LA INESPERADA VIRTUD DE MARCHARSE
Emigrar: Es La inesperada virtud de marcharse.
Donde termina un país y comienza una familia.
Mi bisabuelo, Bisa, y yo somos como
los polígonos regulares, tenemos dos lados iguales. Por eso nunca le faltaron
junto a su foto el cirio verde y la estampilla de San José de
Cupertino que con devota veneración velaba mi abuela. Un día, mirándome al
espejo, él apareció. Estaba anclado en mi otra mitad.
—¿Hablaran de nosotros? —le pregunté.
—No somos importantes, Bieto. —me respondió
él.
—Pero, dime Bisa ¿Hablaran de nosotros?
—Entonces, sabrán que no hemos vuelto ninguno de
los dos.
Los años comienzan a atropellarme. Los imperios exteriores se desmoronan. Al principio tuve mis dudas para marcharme. Y en esos momentos no hay mentor ni sabio que te oriente para afrontar la decisión. La vida es solo un soplo y un sueño, pero al fin lo hice. Fui al pasado para encontrarme por entero con él, con Bisa, a sabiendas que ya nada de lo que hiciera cambiaría mi destino.
—No sabíamos mucho de casi nada
entonces, Bieto. Con veintitrés años y cincuenta mil gramos de
ingenuidad te aventurabas a mojarte y a ser valiente. En la cubierta, con
los codos hincados en la barandilla, yo viajaba en ese buque. Una
tormenta lo zarandeó y todos lloramos. Sería por el hambre. Y nos
inflamos a tragar lágrimas. Éramos como globos de agua en un océano
infinito. ¿Has dicho que somos regulares? Será por la antigua timidez que nos
une.
—Bisa, me refiero a nuestras vidas. Son vidas parecidas.
—Entonces, somos como una cereza de café. La cereza de café
tiene dentro dos granos iguales. Uno pegado al otro por su cara plana.
—Los países que crecen necesitan manos. Y
lo ponen fácil para que te vayas. La empresa extranjera viene a por ti
como aquella del café del Brasil en los años treinta que vino a
España. Por aquel entonces yo era un campesino. Ahora vosotros sois
ingenieros. Bieto, al menos tú no tienes que irte casado para
vivir al otro lado del mundo. Ya no regresas. Te salen raíces y brotes
nuevos. He dedicado mi vida al café. A seleccionar esos granos rojos
para secarlos. Todo estaba dentro de esos granos. En ellos se podía
encontrar un mundo entero. Era como saborear el bosque. En el aroma
del café hay tanto sabor y tanta historia. Cuando te echas un trago
por la mañana, el regusto permanece en el paladar todo el
día. ¿Sabías que la semilla verde no huele? Solo huele cuando se le
tuesta al calor. No hay sentimiento más profundo. Nunca lo he sentido por un
país o un tiempo.
—Bisa, será porque cuesta mucho cambiar de lugar, cuesta mucho cambiar de vida.
—Si, Bieto. La historia es caprichosa y seguirá repitiéndose. Se irán los que tengan esa inesperada virtud de marcharse.
No se extraña un país. Se extraña tu familia, tu madre. La ausencia de mi madre. Su no presencia. El que se siente patriota es un tarado mental. Cree que su país lo es todo y es muy pequeño.
—Yo viví en las tenebrosas simas de varias guerras. Y me marché para no terminar desquiciado y atormentado en esos tiempos difíciles. Lo que yo daría por quitarme los ojos y ponértelos a ti, Bieto y yo pudiera ver como es el mundo ahora, después de pasar más de cien años.
—Bisa, no lo creerías. Volverías a
morirte. Hay robots que parecen humanos y cada vez hay más devotos
del Dios perro. Los Anubianos. En cuestión de creencias hemos vuelto hacia
atrás, somos como los egipcios. Hay quien de verdad se parte el corazón y
ve como le sangra para volver a regenerarse. Somos la Autogeneración. Lo
que daría yo por tomarme un café contigo y me hablaras de mujeres.
—Bieto, hace un siglo que no me
confieso. Las mujeres no cambian. Tampoco los hombres. Son lo
mismo en todos los tiempos. Yo tuve dos mujeres. Por la duda, tú eres
descendencia de la primera, la de España.
—¿Y conseguiste lo que querías, Bisa?
—Lo conseguí. Me sentí querido. Pero hay
algo que no conseguí.
—¿Qué?
—Ser valiente cuando fui ya viejo. Me fui
de España para no ser soldado por miedo de ir a la guerra, pero hay otros
miedos más grandes. En tus tiempos, con tanta renovación, deberían
encontrar una fórmula para quitarles ese miedo a los viejos.
—Bieto, en el fondo, ser emigrante es
un deseo: ser de algún lugar. Si no sabes responder. Si no cumpliste esa
tentativa. Si sientes que fracasas. Sé fiel a ti mismo. No culpes a nadie.
Sabes Bieto, el rostro lo recoge todo.
—Sabes Bisa, no me importa que al final no
haya nada.
A mis antepasados
RELATO NARRADO AUDIOVISUAL
(oírlo con AURICULARES para vivir mil sensaciones)
Hay que emigrar allí donde encontremos la felicidad. Seamos del mundo. Feliz día. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen. Estoy contigo ¡"Seamos del mundo"! síiii
EliminarAlguien dijo que uno es de donde pace, no de donde nace.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Chema, sí, lo tengo claro, ya no solo por la enseñanza de mis antepasados, es por esa inesperada virtud de marcharme siempre que puedo. Gracias por la lectura. Un abrazote.
EliminarHola Eme,
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con Chema. Y además que hay que salir y conocer mundo para opinar por uno mismo, no por lo que nos digan. No podremos estar en todos los lugares, pero al menos los que conoces no te podrán contar leyendas urbanas. Estupendo relato familiar. felicidades !!!
Un fuerte abrazo.
Hola amigo Quino, muchas gracias siempre por la lectura. Un abrazo
EliminarTal vez es bueno recorrer esa ruta del pasado que nos explica cómo llegamos a nacer en un lugar concreto.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Hola! La verdad es que la sensación de no pertenecer a algún lugar es horrible, pero creo que peor es tener que irte a otro país donde no puedes hablar tu lengua materna en el día a día, hay gente que nunca se acostumbra a eso y tiene una soledad muy profunda. Un abrazo ❤️
ResponderEliminarPosdata: te acabo de seguir, y te invito a pasarte por mi blog si quieres.
http://aborboletaturquesa.blogspot.com/
Hola Carolina, bienvenida. No sé si lo que cuentas es por experiencia. Emigrar es un cambio importante en la vida. Dejas atrás, pero también supone un crecimiento en el desarrollo personal al afrontar ese cambio. Todo depende de lo que estás dispuesta a renunciar. Siempre está la opción de volver. Gracias por dejar tus impresiones. Un abrazo
Eliminar¡Hola, Eme! En realidad, cada etapa de una vida es como emigrar: cuando terminas los estudios, cuando cambias de trabajo, cuando te casas o divorcias... no es el lugar es las personas que te rodean. Reconozco que no soy de morriñas y aunque no he tenido grandes etapas fuera de mi municipio, siempre he tenido la sensación de poder adaptarme a cualquier lugar... siempre que tenga una librería cerca. Un abrazo!
ResponderEliminar¡Hola, David! Es genial tener esa sensación de seguridad en ti mismo ante el cambio, el enfrentarte positivamente a las nuevas circunstancias, pero emigrar es también una renuncia y no siempre estamos dispuesto a ello. Es lo que pienso por la experiencia de mi familia. Yo no he emigrado, pero si he vivido en un país extranjero y hasta que no tienes estas experiencias no conoces la longitud de tu cuerpo y el espacio de tu mente para adaptarte a una cultura ajena a ti. Es algo único que creo que debería experimentar todo ser humano. Gracias siempre por compartir tus impresiones, amigo mío. Un abrazote grande.
Eliminar¡Qué buen texto y homenaje a tus antepasados con los que me siento identificada!
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Myriam, muchas gracias por la lectura. Un abrazo
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