PUERTA CON UN PAR...

¿Quién no ha visitado una ciudad medieval y no le ha llamado la atención sus PUERTAS? 

Bueno puertas, puertas, más bien portalones. 

Este elemento construido para la protección frente a ajenos, es el principio o final para conseguir algo, lo era antes y lo es ahora; también es la boca de la cultura popular, y hablando de bocas, alguna puerta también acallan a más de una y algunas narices llegan aplastar. 

Los detalles de tan singular abertura son muchos. No sólo sus arcos de piedra y la madera noble con su resquebrado veteado, si no esa gran variedad de caprichos de su decoración que la hacen única con el único propósito de pasar de un lugar a otro. Gran orificio ajustado a la demanda y al bolsillo, y es que para cada puerta hay un dueño o dueña. Su parte decorativa está llena de simbolismo. El carpintero y el herrero diseñaban antaño la puerta con sumo detalle y... cuidado, según la riqueza de sus dueños, estatus social y creencias.

Artistas que labraban y forjaban con el cincel y el buril esos caprichos en la madera: en los llamadores, las cerraduras, en los clavos y bisagras, incluso en las tachuelas de cabeza ancha y si no ¡pasen y vean! 

tachuela

cerrojo

cerradura

visagra

Los detalles de sus grabados son dignos de ver, pero ya no digamos las formas. 

Los llamadores, aldabas o picaportes son un ejemplo de ello. Parecen tan insignificantes ¿verdad? Nada más lejos, eso es sólo en apariencia. Hay comarcas donde el culto a la fertilidad se representaba en las puertas. La fecundidad era algo que preocupaba, puesto que no podía faltar descendencia en la casa. 

aldaba fálica

aldaba prismática

aldaba forma de perro

Las aldabas tenían forma fálicas además con su testículos y todo, ¡curioso, eh! Éstas las descubrí, en Huesca, concretamente en la localidad de Ainsa, un patrimonio cultural por excelencia. Hay aldabas con formas más sencillas y menos significativas. Las hay cilíndricas o prismáticas, o las que representan motivos o formas de animales. Pero las más conocidas tal vez sean las anulares y las de la mano, de unas y otras había bastantes.

 

La argolla suspendida de una anilla parece ser que es de influencia árabe. También hay muchas argollas facetadas con varias caras y adornadas con grabados.

¿Una o dos puertas? A estos grandes portalones le han abierto otra puerta más pequeña…..y es que antaño pasaban por ellas los caballos, de ahí el tamaño del arco. El portalón ha quedado sólo como refuerzo de la puerta. Mucha madera haría falta actualmente para ser semejante puerta y no digamos con el refuerzo de clavos que llevaban.

Por último, aunque ya lo comenté antes, deciros que la mayoría de las fotos que recojo aquí son de Ainsa, y como podéis ver disfruté de lo lindo con esta gran variedad de detalles. Os invito a conocerla; allí todos estarán encantados de abriros sus puertas y conste que, yo os he echado una mano.