LA MUJER DE UN SOLO OJO
La criatura olvidada en la
torreta cierra el portalón de madera, tira fuerte de la aldaba de cisne, ajusta
el bronce y la comisura. La criatura baja con los pies doblegados al húmedo
brocado de la calle, despacio, ha tomado las escaleras esculpidas en la roca, las
que zigzaguean sobre las palomillas de los muros, las linarias lilas,
inapreciables. La criatura parece que se escabulle en las sombras del barrio
alto, va en silencio, solo el sutil roce del faldón roza en sus adolescentes piernas.
Cuando su trazo oscuro baja por el musgoso arco de la Puerta cerrada son las
ocho de la mañana. Sigilosa toda ella evita dejar huella en esa calzada empedrada aún
con el fresco rocío de la noche llena.
Es una cautiva de su atavío,
pero lícito a su voluntad. Ella es esa prisionera eximida de un tiempo pasado con sus grilletes adornados de falso tafetán; inocente de las circunstancias
aciagas, porque no tapa desgracias, no hay viruela en su blanca y fina piel,
ella no se esconde de nadie ni de nada, pero aún así, intenta que sus andares
se hagan invisibles a las sombras de los muros encalados, que se hagan sordos, que
vayan enmudeciendo cualquier eco musulmán lejano. Ella es castiza, es castellana.
Esta caminante de la muralla va tapada aquí donde las águilas anidan lejos de la
meseta, y lo ha hecho desde siempre hasta que tuvo que esconderse, no porque
pareciese monja, sino por que alguna posible arma de fuego en su seno
también abrigara, prohibida a salir solo por las dudas, cautiva doblemente.
Por la cuesta del
Humilladero con manto y saya, negros los dos, la mujer baja. El manto de lana
fruncido con forro de seda, proclama que es de buena cuna. Su mano apenas deja
libre un recogido fruncido de ese manto en la cintura y la saya le baja
acampanada hasta los pies. Un halo de misterio yace envuelto en su cobijo, en
esas tiras bordadas de sus enaguas y en su inmaculada blusa, donde los pechos
le laten, donde el encaje con abotonadura se los encierra desde el talle hasta
el cuello. Así camina, así va, así se viste.
Ella es la cobijada.
La mujer que tapa su rostro,
la que apenas deja enmarcar su cara. No hay un rastro que se insinúe más que
esta cobijada con un único ojo visible, el izquierdo, ojo que punza, ojo que te
penetra. Ella baja cubriendo su rostro, tapando la silueta y ciñendo el talle,
insinuante, seductora; la que no deja de ser coqueta bajo los arcos. Contorneando sus caderas la cobijada baja y deja desplomar los cuchicheos a su
paso, tras los portales. Tiene rango, tiene jerarquía, a pesar de ir tapada. A
los ojos de extraños parece clandestina, parece mora, con la libertad o la
prisión se tapa, con la historia se topa, es de arraigo castellano aun siendo
andaluza. No me detengo a preocuparme de mis dudas, ni me agarro a la desconfianza, no soy escéptica, dejo para otros el mezquino pudor, los prejuicios, solo la veo, la describo a ella. La historia vendrá antes o después. Pero ahora hay dos, no, son cuatro y la inocente apariencia engaña.
La mujer de un solo ojo, el
izquierdo, vive dentro de las murallas de Vejer, la dominada por los Guzmanes,
ese señorío del estrecho de Gibraltar, donde aflora el cabo de Trafalgar, donde
batallaran entonces ingleses y españoles, y donde ahora arriba la esperanza de pateras.
Vejer, es la de la judería, es la de la peña, la que mira a la bahía de Cádiz, la del salero de las marismas de Barbate. Vejer donde los molinos miran en silencio el vuelo de los estorninos sobre la amarilla campiña. El Vejer el de la Frontera, el que fue límite de un reino, el de Granada, el Vejer de la comarca de las Jandas. Aquí vive la cobijada.
Vejer, es la de la judería, es la de la peña, la que mira a la bahía de Cádiz, la del salero de las marismas de Barbate. Vejer donde los molinos miran en silencio el vuelo de los estorninos sobre la amarilla campiña. El Vejer el de la Frontera, el que fue límite de un reino, el de Granada, el Vejer de la comarca de las Jandas. Aquí vive la cobijada.
Aquí sigue viva la
tradición, la historia, y aunque te extrañe toda ella, la tapada negra sale
hoy, de mañana, acompaña a la Señora de la Oliva, va en comitiva con carne
de toro y dulces de origen andalusí, hojaldres y tortas. Ahora ella es reina de
la fiesta, ahora ella de su folclore es artista, blanca por dentro como una
berenjena, hermosa y negra, la de un solo ojo, la tapada, la cobijada de Vejer
de la Frontera.
¿Conocías a la cobijada?
¡Pues si! visitamos Vejer de la Frontera y allí vimos un monumento a esas mujeres y supimos algo de su historia. Tu si que nos cuentas lo de estas mujeres con halo de misterio. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mamen, gracias por traernos esas impresiones tuyas. Un beso compañera.
EliminarDesconocía completamente a la cobijada y hay que agradecer mucho que nos la hayas traído hoy Eme.
ResponderEliminarUn beso y me ha gustado mucho tu forma de contarnos su historia.
Misteriosa ¿verdad? quién lo diría, a mi me sorprendió tanto verla, de hecho las dos jovencitas estaban allí frente a mi, le estaban haciendo una entrevista un medio televisivo y yo aproveché para intercambiar impresiones, ni te cuento la satisfacción que tenían las dos criaturas por ser cobijadas de honor de su pueblo. Un beso y gracias Teresa.
EliminarNo tenía ni idea, Eme, pero me ha parecido una tradición muy enraizada en la Historia y muy curiosa. Me he informado un poquito más y me resulta sorprendente que, aun con reminiscencias islámicas, se considere una tradición de origen castellano. Muy interesante.
ResponderEliminarTu escrito, preciosos, como siempre.
Un beso.
Sí Rosa y tanto, en Castilla lo ha sido durante mucho tiempo al parecer y luego pasó al sur. Es más, te cuento que esta tradición pasó a Latinoamérica desde el siglo XVI al XIX ¡3 siglos y 300 años! allí la llamaban "la tapada" fue en Perú, la tapada limeña. En España la costumbre permaneció hasta la república que se prohibió y después ya pasó como una tradición, un aspecto del folclore de este pueblo gaditano, Vejer de la Frontera, de hecho es un traje típico, bueno sin comentarios. Su parecido con el burka es solo casualidad. Un beso y muchas gracias.
EliminarDesconocía por completo esta tradición. Me ha parecido realmente cubierta de tiempo y misterio. Un abrazo
ResponderEliminarUy, Uy, qué alegría Eva, cuanto tiempo sin saber de ti. Bueno yo también ando un poco desconectada, pero me alegra mucho que dejaras tu comentario. Un abrazo grande
EliminarJo, no tenía ni idea de esta tradición y me ha llamado mucho la atención esa obertura por un único ojo. Al entrar y ver las fotos pensaba que era un burka y ¡fíjate! Buscaré más información porque es apasionante. ¡Fantástico aporte, Eme! Un abrazo!
ResponderEliminarHola David, pues si el origen es de Castilla, siglos XVI o XVII, era una forma de ocultar la identidad, me imagino que era en esa Castilla profunda. Debía de ser también un recurso feminino, y para nada determinado por la religión como el burka, hiyab o chador. Ese manto tapando la cara, pero lo más sorprendente era que dejaran un solo ojo, el izquierdo. Ahora es el traje típico de las mujeres de Vejer, pero quedan más bonicas las chiquillas cuando se bajan el manto a las caderas ¿verdad?. Te lo cuento porque veo que te ha parecido curioso. La tradición se pasó a Perú, allí se las llama las "tapadas limeñas". En España en época de la república se prohibió, porque cualquiera podía ir tapado y llevando armas debajodel manto o la saya. Un beso
EliminarHola, Eme.
ResponderEliminarTiene que ser tan interesante escucharte hablar.
Tus relatos siempre nos muestran cultura, tradición y curiosidades. Se nota el tiempo que dedicas a ilustrarte y buscar información, para más tarde traspasárnosla a nosotros.
No la conocía, y me ha parecido increíble de verdad.
Un beso, y espero que todo te vaya muy bien.
Hola Irene, gracias por tus palabras. Pues ando liadilla comencé a trabajar, llevo dos meses y estaré un tiempo, tiempo que ya no me queda entre coche y pocas horas de sueño, pero es lo que hay. Estoy muy contenta de poder volver a dar clase de nuevo. Con respecto al relato me alegro que te haya resultado interesante. el origen es de Castilla, siglos XVI o XVII, era una forma de ocultar la identidad, me imagino que era en esa Castilla profunda. Debía de ser también un recurso feminino, y para nada determinado por la religión como el burka, hiyab o chador. Ese manto tapando la cara, pero lo más sorprendente era que dejaran un solo ojo, el izquierdo. Ahora es el traje típico de las mujeres de Vejer, pero quedan más bonicas las chiquillas cuando se bajan el manto a las caderas ¿verdad?. La tradición se pasó a Perú, allí se las llama las "tapadas limeñas". En España en época de la república se prohibió, porque cualquiera podía ir tapado y llevando armas debajo del manto o la saya. Me pena no poder visitarte, de hecho solo tengo tiempo para mantener activo el blog escribiendo de vez en cuando. Un beso fuerte compañera.
EliminarMagnífica crónica de usos y costumbres para mí totalmente desconocidas. Gracias por compartir con nosotros, tus lectores, esos hechos singulares y contárnoslos con tanto arte y sabiduría.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Josep Mª no creas yo siendo andaluza quedé sorprendida cuando la descubrí en Vejer. Gracias a ti por tu fidelidad con mi blog. Un abrazo compañero.
Eliminar¡Qué bien escribes!! No la conocía y me ha encantado tu manera de presentarme a la Cobijada, con tus letras todo toma forma, tiene un halo de misterio y huele a historias, huele a andalucía. Enhorabuena Eme, un abrazo grande amiga.
ResponderEliminarGracias Xus, ay te tengo abandonada, bueno ahora os tengo a todos y todas. Me alegro que te hayas quedado en la prenda de la cobijada allá en la muralla. Un beso amiga.
EliminarHola Eme no lo conocía, no había escuchado nunca ni la palabra. Al entrar en tu blog he pensado que la historia era de mujeres con burka y sí es de lo más sorprendente que solo se dejaran un ojo libre y que tuviera que ser el izquierdo, muy curioso, buscaré más información.
ResponderEliminarBesos
Holaaa Conxita, pues que bien que os haya intrigado esta cobijada hasta tal punto de buscar más información, algunos compañeros también me han dicho lo mismo. A mi me sorprendió la historia, tanto, que me salió un relato. Me imaginaba esa cobijada por esas calles por donde pasé, por esa muralla, bajando, mirando por la reja de la ventana. Vejer es un pueblo muy auténtico y permanece ese hechizo, te agarra y te inspira. Un beso, no dos.
EliminarHola Hola Emerencia, más vale tarde que nunca ¿verdad?
ResponderEliminarLo primero decirte que es la primera vez que escucho hablar de las tapadas de un solo ojo, no tenía ni idea de esta tradición. Pero al margen del magnífico rescate que has hecho, lo que me ha encantado es como te has puesto en el lugar de “La criatura” y junto a ella hemos bajado del barrio alto y hemos hecho todo el recorrido más que a su vera, dentro de ella, sintiendo el roce del faldón sobre sus/nuestras piernas.
Ellas cautivas de sus atavíos, y tus lectores de tus palabras, y leyéndote (con los dos ojos), hasta el punto de que incluso sin las imágenes de apoyo, que ayudan tanto, podríamos imaginarlas gracias a tus descripciones de tanto detalle y esmero como si bordaras las frases y bordearas los callejones.
El ayuntamiento de Vejer de la Frontera debería enterarrse de lo que ha escrito Emerencia Joseme. Tal cual.
Hola Isabel, ahora la que anda perdida soy yo. Nuevo trabajo y casi 14 horas de dedicación, chica solo para mantener activo el blog, no leo vuestros trabajos. Lo último que supe es que andabas con tu publicación para el concurso de novela ¿que tal andas? Con respecto a tu comentario, tan exquisito con mi letras, gracias siempre. Lo de Vejer, bueno, nunca se sabe. He escrito algunas entradas de lugares y de pronto he descubierto un montón de visitas de golpe y es porque personas de ese lugar lo han visitado. Así que puede que un día de estos sean lo vejereños, quién sabe. Un Beso grande.
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