El BOTIJO EXPRESO
Dos amigos a punto de partir. Be, Te. Son sus iniciales. El final, una playa. En medio el alegreto, el pasaje, y el viaje.
—B.
Hace un calor que encrespa el flequillo. No hay quien duerma por las noches,
y mira yo las ganas que tengo de ir a Alicante.
—T.
Bufete, no te quejes, por una vez que La II Isabel hace algo bueno y nos lleva lejos.
—B.
No es la reina, no te equivoques Talegón, es El Ramiro.
—T.
El Mestre Ramírez nos costea unas vacaciones “botijiles” y te quejas.
—B.
Lo que es, es un tacaño y un miserable.
—T.
Ya sabes lo sui géneris que es. Dice
que el viaje es la bomba, que quién ha ido ha sanado con el yodo del agua. Ya
lo llaman a este viaje el archi-botijo. Agua fresca y mar de yodo.
—B.
Y todo para ahorrar unos cuartos, según El Ramiro, a la sociedad.
—T.
Venga, tira pá el tren, vaya que encima se va y nos deja aquí.
—B.
Talegón, que este viaje es para que no se le ponga malo nadie. ¡Qué llevamos
una con la gripe esa! Nos hemos quedado bajo mínimos.
—T. ¡Un recreo por el módico de doce pesetas,
señores!
—B.
Doce pesetas si vas en segunda, veinte si vas en primera.
—T.
Hasta por ahí tienes poca gracia. Que más da, para remojar el culo en el mar y
no hacer ná. Las playas del Levante dicen que son las mejores; se te enderezan
los huesos, que con la humedad del barrio los tengo reablandaos.
—B.
Los tres días de viaje no te los quita nadie.
—T.
Me ha contado La Sabri
que hay hasta siete balnearios en una de las playas.
—B.
Pues yo hubiera preferido la diligencia a Granada, o ya puestos, a Cádiz, a los
carnavales.
—T.
A mucho aspiras tú con tanto quejarte Bufete; cuando lo más lejos que te has
montado ha sido en barco por el Manzanares, y valiente traqueteo que se lleva
el navío.
—B. Y tú, Talegón, que agarraó a tu mujer que no te saquen del paseo de la Virgen del Puerto.
—T.
No te envalentones, pronto el tren llegará hasta Cádiz, tiempo al tiempo y cada
uno tiramos pá distinto norte.
—B.
A este Ramiro como le tome el gusto a esto, todas las primaveras nos va a
mandar en tren para levante.
—T.
Dicen que va a llegar este tren hasta el Norte ¿te imaginas? Conocer Bilbao,
Santander, La Coruña ,
San Sebastián.
—B.
No te hagas ilusiones, que por ahí que el billete será más caro y solo irán los
pudientes. Esas playas son para los ricos que siempre tienen el pretexto que
van a curarse, adolecidos de jaquecas, reumas y trastornos nerviosos. Trabajo
es lo que les daría yo.
—T.
Eso es lo bueno de vivir en el centro de España, que puedes tirar para el
levante, para el sur o para el norte.
—B.
Bah, la mar es la misma en todos lados. Pero descuida, que a ti te tocará
siempre ir para Alicante.
—T.
Mira, ahí viene el Ramiro. Nos ha hecho esperarlo desde las once de la mañana
para salir a las tres de la tarde. Coge los bultos Bufete que se note que estamos
entusiasmados con el remojo.
—B. ¡Oye Talegón que no hemos traído los botijos!
—T.
Ya nos darán agua hombre, y si no, nos bebemos el vino de la bota que llevo.
Mejor llegar borracho que sediento.
—B.
Leñe con el tío, mira ese que ligerico viene con solo una talega.
—T.
Lo que digo, pan y vino aligera el camino. Espera, no corras, hay más de diez
vagones y no te digo la panzá de asientos que tienen que ir dentro.
—B.
¡Dios nos pille confesados! Ya suena el pito
—T.
Saca el pañuelo Bufete, que nos vean los que se quedan.
—B.
Mira ese, el botijo se le ha mutilado, con la prisa por entrar al coche, se le ha
quedado sin pitorro.
—T.
Otro que va a pedir vino. Vente, sube al coche 13 que este nos va a traer
suerte.
—B.
Veinte horas de viaje y anda que el Ramiro ha saludado
—T.
Todo el campo es nuestro. Vaya juerga nos espera esta noche aquí. Vamos a ir de
coche en coche a ver que se cuece.
—B.
Pues como no saltes por el techo del vagón
—T.
¿Qué te pasa Bufete?
—B.
Que se ha caído el clavo del testero al colgar la cazadora y no lo encuentro.
—T.
Mira esa moza que buen trapío lleva.
—B.
Redios, si es la cigarrera. Y allí está el churrero de la calle Conde Duque, que
no se pierde una por lo que veo. Y allí, allí está el carnicero. Y ahora pasa el
carpintero de la calle, Diego el de la ribera de Curtidores y allí están…
—T.
No, si ahora conocerás tó el tren.
—B.
Las que suben ahora, son las hermanas, Isabel y Andrea, las costureras de la
calle Ruiz, y Don Agustín, el que hace obras líricas para teatros caseros.
—T.
Mira Bufete, esa mujer tuerta del ojo izquierdo y el gordo ese que va a ocupar por lo
menos dos asientos en aquel coche. Esto va a ser un jolgorio. Creo que la clave
del viaje no es Alicante.
—B.
Hemos elegido mal. Hay que irse al vagón donde está la gente conocida.
—T.
Esto es un amasijo de hierros con relleno de masa de carne que más da un coche
que otro.
—B.
Si vemos que éste es aburrido, en la siguiente estación nos cambiamos.
—T.
Haremos una cosa Bufete, nos bajamos en la estación Tembleque o
Villasequilla que está antes, y nos subimos a otro vagón, el que tú quieras.
—B.
Mira estas cuatro… ¡y viene más gente!
—Ellas.
Permiso, perdón, permiso, ¿está libre? ¿no les importa?
—T.
Sí, claro, ¡noo por dios!. Bufete haz sitio aquí en el centro, tira pá allá.
—B.
Ya que vamos a pasar un tiempo aquí metidos, nos presentamos. Éste es Talegón y
yo, Bufete, somos de la fábrica de Tabaco, en calle Embajadores, para servirlas.
—Ellas.
Yo me llamo Rosalía, la rubia es Trinidad, la que está de espaldas es Gertrudis;
somos peinadoras. Yo soy Luis, anticuario. A mi llámenme Don Cristóbal Dols,
industrial de telas. Pues yo soy Fabián, a secas, el del Rastro, comprador de billetes
para venderlos a la vuelta.
—Ellos.
¿Talegón? Vaya nombre. Seguro que es apodo, hombre.
—T.
Me llamo Luis, Luis Pérez y este es Rubalcaba, Pedro, El Bufete. Es que
quiso ser abogado, saben, y se quedó en el mueble.
—B.
Y éste, es porque es ancho de cintura.
—T.
Aquí, unos tragos de vino para el que quiera. Pásenlo.
—Ella.
Pues aquí llevo un salchichón para echar salero a la mollera.
—B.
Creo Talegón, que ya no nos cambiamos de coche, vaya que perdamos en el cambio.
—T.
No, si ya verás Bufete como se anima el convoy. Con el salero de estas mujeres
no va a faltar de ná.
—B. Agua. Va a faltar agua. Yo no soy mucho de
beber. Pero de vez en cuando habrá que llamar a uno de los botijeristas.
—T.
El Ramiro, un jefe nuestro, saben, me ha dicho que en las paradas que hagamos
habrá un médico de la compañía. Así que, ¡no falte el vino!
—B.
Calla, calla Talegón que se está armando un revuelo por ahí delante. Voy y me
entero.
—T.
Este conoce a tó el mundo. Venga, ¿qué? ¿qué pasa?
—B.
Parece que en el coche viene el Tío Saín. Sí, no pongas esa cara, yo no se
quién es. A mi me suena a lo del tío del saco. Anda que si es un sacamantecas y
te saca la grasa esa que te sobra por ahí abajo.
—T.
No digas tonterías, lo mismo es un tuberculoso desahuciado que viene a curarse,
de esos que se tapan entero con sombrero de ala ancha y capa.
—Ellas,
ellos. No diga usted eso. ¡Ay que miedo! ¡Tranquilas! Si hay médico, habrá policía. De todas
formas estamos muchos aquí y entre todos…
—T.
Y si no, le invitamos a vino y salchichón que nos sobra. ¡Vamos al lío! Tabaco
también hay.
—B. Talegón, acércate. Si nos ataca ese Tío Saín, le echamos al anticuario y al Don industrial.
—T. Sí, eso. Las peinadoras que se queden con nosotros Bufete. Que se pierda el Rastro ese
por ahí.
—B.
Menos mal que ya llegamos. ¡Mira cuánta gente nos espera! ¡Está toda Murcia en
los andenes! Tengo que mandarle una postal a mi mujer. Haré fotos.
—T.
Bufete, espera a bañarte por lo menos.
Hola compañer@s que visitáis este blog. Amig@s. ¡Os deseo una feliz entrada de año! Un año 2020 que pinta bien. Al menos los números son sugerentes: dualidad, unión, armonía. El número 20 está relacionado con sociabilidad, amistad. Así que tenemos un doblete. Mi despedida del año la hago con un viaje y un chispa de alegría. Montaros en este tren, que existió realmente, para pasarlo bien con el pasaje, jeje. Es mi regalo de reyes. Un abrazo y muchos besos desde el corazón.
ResponderEliminarUn relato muy costumbrista. Yo recuerdo trenes con asientos de madera donde la gente sacaba la tortilla y el lomo adobado y los filetes empanados y se ofrecían unos a otros y lo compartían todo. Había gritos y bullicio y mucho humo de cigarro.
ResponderEliminarEran otros tiempos evidentemente.
Un beso y feliz año para ti también.
Hola Rosa. Aquellos tiempos de compartir. Yo también lo he vivido, no en tren, pero si en autobús o en cualquier lugar que estuviésemos esperando. Mi madre sería la del salchichón en esta tren. Sí, también ese humo desagradable que pululaba de la parte delantera a la trasera del vehículo y que era asfixiante; en eso hemos ganado. Un beso compañera.
EliminarParece Galdós, amiga. Muy buen relato, de un viaje al pasado, en este caso.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por este regalo tan bello con sabor a uvas y campanadas. feliz salida de año.
Gracias a ti Albada. Por cierto, ya me dirás algún día ese seudónimo tuyo de donde viene. Yo he rebuscado por ahí y Albada Uno es Alborada y Albada Dos es Albaida. Las dos son palabras con mucho significado. Tiempo de amanecer y una planta muy familiar para mi. Gracias por el comentario. Un abrazo.
Eliminarun relato con luz propia un abrazo
ResponderEliminarGracias Recomenzar. Un abrazo y Feliz año nuevo.
EliminarQué buen regalo, Emerencia! Tus relatos son inconfundibles, muy ingeniosos y siempre con un tono muy especial. Besos y Feliz Año Nuevo!
ResponderEliminarHola Marta. Gracias compañera. Feliz año y que nos sigamos leyendo. Un abrazo
EliminarMil gracias por este hermoso paseo en tren.como amo los trenes!! Y este con personajes tan particulares!! Un hermoso regalo de Reyes querida amiga.un lujo leerte y compartirte como ya he hecho.Feliz Año Nuevo💚😙
ResponderEliminarHola Buhitas. Mil gracias por tus alas a mis letras compañera. Compartimos ese gusto por los trenes; a mi también me fascinan. Los viejos, los nuevos, todos, hasta los de una minería, ya puestos, también son vagones. Feliz año nuevo. Un beso
EliminarEstupendo y bien dialogado relato Eme. Hoy en día, aunque parezca un chiste, hay trenes -el tren camello- que de Valencia a Madrid tarda siete horas y en él se comparte de todo. Incluso de ahí han salido bodas :). Estoy contigo en que el año 2020 pinta bonito a priori. Al menos como número es redondo y esperanzador. Será un año como todos al final. Con bueno y menos bueno. Yo te deseo lo mejor de lo mejor.
ResponderEliminarBesos y disfruta escribiendo como lo haces.
Hola Miguel. El tren camello jeje. Lo he buscado, ya sabes, con lo curiosa que soy. Le llama así porque lleva arriba lleva las "jorobas" que albergan el aire acondicionado ¡Y hasta bodas!, vaya, eso si es aprovechar el billete. Gracias compañero y tú que sigas con tus reseñas cinematográficas. Besos
EliminarBuen dialogo en este tren donde todo murcia viajaba a Alicante. Me haces recordar a mi madre con el botijo en el viaje de Badajoz a Madrid, algo parecido con fiambrera incluida. ¡¡Felices Fiestas!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Hala Mamen, qué bueno, que no falte la fiambrera. ¡Qué recuerdos! Un beso compañera.
EliminarAh, leí tu relato del Olentzero. Qué maravilla mantener las historias populares. Alguien dijo, que "mientras haya alguien que crea, no hay ninguna historia que no puede ser verdad.
Eliminar¡Hola, Eme! Un relato aunque que me recuerda más a un vodevil en el que echas mano de toda tu sapiencia teatral para mostrarnos un viaje en tren de los de antes, cuando el viaje en sí mismo ya era un destino en el que conocer, o como en este caso, reconocer a tus conciudadanos. ¡Qué tiempos! Ahora un viaje es un silencio acompañado del sonido lejano de auriculares y el sutil tableteo sobre la pantalla del móvil. Unos diálogos divertidos por sí solos y muy conseguidos en su naturalidad. ¡Delicioso regalo de Fin de año y Reyes! Un fortísimo abrazo y mis mejores deseos de que el 2020 sea un año hipegmegamaravilloso.
ResponderEliminarHola David. Me ha servido esa sapiencia para enfrentarme con los diálogos y mira que me costaban, ahora les he tomado "gustillo" hasta llegar al desequilibrio de lo dialogado sobre lo narrado. He querido contar esta historia por varios motivos y uno de ellos es ese silencio y la falta de interrelación en todos los medios de transportes. Ajenos los unos a los otros como diciendo: no quiero saber nada de ti, me importas un carajo, mi vida me pertenece, no me importunes. También te cuento que esta historia la escribí para tu reto de relatos dialogados y después tenía en mente la historia propuesta para el primer tintero, la que ocurre en el tren. Pero no pude resumirlo más, ni cambiarla para el formato de relato. Esta historia es la que es. Cumple su objetivo de entretener y abstraernos con la nostalgia de tiempos pasados. Un abrazo compañero y feliz año nuevo. Seguiremos en el candelero.
Eliminar¿Relato con imágenes que lo acompañan? Es genial.
ResponderEliminarEs lo más parecido a la película aquella de Almodóvar (Laberinto de pasiones).
¡FELICES FIESTAS Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!
Bienvenido Antoni, gracias. Me alegro que te haya gustado. Almodóvar recoge mucho en su cine escenas costumbristas, con personajes cómicos no es de extrañar que te lo recuerde estos dos protagonistas, personajes que se hacen querer en lo visual y legible, algo horteras para nuestros tiempos actuales, pero es lo había entonces y como eran en esos años de finales del 1800. Un abrazo y feliz año nuevo.
EliminarAy los transportes lo que dan de si y tu viaje en tren así lo demuesta. Divertidos retazos de tus pasajeros.
ResponderEliminarLas imágenes con las que acompañas el relato me han parecido geniales
Besos, felices fiestas y muy feliz año nuevo
Gracias Conxita por pasarte. Aquellos viajes en tren de siglos pasados se los traían y llevaban como mucha guasa y diversión, con botijos y salchichón. Besos. Feliz año.
EliminarEsto se me antoja un sainete de los que antes, je,je. Una historia muy bien contada que, mucho o poco, debe de coincidir con lo que antaño significaba un viaje en tren a la espera de pasar unos días en la playa, por parte de gente trabajadora que no tenía muchos medios para disfrutar de lo desconocido.
ResponderEliminarSolo me queda la duda de si T y B llegaron a su destino sanos y salvos entre tanta humanidad, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Vaya si llegaron, ya los ves en bañador al final. No te pierdas las fotos que hizo Talegón, y además, le mandó una postal escrita de puño y letra a su mujer del tren botijo que es la que enmarca la historia. ¡Ay Josep Mª que te pierdes las mejores! jaja. Pues lo del sainete no me lo había planteado y de hecho, sabía que existía. Ahora me has abierto los ojos porque me he ido a leer rauda y saber más de ellos. Gracias compañero. Un abrazo
EliminarSiempre innovando Eme. Aunque sea un escrito con connotaciones costumbristas, en el formato es innovador. Tengo que volverlo a leer con calma, y ya con tiempo, como siempre, vuelvo y te digo chiquilla.
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