NUNILO, LA PRIMERA EN LLEGAR AL CIELO
Nuni
no era mucho de entrar al trapo con las pesquisas de los vecinos, ni se la veía
mucho sonreír en misa. Hay quién le daba de lado y hay quien opinaba que
juntarse con ella era mejor hacerlo con amuletos de la suerte. Considerada una
verbisingracia, la churrapalos, que es como así la llamaban –apodo heredado del
marido por indulto divino– tenía la casa más grande de la cortijada y de ahí
venía parte de la envidia de sus vecinos. El marido de Nuni fue gañán de día y gañán
de noche. De sol a sol trabajaba a destajo a las órdenes de un indiano que
había amasado su fortuna por Santo Domingo; de noche el Damián bebía a destajo
y apostaba una mano, y a veces las dos, a las cartas. Su mal beber y su
displicencia, o sea desagradable a más no poder, eran temidos los miércoles,
viernes y domingos. Las sillas de madera eran empotradas en las paredes cuando
tenía mala partida. En una de estas embestidas, el churrapalos murió haciendo
gala de su nombre de un mamporrazo que le propinó el hijo del sepulturero. La
vieja Nuni se quedó sola, pero enviudada feliz por quitarse a ese energúmeno de
encima los lunes, martes y sábados; harta cuatro décadas de reformarle la ropa
a ese ruin y cocerle a gusto los potajes a ese vil desagradecido. Una soledad
que la llevó de forma divina mientras pudo aguantar su cuerpo serrano, más
rollizo que curado.
*
Era
el día de los inocentes, esa tarde sobre las seis y después de su devota siesta,
murió atragantada. No porque la ahogarán por considerarla pájaro de mal agüero,
no, sino porque tenía la dichosa manía de roer garbanzos tostados. Con solo
tres muelas, la mitad de los garbanzos que se echaba a la boca le pasaban
enteros por el gaznate. Y es que tenía metido en la cabeza (y en el cajón de la
cocina) que esta legumbre era buena para la osamenta. Consolación
la de los huevos, fue quien dio la noticia. Cada dos días venía a traerle su
media docena y al no abrir, entró ella empujando el portalón y en un soplo corrió
calle abajo como si hubiera visto el Cascamorras; cómo le vería de desfigurado
el rostro a la Nuni y a su expresión de asfixia agónica para correr de esa manera
por la cuesta de Ventura que “quién la sube la suda”.
El
único sobrino que tenía, Aquilino el de Graná –hijo de su solo hermano también difunto–
fue el primero en aparecer al olor del dinero; el resto de la gente, diez de
treinta vecinos, se fueron acercando con resquemor por lo acontecido en esa
casa. Las beatas del Candelabro fueron las primeras en acercarse para ungir a Nunilo
–nombre completo de la difunta, heredado de una de las dos santas mártires de
la comarca-. Ese ungüento milagroso de aceite de romero y esencia de lavanda para que entrara
como Dios manda en el cielo.
Mientras
preparaban a la vieja, justo a medio vestir y a falta del rosario, comenzó a
nevar en Las Cucharetas, que era como se llamaba la cortijada donde vivió Nuni
hasta ese día; un recóndito lugar en el altiplano de Baza. Sabiendo como allí
se las amañaba el tiempo, con rasca y calentura, las vecinas dejaron el cadáver
para ocuparse de la nevada. Corrieron a reparar portalones, enderezar canalones
y afianzar contraventanas y hacerse con una buena provisión de agua, velas y
comida. En estampida salieron de casa de Nunilo, salvo el sobrino. Allí sentado,
impávido quedó con su única ceja alzada frente a la finada. Lo que ocurrió
después quedándose éste solo, fue un hecho impensable y difícil de creer.
*
–Cuchi
con la vieja, qué bocaná acaba de soltar– de tanto meneó que le habían dado a
la Nuni, empezó a echar restos de garbanzos por la boca– ¡la Vín, que asco! ¿Y
que pollas hago yo ahora?
Esa
noche y al otro día no paró de nevar. Tanto fue la gélida cara del tiempo que
las calles se cubrieron con un metro de nieve. Se cortaron las comunicaciones a
la par que se fue la luz. No hubo coche ni burro que pudiera circular. Y la
nieve en la oscuridad de la noche dio paso a una placa de hielo que ni gato o
lechuza zarpearía sobre ella.
Aquilino
mientras encerrado en la casa. Ante lo que pudiera empezar a oler su tía por
dentro y por fuera, divagaba con su menguada cabeza que hacer con la muerta.
–La
Vin compáe que nevazo ¿y qué hago yo ahora? Conti coneso habrá que amortajarla…
Y se
la ventiló a la muerta, digo si lo hizo, y como mejor pudo. Comenzó a arrastrar
el cadáver por la escalera. Los cabezazos se escuchaban peldaño contra peldaño
clom, clom, clom. La subió por las escaleras hasta lo más arriba que pudo: la
azotea. Allí la dejó para que el frío la conservara. Se la podía ver a Nunilo,
toda ella vestida de luto riguroso en contraste con el blancor nevado y ese
cordón de Nazareno, que de la cintura se le había subido hasta el cuello
apretándole el pescuezo y acentuando su expresión agónica. Quedó echada con
esta mala jeta frente a la cara del tiempo y abierta al firmamento; capa a capa
de copo a nieve se fue tapando su cuerpo muerto. Y mientras, el resto del
pueblo al calor de las candelas y con migas y gachas que de la fallecida ni se
acordaban.
El
cuerpo de la Nuni estuvo tres días boca arriba, más sola que la una, hasta que
paró de nevar. Medio metro de nieve sobre ella y más tiesa que un uno. Lo que
no se esperaba ella es que iba a estar tan cerca del cielo en su muerte. Siempre
decía: «de morir que me bajen al
infierno entre baile y alegría y no rezando, allí con mi Joselico y con mi
Valderrama». La
bajaron, vaya si la bajaron, pero de la azotea y en ataúd de hielo. Bajó
ligerica por la escalera y después la lanzaron por la ventana para trasladarla
al cementerio. Los vecinos, los pocos que vinieron a ayudar al Aquilino, no
esperaban que entrara un sol abrasante; se descubriendo caminos y cuestas a la
par que los desagües de carámbanos. A la vieja la subieron a un carromato tal
cual estaba, porque no había forma de meterla en una caja. El cementerio estaba
a catorce kilómetros del pueblo, en Benamaurel, y con tanta sacudida en el
camino, el cuerpo se deslizaba como una inverluza glacial, iba de un lado para
otro, cabezazo viene y costalazo va. Y como era de suponer, por el camino, se
fue descongelando.
La
Nunilo al ser enterrada con esa guisa de arrugada y al derretírsele todo el
hielo que la recubría, su aspecto de ahogo agonizante se tornó más terrorífico.
La gente al verla salió corriendo por segunda vez, huyendo de maleficio y
dejándola sola con el sepulturero; éste no se lo pensó agarró con todas sus fuerzas
la venganza de su hijo y de un palazo la metió en el agujero.
Y
aquí no acaba la historia de la Nuni. Cuentan que en alguna que otra de estas
nevadas se la ve salir con el brazo en alto reivindicando su lugar en el
infierno harta de su puesto de honor de ser la primera en llegar al cielo.
Madre mía Eme, qué bueno. Me ha recordado un poco a las leyendas de Bécquer, está muy muy bien narrada.
ResponderEliminarEnhorabuena, no podía dejar de leer, te lo prometo.
Besos.
Jaja macabrilla la historia ¿verdad? bueno y yo que me alegro que te lo hayas pasado bien, yo me he divertido mucho escribiéndola, a pesar de la desgraciada muerte de la Nuni, si es que con tres dientes y sin parientes no hay muerte que se resiente, jaja me parto yo sola. Un beso Gemma.
EliminarUn tanto tétrica la historia, pero me ha encantado. Me gusta lo bien escrita que está, el vocabulario empleado y la historia en sí.
ResponderEliminarFelicidades, guapa.
Un beso.
Hola Rosa, y tanto que sí, pero me ha parecido original y no está muy lejos de la realidad, hace tiempo me contaron algo parecido, no tan macabro, que le había ocurrido a un cadáver. Lo dejaron hasta que paró de nevar y claro aguantó más días antes de meterlo en la caja. Lo de la Nuni es más inventiva. Un beso y gracias por leerlo.
EliminarMe ha gustado mucho la narración Eme. Con ese vocabulario tan rico y propio y ese especie de humor negro muy oscuro.
ResponderEliminarMe ha recordado al realismo mágico salpicado por algo macabro y lúgubre que personalmente me ha encantado.
Enhorabuena, Eme.
Un besazo.
Ya sabía que te íba a gustar Ziortza, estas historias enganchan. No había escrito nada así hasta ahora y me ha gustado, sobre todo por lo bien que me lo he pasado escribiéndola. Un beso y gracias pro dejar tus impresiones.
EliminarMe he introducido a la lectura con un pasmo en mi cara de sonrisa. El vocabulario me imagino que propio de la zona donde vives. El uso del humor oscuro me ha sacado más de una carcajada a pesar de la historia de muerte macabra. Con esa gracia que tu acostumbras a narrar he pasado un rato estupendo. Lo volveré a leer otra vez más para sacarle todo su jugo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mamen, sí todo es de la zona del norte de Granada: nombres de allí (la mártir también Nunilo o Nunilón) las localidades y las expresiones propia de la ciudad, de la capital. Muy de la tierra. Gracias por tu comentario si te has reído para mí ya es un regalo. Un abrazo grande
EliminarLa ambientación es perfecta en todos los sentidos, una se imagina con absoluta nitidez a esa gente que yo no sabría calificar más que de "profunda", pero la verdad es que el maltrato al cadáver me ha puesto mal cuerpo... Cosas mías, cierta experiencia personal que se me ha venido a la cabeza. Aún así tengo que decir que el relato es muy bueno y que el hecho de que provoque reacciones es una señal de ello :))
ResponderEliminar¡Besos, Eme!
Como granaína Julia, te habrá resultado más familiar esa forma tan particular de escribir...bueno es que por el norte de Granada y otros de la Alpujarra, Contraviesa han tenido que vivirse historias de lo más pintorescas, no tan macabras, claro, ¿o sí? jeje. ¿Y eso de tu afinidad con el maltrato de los cadáveres? Me dejas con la curiosidad en la puerta, ya me contarás. Besos
EliminarHolitas de nuevo, Eme :)
EliminarTe cuento, para no que no te quedes con la curiosidad. La primera vez que tuvimos que trabajar sobre un cadáver, hace como mil años en primero de carrera, en la Universidad, el profe nos dio tal charla acerca del respeto y cuidado con que debíamos tratar el cuerpo y todo lo que nos inculcó hacerca de que, aunque en ese momento fuera un instrumento de aprendizaje, había sido un ser humano vivo que merecía toda nuestra consideración, que ahora, a pesar del mucho tiempo pasado, para mí los cadáveres son sagrados. El de tu relato sufrió muchas visicitudes, y yo muerta de horror jajajajjaa. Ya te dije, cosas mías.
Más besitos de viernes.
Perdón por esa "h" que se me coló en acerca. Casi me duelen los ojos jajajaja.
Eliminar¡Vaya espectáculo de relato, Eme! No solo por el fino humor negro (a mi me hacen mucha gracia estas aventuras de los cadáveres, me lo tendré que hacer mirar), sino por la manera de narrarlo con ese estilo un tanto decimonónico, con una paleta de lenguaje consistente durante todo el relato. Fantástico de verdad. Un abrazo!
ResponderEliminarJaja, ¿fino humor negro? vaaayaaa pues sí que acabo de descubrir esta faceta mía, tendré también que pensar de donde me viene, jaja. ¿estilo decimonónico? guau, si ya que sí. Me estoy pensando mi reencarnación ¿no será que vengo de algo siniestro, un alma macabra que quiere salir? bueno bueno. Gracias por tu comentario y tus acentos literarios. Un abrazo compañero.
EliminarQué historia tan esperpéntica, jajaja. Para reír y para llorar, aunque a mí me da más la risa que el llanto. Y ese vocabulario tan "fino" y acertado, enriquece todavía más la originalidad del relato. Un texto genial. Lo de la cuesta de Ventura es para sobresaliente, jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajajaja, si yo me he reído un montón escribiéndola, se me ocurría una tras otra, si no llega ser que la Nuni ya estaba en las puertas del cielo, hubiera seguido jajaaja. Como David dice esta forma de contar la historia es para "hacerselo mirar" a ver que se nos ha quedado dentro y no sale jajaja. Gracias por dejar tu comentario. Un abrazo
EliminarPobre Mini, qué mala vida tuvo después de muerta!
ResponderEliminarHas reflejado muy bien esa España profunda tan nuestra.
Enhorabuena.
Un beso.
Mini, no. Nuni (puñetas del corrector)
EliminarGracias Paloma, la Nuni no podía ser enterrada como "Dios manda" jajaja. Me alegro que te hayas pasado a leer esta historia tan macabra. Un beso
Eliminar¡Mare mía mare mía....! yuyu
ResponderEliminarQue vuelvo ¿eh?
Ja,ja,ja, no hay nada como reírse de todo, muerte incluida, y además pasarlo tan bien y hacérnoslo pasar tan bien con ese relato que retrata sobremanera la España interior y utilizando un lenguaje tan rico como nos muestras en el relato. Un beso artista.
ResponderEliminarGracias Miguel, y yo que disfruto escribiéndolo y después imaginando la cara que vais a poner jjaajja. Un abrazo
EliminarEmerencia el solo pensar en la posible realidad de esta historia me ha hecho reir mas que sentir pena, y es que lo cuentas de una manera jocosa y muy particular.
ResponderEliminarMujer que te digo que estas sacando poco provecho de tus dotes literarias, cuantas obras de teatro serias capaz de escribir si te lo propones y todas buenas, con el exito asegurado.
Leerte es un privilegio que capte desde la primera vez que te lei, es como ser parte del publico que esta en primera fila y puede apreciarlo todo mejor.
Vamos no te conformes con el blog y los escasos concursos en que participas, que tienes potencial sobrado para mucho mas.
Gracias por regalarnos tu talento querida.
Gracias por tu aliento a que publique,quién sabe, quién sabe... por ahora no hay recursos económicos para ello y además, creo que todavía necesito aprender más. Me conformo con que te lo pases bien y me dediques estos ratos. Un beso
EliminarLo primero destacar el escenario en donde se movía la Nuni, y era junto a un gañán de marido hasta que el sepulturero le libró de la tremenda carga… y a su modo de modo de palmarla nada glamuroso. Un lugar donde todos tenían su nombrete, como buen pueblo que se precie. Un léxico adecuado… frases largas con su poquita de mala leche incluida (llámese ironía), un retrato hiperrealista del paisaje y paisanaje, donde el esperpento formaba parte de la normalidad.
ResponderEliminarEn este trabajo admirable de la Nunilo, no cabe lirismos cromáticos en azules y verdes, ni lenguaje rebajado, aquí al pan pan y a los garbanzos garbanzos incluso regurgitados, porque es el que casa mimetizado con el ambiente y el clima. Como los diálogos, com el clon clom de la cabeza de la muerta contra los peldaños para conservarla, no en formol, sino en la helada de la zotea con el cordón Nazareno apretando el pescuezo ¡menudo cuadro! No me extraña nada que de vez en cuando se aparezca con el brazo reivindicativo en alto.
Mira Emerencia, el cuerpo se me ha quedado malo después de leerte, ¡qué fuerte!, pero te digo que es un texto es-pec-ta-cu-lar, lo que confirma una vez más que te mueves en el registro que te da la gana, porque quien escribe bien, escribe bien y punto pelota.
He dicho.
Absolutamente de acuerdo con la compañera I. Harolina Payano.
ResponderEliminarTalento a raudales niña.
Gracias Isabel, sí que te ha calado hasta los huesos la historia jaja, pero no te me pongas mala chiquilla. Gracias compañera, siempre es un gusto leer tus comentarios cuando escribimos no sabemos lo que va a quedar en las personas que lo leen, y en este caso veo que la has "vivido con yu-yu" intensamente, y yo que me alegro. Un beso
Eliminar¡Clap, clap, clap..., con las orejas incluídas en el aplauso. Es uno de los relatos para él podium. Aparte de la agradable borrachera que va creciendo con la lectura has conseguido un giro final que soluciona el riesgo que se venía venir. Con el último párrafo, la voz narrativa redondea la carrera de la Nuni en su objetivo anunciado en el título: llegar la primera al cielo. Me gustó mucho, por eso, además desde luego por el manejo del idioma como bien señalan David Rubio y Tara. Redondo, sin complicaciones y con un lenguaje que rezuma filología por los cuatro costados. Enhorabuena.
ResponderEliminarHooola Don, qué alegría verte por aquí, con sombrero y gafas no te conocía. Gracias por el comentario, la verdad es que me dejas siempre buenos aportes literarios y es un verdadero aliciente. Te cuento que el lenguaje es el típico de Graná (Granada) y los nombres populares he procurado que fueran de la zona del Altiplano, en concreto de la zona de Huéscar y Baza como el de la protagonista. De hecho Nunilo ( o Nunilón o Nunilona) es una de las santas mártires, hija de madre cristiana y padre musulmán que murió decapitada por negarse a renegar de la fe cristiana. Hay pequeños huesos de ella repartidos por la comarca como reliquias... Y hasta aquí. Un abrazo
EliminarSanto cielo! jiijijiji...que cosa con Nuni... ya decía yo que por algo no me gustan los garbanzos, la traicionaron sus tres muelas... Que relato... me tuvo entretenida de principio a fin. ¡Estupendo! Feliz Domingo Eme
ResponderEliminarHola Mónica, ya ves la Nuni y sus garbanzos y por donde salieron. Pues por si las moscas, no te pases con ellos, que en ahogos y gases son los primeros, jaja. Feliz domingo compañera!!!
Eliminarhistoria de la andalucía profunda, donde mezclas miedos atávicos a la muerte con ese hacer de las gentes sencillas que a veces roza el esperpento. Anda que ocurrírsele al sobrino subir a la mujer al tejado! y quien le iba a decir a la pobre mujer que después de muerta iba a dar tanto juego. El miedo en el cuerpo nos lo has metido, Eme, y eso es mérito tuyo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Jorge, no hombre, no tengas miedo, si al final la echaron del cielo a la Nuni por carácter gélido, jajaja se salió con la suya y se fue al calor entre guitarras y bandurrias. Gracias por pasarte, un abrazo
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