PAREJA DE DAMAS
Ese vestir siempre de traje estaba adaptado a insinuar las mínimas curvas y a evidenciar unas piernas la mar de flacuchas. Una mujer resuelta y decidida, a veces, resbaladiza, y tremendamente sensual. Así era ella. Solía llevar un adorno de ojo de tigre sobre la solapa. “Hay que mirar al tigre a los ojos”, decía, con su mirada franca, sin dobleces. Siento que la echo de menos. Mi colchón sigue moldeado a su cuerpo.
Nos conocimos por
casualidad, en una lavandería. Conectamos de inmediato. Después de hablar un
buen rato, de todo menos de trapos sucios, quedamos al día siguiente en un cafe-bar, “La nube”. Era su preferido. En la mesa, un café brulé,
brandy quemado con piel de limón y café solo. El café era su aliado; le rescataba de sueños pesados. Giraba la cucharilla
sin hacer ruido en la taza. Según ella, se rompían los espirales del sabor. Solía
sentarse cerca del ventanal. Le embebía la calle y hacía oídos sordos a conversaciones
ajenas. Al observarla, daba la impresión de no esperar a nadie, ni siquiera, a
mí. Me acostumbré a verla así en todos nuestros encuentros. Solo cambiaba su
vestimenta. Fue en esta cafetería donde comenzamos a conciliar nuestros
secretos mientras nos cogíamos las manos bajo la mesa. Y fue allí, donde me
enamoré de su descaro y aprendí aguantar su sarcástica ironía.
Se llama, se llamaba,
Charli. Era mi Némesis. Con ella afloraban las sombras, mis miedos, pero
también liberaba mis impulsos. Había crecido con la mentalidad y el
corazón de un chico. Yo veía en ella la bipolaridad de la esencia humana. Unas
veces era bisexual y otras, lesbiana. Un espíritu sin límites. Libre.
Una mujer y un hombre. Tal vez este último, fuese el polo que más me atrajo de
Charli. Me encantaba su humor, su risa y su frivolidad. Y penetraba en mi ser
con la sensualidad de una diosa.
Charli es, era,
una Pandora que luchaba contra todo tipo de opresión y justicia. Le gustaba
leer a Sófocles. Solía repetir una frase: “Para quien tiene miedo todo son
ruidos”. Y en su vocabulario no faltaban expresiones en latín como el Arcanarum
libidinum, puesta a traducir, sería algo así como los “Deseos secretos”. Otra palabra era Cunnilingus, esta no necesita transcripción, por razones
evidentes. Fue cuando aprendí que Cunnu representa vulva en latín.
Charli se convirtió
en una obsesión para mí. Me provocaba un estado de euforia adictiva. Despertaba
sentimientos de perversión y a la vez, de represión. No solo era mi Némesis.
Ella también es Pandora. Se transforma. Y unas cuantas veces fue Odalisca, la musa
esclava que aviva los instintos más profundos. Es, era, una verdadera
seductora con olor a lima y sabor a café brulé.
¿Cuál es el país
donde viajaremos hoy? Yo le preguntaba ¿Y con qué monumento me vas a seducir?
Mientras la miraba me mordía la uña del dedo gordo de forma picarona. Estaba
impaciente. Entonces, nos íbamos a París y nos subíamos sobre la torre Eiffel, o nos extasiábamos con el prominente falo de la Torre de Pisa. En
muchas ocasiones nos perdíamos en el valle del amor de Capadocia; rodeábamos sus
impresionantes vergas de piedra volcánica. Y otras veces, navegábamos por el canal de
Venecia, su predilecta tendencia, la veneciana. Tras quebrantar en
estos pecados capitales, seguía un silencio imposible de rozar que nos condenaba
a amarnos toda la noche hasta la madrugada.
Sus ojos no
tenían fin sobre mi cuerpo. En el primer encuentro yo llevaba un picardías
negro transparente de tirantes, corto y con escote. Lo acompañé de un tanga
también negro y calado. El conjunto lo guardaba para una ocasión especial. Charli
se sonrío al verme. Ella ya estaba desnuda sobre la cama cuando salí del baño. Me besó
el miedo cuando yo solo veía un abismo bajo mis pies. Acostarme con una chica
no estaba en mis planes, pero Charli consiguió que fuera yo misma. En alguna
ocasión he intuido que ese miedo era compartido, pero a ella no se le notaba, y
a mí sí. Yo la deseaba y ella lo sabía. Aun así, yo era incapaz de acallar mi
flaca conciencia. Charli me quería más allá del deseo. Un día me dijo que
guardaba su silencio en una cajita junto a mi vello púbico, el testigo del
placer. Su goteo de intenciones día tras día acabó cautivándome.
En verano los
cuerpos se rinden a las elevadas temperaturas como bollos de crema. El calor
sofocante de algunas de sus noches penetra a ráfagas por la ventana y un aire
de horno cargado a paladas de gluten y almidón pesa en el ambiente. A nosotras nos
seducía ese calor y ese olor dulce que entraba en la habitación.
Charli iniciaba una danza circular, con tal sensibilidad y destreza, que destapaba mis desvelos y me tatuaba la tentación en las nalgas. Cuando el secreto de dos reinas danza, el cuchicheo se reconoce en las mismas vibraciones. Los cuerpos entran en sincronía más allá de las palabras; con sólo entrelazarse las manos, las bocas y las vulvas se humedecen. El simple contacta de su piel con mi pulso era un baño orgásmico. El deleite de la calma, sin la premura enfermiza de alcanzar el clímax como un premio urgente. A Charli le gustaba juguetear con mis pezones, rodeándolos lentamente con la lengua, sin prisas. En esa plenitud me sentía turbada por su asedio. Me desgranaba como la fruta madura de una higuera, me inflamaba como la de un nopal derramando mi locura. Yo era sumisa a sus pechos y a su respiración. Me acunaba el morbo hasta que perdía las muecas de la vergüenza y le penetraba mi culpa en su boca. Me agarraba el pelo; hundía sus manos en él, acariciando la profundidad de mi melena. No dejaba de besarme. La boca se llenaba de peces que nos mordían los labios, la lengua. Un dolor dulce, de horno, me quemaba por dentro y se me tensaban los músculos de las piernas. Nos ahogábamos en una sola saliva y el sudor nos resbalaba por la piel encerando el suelo de gemidos. Pecho con pecho, nos saboreábamos el ser de arriba abajo y nos masturbábamos el deseo. Nos rendíamos la una a la otra hasta el último de nuestros tendones. Yo temblaba contra su cuerpo al igual que lo hace el junco en el agua. Nuestros capilares ardían como varillas de incienso. Los muslos se me separaban como una puerta entreabierta que muestra la humedad del néctar, el polen desgobernado y ardiente de una obrera. Los dedos de Charli, reina en su aposento, apartaban con delicadeza los pliegues de mi sexo, hasta alcanzar con su boca el botón tembloroso y escondido de mi clítoris. Aquel acoso me retorcía y me elevaba en súplica.
Me costó darme cuenta de lo que iba a pasar con él. Y no me paré a pensarlo. Solo me dejé llevar. Fuimos a su casa. Ya en el rellano de la puerta, sobre el alfeizar, Charli le bajó la cremallera y él ahogó su aliento besándola. Me sentía tensa, una tensión muy diferente. No controlaba esta nueva situación. Allí estaba yo con alguien que no conocía. Quizás la mejor estrategia hubiera sido hacerme la distraída, pero Charli cambiaba de boca, mientras que la entrepierna de Iván, estallaba como el volcán Teide. Yo fingía que todo me parecía normal, en realidad, no estaba preparada para ello. Cuando Iván me besó, ya estábamos dentro de la habitación. Los tres, a trompicones, habíamos llegado a la cama,dejando un reguero de ropa por el suelo. Caí en ese placer culpable. Y nuestros viajes imaginarios se hicieron realidad. Mi cuerpo era acariciado; mis pechos buscados por manos que no sabía bien a quién pertenecían. Charli me miraba con sus pezones endurecidos sobre mi cuerpo y empujaba mis ansias introduciendo sus dedos en mi vagina como lo haría a una fresa madura, mientras que él ardía en placer mirándonos. Estremecidos, golpeábamos el abismo del deseo. Iván, terminó clavándose en mí como aquel jinete que nos inventamos de Capadocia. El orgasmo retorcíó nuestros cuerpos, tensándonos, sintiendome que formaba parte de una cuerda de tres cabos.
Aquella noche fui incapaz de dormirme. Me invadió un mar de dudas. No volvimos a ver a Iván, ni a ningún otro. Con el tiempo mi relación con Charli se fue distanciando. Llegué a pensar que tal vez me había convertido en su remora, y a riesgo de ser un lastre para ella, decidiera abandonar nuestra relación. El caso es que, esta situación me envolvió en un espiral de fatales emociones cuando definitivamente ella desapareció de mi vida. Cuántos días vi nuestro apacible canal de Venecia convertido en el estrecho de Cook. Esas aguas bravas y con fuertes tormentas que reverberaban en más de una noche, en más de un sueño que tuve con ella. Por salud, yo debía quitármela de la cabeza.
Si aún no has visitado mi CANAL DE YOUTUBE de relatos cortos te animo a hacerlo.
SI te gusta, SUSCRÍBETE. El enlace al canal te lo dejo aquí:
Me animará a seguir escribiendo
y narrando las historias.
Un placer volver a leerte en este nuevo año 2021.
ResponderEliminarTe deseo de corazón que tengas un FELIZ AÑO 2021, y que todos tus proyectos se vean realizados.
Besos enormes.
Hola María, gracias, te deseo igualmente un feliz año, este va a ser genial, ya lo verás. Un beso
EliminarUff... has comenzado fuerte este año. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mamen, el pudor es una emoción amiga mía, jeeje, hay que empezar el año con todo el cuerpo. Gracias. Un abrazo
EliminarBuen relato, cargado se sensualidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola amigo Chema, pues me haces muy feliz. Gracias. Un abrazo
EliminarMuy bien llevado, esa bisexualidad de a ratos, con un dejarse llevar ha sido la combinación perfecta
ResponderEliminarPor las Charlis, que desarman los miedos. Un abrazo
Hola Alba, por las Charlis, por esa libertad, sin prejuicios. Muuuuchas gracias. Alegrón compartido. Un beso. Feliz Reyes.
EliminarUn genuino relato cargado de sensualidad, pasión, bisexualidad, y todo lo que sea en cuerpo y alma global.
ResponderEliminarHas comenzado fuerte ya el año, Eme. Me ha encantado.
Abrazos con cariño y que tengas unos Reyes Especiales.
Hola amigo Joaquín, jeje qué mejor comenzar, y además para terminar las Pascuas y Reyes, con este regalo. Me alegra que te haya gustado, de verdad. Gracias por el comentario. Un abrazo
EliminarUn precioso relato del que muchos deberían aprender en este mundo cada vez más reaccionario que nos acoge. "No importaba ser hombre o mujer, solo ser amante". Sabía frase que si fuera más asimilada por todos, todos seríamos más felices y más libres. Triste que haya tanta gente que se cree con derecho a decirles a los demás cómo deben vivir.
ResponderEliminarPero, independientemente de esa reflexión que yo hago, creo que el relato es muy bueno.
Feliz año y que sigamos leyéndonos y leyendo.
Un beso.
Ay Rosa, siempre espero tus impresiones. Eres la fiel lectora casi desde el comienzo del blog. Así que valoro cada impresión de tu lectura. Agradezco que destaques esa frase. Muac y requetemuac.Feliz Enero.
Eliminar¡Hola,Eme! Un relato de Alto Voltaje, en el que el sexo se convierte en algo más que el acto de placer, casi una forma de enfrentarse a la vida. Atrapante.
ResponderEliminarPD ¡Qué bien queda esa portada de Relatos asombrosos! Un fuerte abrazo!!
Hola David!!! espero que te vayas recuperando, amigo mío. Jaja. Este relato levanta a cualqluiera del sillón jeje.Gracias y también por la portada!!! Un beso
EliminarUn relato que es pero vamos muy de alto voltaje, madre mía querida Eme vienes pisando fuerte este 2021.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, sin duda, se puede escribir de sexo y sobre sexo sin tener que llegar al mal gusto que a veces te encuentras por ahí.
Un beso y te deseo mucha dosis de salud para ti y los tuyos en este 2021.
Hola!
ResponderEliminarUn relato de lo más entretenido, con escenas muy sensuales. Me encanta la narración, escribes precioso.
¡Un saludo y feliz año nuevo!
Un relato erótico bueno y cargado como el café:
ResponderEliminarCaliente (por el sentimiento)
Amargo (por el final)
Fuerte (por su expresión)
Escaso (porque no duró lo deseable)
Y por si fuera poco, con descripciones aderezadas con tintes poéticos.
Amor en estado puro (o impuro según para quién).
Un abrazo.