno del sueño. Siempre se le quedaban dentro unos ruidos que le atormetaban; parecíera que le gritase un ejército de termitas que corrían por su lomo hasta meterse por sus orejas e invadir su cabeza. La leona tensó la musculatura bajo su piel agujereada. Sufría de dolores. Cada cierto tiempo un humano, cubierto de blanco, le hincaba púas como las de la acacia y luego ella entraba en un sueño profundo que le frisaba la realidad.   Ya nada

HEDY LA INVENTORA

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  Su madre siempre pensó que debió de nacer niño cuando  con cinco años  la vio tirar las muñecas. No comprendía que montase y desmontase cualquier aparato que estuviera a su alcance. O que prefiriera romper tranvías para ver cómo funcionaban. Su hija creció y se convirtió en una inventora que cambió el mundo de las telecomunicaciones. Transformó el suyo y el nuestro actual. Algo que su madre nunca alcanzaría a imaginar. Sin embargo la fama llegaría a Hedy como estrella de cine no por ser una joven superdotada inventora. Este, el que a continuación describo, es un momento clave de su historia. Podemos imaginar que ocurrió así, como si estuviéramos en una película autobiográfica.  Se abre el telón y aparece ella. « Odio los convencionalismos » . Se le escucha murmurar. Con sus veintisiete años está de pie. La silueta se le recorta en la pared. Posee una fina cintura y sobre el brazo, lleva un abrigo oscuro, de esos con cuello y puños de auténtico visón pardo. Acomoda la pieza de l

ARREBATO

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Huyeron tras la última oleada de fratricidios.  Ningún lugar era seguro. Los hermanos no podían dejar que sus corazones agriasen y las moscas del rencor les chupasen su sangre.  Aquel lugar acristalado les protegería mientras sus sombras tuvieran la bondad de empatizar y ser generosas con la vida declamada allí. Un mantra de armonía se escuchaba en cada jornada, justo cuando el grillo y el colibrí iniciaban su danza al amanecer. Un día Caín, uno de los hermanos, se desgarró la mano con la hoja de una Nolina al pasar junto a ella. La planta, barrigona y despeinada, vivía en un rincón de aquel invernadero. Caín se enfadó tanto que comenzó a tirar de sus finas hojas, una tras otras; no siendo consciente que se cortaría aún más. Gritó de dolor. Aquel pequeño incidente hizo brotar en lava incandescente toda la rabia contenida. Su corazón combatiente, negro de odio, sacudía sus brazos con aspavientos, tirando todo lo que encontraba a su paso. Su sangre pintó de bermellón las plantas, anima

LA REDONDA LOZANA

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¿Qué puedo hacer cuando alguien te dice que eres Lozana? Y no te engañes, no soy prostituta ni alcahueta; ni tengo rostro de gata ni melena larga. Es por mis redondeces, por el equilibrio perfecto conseguido entre el volumen y la forma de sostener mis senos. Otras veces él, mi amante, me susurra que soy la Juliette del Marqués de Sade porque respondo complaciente al claustro de sus deseos. En este caso no sé qué pensar, porque de monja solo tengo a mi tía Isabel de las Clarisas ¿Cómo puedes frenarte ante tales halagos amorosos, si hasta suenan a libro? Este amor es de reventar costuras, no solo por mi suculenta apariencia, es que no existe pudor en nuestra relación. Me rindo a este ardor con entera libertad y dejo que él, mi joven amante, alto y cargado de espalda, me devore entera. Por mucha piel mía que bese nunca se le reseca la boca. El tiempo no existe en sus labios y nos mordemos las ansias sin mesura. Nutrida de tiempo he ido engordando con esa constancia de lirón cuando lle