DESARREGLO DE SENTIDOS








Por el último agujero alcé mi corto cuello y salí. Llevaba tiempo que no sentía ningún movimiento nuevo sobre mis espaldas solo el peso de la tierra que soportaba. Era una melancolía, como un otoño perpetuo. Día tras día. Con un sentido caduco y a la vez permanente de las cosas. Harto de comer tierra y lombrices deseé entonces arrancar con mis largas uñas algo más grande que aquel silencio. Mi vista ciega se definiría entonces con un nuevo orden de conos y bastones.

Mi padre decía que no era digno de la luz, era rata, era topo. Me tapó los ojos antes de nacer para no ver más allá y me hizo sentir que debajo de mi pelaje negro no había nada más. Yo quería escapar de esa oscuridad, no sentir solo la noche. La grandeza no podría estar en esa atmósfera asfixiante; la grandeza debía de estar fuera, donde crecían las plantas, esas plantas a las que yo engullía por sus raíces sin conseguir alcanzar ni uno de los rayos que ellas atrapan.

A pesar de nacer tocando el suelo con pies y manos, era muy primario. Me sentía ameba. Solo llenando la barriga con un hambre voraz y una conciencia diluida como la sal en el agua de riego de las berenjenas. Confiaba en explorar otro estado de conciencia, quería levantar mi cabeza más allá de esa opresión. Puesto a confidencias, siempre quise ser armadillo. Agazapado en esa armadura capaz de hacer justicia por su cuenta. También quería ser humano. Estaba ya harto de sentir sus enormes pisadas sobre mí. 

Al salir fuera dejé de chillar. Fue lo primero que hice. La nueva voz era como el chirrío permanente de la cigarra en los árboles. Pero como quería atravesar montañas, terminé aullando como el lobo. Estando fuera para siempre mis cinco garras largas y fuertes sintieron la sensación del leve roce de una hoja y reservé el hocico y mi cola para otros menesteres. Conseguí calzar mis patas traseras allí donde las uñas se me acortan. Les busqué los zapatos más adecuados, ni muy apretados ni muy holgados, pero que me mantuvieran en pie. Dejé, por fin, de ahuecar la densidad apelmazada del suelo. Ya no buscaría más cámaras de aire. Todo el oxigeno sería para mí.

Le había descubierto. Era él. Era él quién dejaba sus venenos en mi galería. El que abandonaba sus trampas en mi madriguera, el que me hizo sentir sordo y ciego a la vez. El que engulle de todo: caracoles, serpiente, escarabajos peces, cangrejos.

Ahora estoy en esta caja encerrado a cuatro límites esperando el final. Yo solo buscaba un camino intermedio entre la desesperación y la normalidad. Mala suerte haberme topado con este ser. Su sensibilidad reducida al apéndice del gusano que me comía antes. Mejor me hubiera encontrado con el armadillo.

#historiasdeanimales

Obra de Maurizio Cattelan, Bidibidobidiboo




Comentarios

  1. Buenos días Eme. Pero bueno! que solita está esta entrada, y eso que escribes como escribes puñetera!!!!

    Le comentaba a la compañera Rosa hace un momento, que teneis que disculparme porque fuera de los retos de Tintero, poco tiempo tengo para más cosas. Te acabo de leer "Desarreglo de sentidos", y desde luego, merece otra lectura más tranquila..., así, que como siempre Eme...amenazo con volver. Tú quieta pará ahí ¿ehhh? no te muevas.

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    1. Hola Isabel, no siempre tenemos el tiempo que queremos, gracias por tu lectura. Que no me muevo, jeje. Un beso

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  2. Ay, Eme, qué triste relato. Y esa foto final es demoledora, pobre topo. No sé por qué, pero los topos siempre me han resultado animales simpáticos. Claro que nunca los he tenido en mi jardín. La gente que los tiene se desespera.
    Mal encuentro tuvo tu topo nada más sacar la cabeza del agujero. Un ser que se cree con derecho a esquilmar todo tipo de vida bien sea para comer, para que no le estorben en sus actividades o por simple diversión. Un ser del que mantenerse muy alejado.
    Un beso.

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    1. Hola Rosa, Gracias. Sí que es un relato triste, porque se trata de la vida de un animalillo, pero también se traslada a la vida del ser humano y los encuentros que no se tendrían que haber dado haciendo infeliz a tanta gente. Un beso

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  3. Las ansias de libertad muchas veces se estrellan contra un enemigo mucho más fuerte y desalmado que no duda en acabar con ellas. Pero ni el ser más inferior en la escala evolutiva debería rendirse ante el acoso y el exterminio por parte del que ocupa el lugar más prominente.
    Un estuendo relato sobre quien, en busca de la supervivencia, se da de bruces con su peor enemigo y sufre las consecuencias.
    Un abrazo.

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    1. Hola Josep Mª sí, es esta la verdadera realidad, acabo de comentárselo a Rosa. Gracias compañero. Un abrazo.

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  4. Además de conocimientos de biología (casi digo topo-logía), hay un mensaje no tan subliminal de lo que se siente estando a oscuras, en un agujero, o situación deprimida. Reflejas las ansias por ser algo distinto a lo que se es, respirar aire y luz.
    La verdad es que leyéndote, Emerencia, dan ganas de abrir ventanas y puertas y ver la luz del sol, ser consciente de que tenemos conos y bastones. Luego están los ciegos de espíritu, comedores de oscuridad, los opresivos y depresivos.
    Repito, conocimiento del medio, y además un relato lleno de humanidad (debilidades y miedos), aunque hables, aparentemente, de animales.

    Angustioso y bien escrito compañera.

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    1. Gracias Isabel, me alegro que te haya quedado estas impresiones al leer el relato. Este protagonista con grandes colmillos solo muerde un sueño y sus enormes uñas que solo araña la esperanza de conseguirlo. En el camino se encuentra con ese monstruo de dos patas al que admiraba por que andaba sobre él. Iluso. Me quedo con esos "ciegos de espíritu, comedores de oscuridad, los opresivos y depresivos" que aludes. Si lo piensas, se puede escapar a tiempo, ver más allá con ese nuevo orden de conos y bastones. Un beso compañera.

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  5. ¡Hola, Eme! Bueno, diría que has reinventado el mito de la caverna versión topo y con un final tarantinesco. Bien podemos hablar de una fábula y como tal consigues servirte de ese topo y de sus anhelos para conseguir una metáfora de la vida. La necesidad de sacar el cuello es lo que nos hace avanzar, por supuesto tiene sus riesgos y no siempre la cosa acaba bien. Pero siempre será mejor un me equivoqué que un por qué no lo hice.
    Me encantó, Eme. Un abrazo!!

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    1. Hola David, nada que aportar pues ya lo has dicho todo. Me gustó la reflexión y fíjate que el anterior relato iba de fábula. No me había planteado esta historia como tal, ahora que lo dices tienes toda la razón del mundo. Un abrazo

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  6. Triste vida la del topo, su mundo es el subsuelo y es para lo que la naturaleza le ha dado vida. Siempre nos sorprendes en tus relatos, con tu personal forma de escribir. Un abrazo.

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    1. Gracias Mamen y yo que me alegro de sorprenderte. Un abrazo

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  7. Hola Eme, que bien nos haces reflexionar sobre lo que tenemos, lo que ansiamos y lo que perdemos por no saber distinguir y aceptar lo que realmente somos.

    Esto es un punto de vista, por otro lado lo veo como una metáfora, y nos inspiras a ver mas allá de lo que conocemos, y a no quedarnos atrapados en una oscura cueva bajo tierra, salir a conocer otros aires y descubrir mundos fuera de nuestra zona de confort o de las cuatro incómodas paredes que nos rodean, pero sin dejar de ser auténticos, sin imitaciones.

    Me recordaste el cuento de la sirenita y su anhelo de salir del mar, y como sacrifica su voz por tener dos piernas, o la caperucita roja, aunque sabe que afuera anda el lobo, se arriesga a salir y hasta ser amigable con extraños, ¿y si el lobo no resulta tan malo, y si lo vence?

    Tambien sirve para edificarnos y conscientizarnos a nosotros los humanos, del mal que estamos causando a otros seres vivos.

    Un relato conmovedor, aleccionador y muy reflexivo. Te has lucido con la idea axfisciante del topo y los detalles bien dominados del contenido.

    Gracias por este sustancioso relato querida.

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    1. Mi querida Idalia, qué comentario acabas de dejarme. Sin palabras me has dejado. Unas reflexiones que hacen presumir a este topo como protagonista de esta historia. Tal vez tenga una esperanza y salga de esa caja, sin llegar a mortificarse dentro. Nunca hay que perder esa intención de seguir adelante y el poder del ahora. Gracias amiga. Un beso

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  8. Jo qué relato tan triste, con lo que me gustan a mí los topos. En cierto modo me ha recordado a la escena final de Apocalypto, no sé si la has visto. Lo pasamos fatal escapando de alguien o algo y caemos en las garras de algo peor.
    Estupendo relato, como siempre.
    Muy feliz día.

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  9. Hola Gemma, creo que si vienes la peli en su tiempo, estará seguro en mi subconsciente, jeje.Gracias por la lectura. Un beso

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    1. Vienes? Quise decir vi, dichoso corrector...

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  10. Que buen relato, Eme. Una descripción muy visual de las sensaciones, en este caso de un topo, que bien se puede atribuir para otros ejemplares, diría, que reflexionando, hasta el ser humano.

    Ese querer salir de la oscuridad y explorar otras realidades, no conformarse, expandir conciencia. Comprobar que hay vida más allá de la ilusión y de lo que, otros forjaron por uno...

    El final, aunque triste y para pensar, me sugiere una liberación, a veces, hay que arriesgarse pese a lo que pueda ocurrir, el miedo, hay que ir con el o dejarlo por completo.

    Me ha gustado mucho.
    Buen comienzo de semana!

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    1. Hola Mila!! muchísimas gracias por la lectura y ser un alicinte para el comienzo de semana. El final es una liberación como bien dices. Un paso hacia el cambio. Sí y por supuesto, podría ser perfectamente una fábula. Un abrazo

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